LAS DOS CARAS.
¿ Por qué a
nosotros, porqueee?.
Claudia
volvía a tener uno de sus recurrentes sueños, y se despertaba sobresaltada sin
saber el motivo. Miro el reloj y vio que marcaba las 10 y 20 de la mañana.
Salió de su habitación y al llegar a la cocina, vio a Daniel dialogando con su
madre mientras tomaban un café. Daniel había sido el más madrugador de todos,
incluso antes que la madre de Claudia despertara, él ya estaba repasando
papeles de sus investigaciones por internet.
Poco después
el que asomaba era Alejandro, que con cara de sueño, les dijo que no había
dormido muy bien, ya que había tenido unos sueños muy extraños, que no tenían
nada que ver con sus últimos sueños, y en este sentía la impresión de estar
continuamente amenazado. Quizás pueda ser la sugestión de lo que Daniel le
había contado el día anterior sobre la hermandad.
Después de
haberse duchado todos, y haberse arreglado, bajaron juntos a una cafetería cercana, para desayunar
algo, ya qué no querían dar más que hacer a la madre de Claudia, cosa que a
esta la causo un poco de enfado, pero aun así, finalmente la convencieron.
Pasaron un
muy buen rato durante el desayuno, hablando un poco de muchos temas, y por
extraño que pareciera, en ningún momento de la conversación, salió el tema de
los sueños, ni del medallón. Poco después llego Carmen, que sería la taxista
oficial del grupo. Tenían que ir rematando todos los detalles, ya que en breves
horas, el avión de Daniel saldría rumbo a Nueva York.
Lo primero que harían, sería ir a la estación
de autobuses, para coger dos billetes de regreso a Valladolid. Ya con los
billetes en su poder, la siguiente parada era la casa de Claudia, donde aparte
de despedirse y agradecer su hospitalidad a su madre, recogerían sus pocas
pertenencias, y saldrían ya dirección al aeropuerto.
Horas más
tarde, Daniel se despedía por unos días de Claudia, Carmen y Alejandro, y tras
facturar su maleta, se dispuso a embarcar en el avión que le llevaría de
regreso a su casa. Minutos más tarde, los chicos comenzaron a alejarse del
aeropuerto, en dirección a la estación de autobuses, donde en un par de horas,
regresarían a Valladolid, con una única misión. Ponerse en contacto, con el
arqueólogo José Luis Dalmaut.
Claudia y
Alejandro, cada vez veían más cerca una solución a su problema, aunque tras la
información de Daniel, acerca de la hermandad, una sensación de miedo se había
apoderado un poco de ellos.
NUEVA YORK:
Jack hacia
poco tiempo que se había levantado, y después de haberse dado una ducha, para
despejarse, se disponía a prepararse un café largo de agua y unas tostadas. Esa
mañana la dedicaría a recoger y limpiar un poco la casa, ya que Daniel antes de
salir desde España, había telefoneado diciendo la hora aproximada de su
llegada. Durante la conversación, Jack le dijo a Daniel, que a su llegada él lo
estaría esperando allí.
Tras
desayunar y recoger lo sucio, empezó a hacer un poco de limpieza en la casa,
aunque pronto paro para hacer una llamada. Emily, novia de Jack, contestaba con
tono muy serio. Llevaban un par de días bastante enojados, por lo que Jack
intento ser cariñoso, cosa que no sirvió para nada, porque de una llamada para
intentar un acercamiento, había surgido una nueva discusión.
Lo cierto es
que de unos meses hasta ahora, esos altibajos solían ser bastante frecuentes en
la pareja, motivo por el cual, o cedían los dos un poco, o esa relación estaba
abocada al fracaso.
Emily, tenía
muchos motivos para estar enfadada, ya que Jack llevaba un tiempo comportándose
de forma muy extraña. El cambio de este era muy visible. Había pasado en días,
de ser muy detallista, y estar siempre pendiente de la chica, a no darla apenas
conversación, no tener ni un solo detalle con ella, incluso a llamarla por otro
nombre, cosa que de especial manera, era lo que más había molestado a Emily.
Jack intento
quedar con ella, con la idea de limar asperezas, pero la chica, debido al
enorme enfado, prefirió no quedar con él, al menos hasta que las aguas bajaran
tranquilas nuevamente.
Una vez
colgado el teléfono, Jack conecto su ordenador, y se dispuso a mirar el correo.
Pero no se trataba de su correo, sino del de Daniel. El profesor, tenía
apuntada la contraseña de su correo, en un diario que guardaba en su
habitación, por lo tanto Jack, tenía total acceso a la cuenta de él.
Una vez ya
dentro de su cuenta, se dispuso a inspeccionar el correo de Daniel, buscando
alguna novedad acerca del medallón.
MADRID:
Claudia y
Alejandro, llegaban a la estación, acompañados de Carmen, y tras despedirse de
ella y agradecerla todo lo que había hecho por ellos, se subieron al autocar
que les llevaría de nuevo a sus hogares.
El viaje
duro cerca de tres horas, en las cuales la pareja no dejo de hablar de Daniel,
y lo corta que se les había hecho la estancia en casa de la madre de Claudia.
Una vez
llegados a su destino, Alejandro, acompaño a Claudia a su casa, para después
irse a la suya a intentar descansar un poco.
Claudia
aprovecho para darse una ducha y cambiarse de ropa, mientras Alejandro, aparte
de hacer lo mismo, aprovecho para mirar su correo que estaba lleno de mensajes.
Tenía más de 20, casi todos de amigos que le mandaban cosas graciosas y el
resto de publicidad. Transcurridas 2 horas, Claudia bajaba de su casa con
puntualidad inglesa donde ya la esperaba Alejandro.
Decidieron
ir a un cibercafé donde aparte de poder tomar algo, servían comida rápida, y
aprovecharon para tomar unos refrescos y buscar alguna forma de contacto con
José Luis Dalmaut.
Tras mirar
en varias páginas, Claudia comentó que ella conocía alguna web, donde podrían buscar
un teléfono de contacto. Comenzaron la búsqueda pero dio un resultado un poco
inesperado, ya que había 35 personas con ese nombre.
Claudia saco
una pequeña libreta y un bolígrafo, y comenzó a copiar todos los números de
teléfono que allí aparecían. Después pidieron cambio a la camarera del local y
se acercaron a una cabina, para empezar a llamar a todos los números, qué
habían recopilado, con la intención de encontrar al arqueólogo.
NUEVA YORK:
Daniel
acababa de aterrizar en el aeropuerto de Nueva York, y se dirigía a la zona de
llegadas del aeropuerto. Tras recoger su pequeño equipaje, salió en dirección
al parking. Allí apoyado en el coche, y
fumando un cigarro, le esperaba su compañero Jack, que como horas antes le
había dicho, le esperaba para acompañarlo a casa.
Después de
un abrazo y un cordial saludo, salieron del aeropuerto con dirección al piso
que ambos compartían. Durante el transcurso del viaje, no dejaron de cambiar
impresiones, sobre la estancia de Daniel en España, con un Jack muy interesado
en todo lo que escuchaba.
Tras llegar
a casa, Jack le pregunto a Daniel, que a que se había debido este cambio de
planes, y su inminente regreso a España, cosa que le había sorprendido mucho, a lo que el profesor le dijo que cuando se
duchara y pudiera descansar un poco, le contaría todo con pelos y señales.
Lo primero
que hizo el profesor al llegar a casa, fue irse a la ducha, y tras unos minutos
bajo la ducha, y tras secarse, se dirigió a su habitación a descansar.
Tantas emociones
fuertes, habían conseguido, que en cuanto se metió en la cama, se quedara
profundamente dormido. Mientras el profesor dormía, Jack no paraba de pasear,
de arriba abajo, por toda la casa, de forma intranquila, debido a la demora de
noticias. Necesitaba saber que había pasado, porque el cambio de planes de
Daniel, junto a la conversación telefónica, creaba muchas dudas en Jack. Aparte
el hecho de no haber encontrado nada en su correo, hacía que en Jack, creciera
una ansiedad poco común en él. Se acercó a la cocina, saco una cerveza, la cual
se tomó de golpe, y decidió salir a la galería, para fumarse un cigarrillo con
la intención de tranquilizarse un poco.
El
nerviosismo de Jack, era debido a las investigaciones de Daniel. Aparte de
compartir piso, y tener muy buena amistad con él, Jack llevaba años controlando
y vigilando, todos los estudios que Daniel realizaba, ya que temía, que estos
le condujeran a alguna pista, que pudiera dar con el paradero de un gran
secreto, que durante siglos, había sido escondido, por muchísima gente, y que de
ser descubierto, y caer en malas manos, podría significar el fin de la vida,
que a día de hoy se conoce.
VALLADOLID:
Tras un
montón de llamadas, no habían localizado a Dalmaut, y el pesimismo se empezaba
a apoderar de Claudia y de Alejandro. Quedaban tan solo cinco números, de todos
los que habían apuntado en el ciber.
Uno de los
intentos tuvo contestación, pero no el resultado esperado, ya que no conocían a
ningún arqueólogo. Así que ya solo quedaban cuatro intentos, aunque los chicos
decidieron dejarlo para más tarde, debido a que ya no eran horas para estar
llamando a más gente.
Decidieron
ir a un bar a tomar algo y seguir charlando. Claudia y Alejandro se habían
vuelto inseparables. Solo se separaban, cuando se marchaban a sus casas a
dormir, aunque lo cierto es que sabían muy poco uno del otro.
La
conversación en el bar, estaba siendo muy amena, ya que estaban hablando de sus
vidas, dejando a un lado, momentáneamente, su problema. El tiempo se les paso
muy rápido, y de no ser por las caras de enfado de los camareros, y los
movimientos de luces del local, no se hubieran dado cuenta de que el bar estaba
ya cerrando. Una vez ya en la calle, Alejandro acompaño a Claudia a su casa.
Durante el transcurso del camino, el agradeció su apoyo y su ayuda a Claudia, a
lo que ella contesto, que las gracias se las debería de dar ella a él. Tras
llegar allí y despedirse de ella, espero a que Claudia entrara a su portal, y
se dirigió a su casa.
NUEVA YORK:
Jack continuaba impaciente, a la espera de que Daniel,
despertara y le contara cual había sido el descubrimiento realizado en España.
Incluso había estado tentado a despertarlo, pero prefirió no hacerlo y así
dejarlo descansar. Aparte no quería levantar sospechas que pudieran delatarle.
El teléfono de Daniel, comenzó a sonar y le saco de su
descanso. Jack escucho que el profesor, cogía el teléfono y comenzaba a hablar
con alguien. Se alegró porque por fin Daniel había despertado.
Cuando Jack escucho que Daniel terminaba la llamada, toco la
puerta de su habitación, y tras darle los buenos días, le comento si quería que
le preparara algo de almuerzo, cosa que a Daniel le pareció un ofrecimiento
estupendo.
Daniel fue a darse una ducha, mientras Jack comenzaba a
preparar unos huevos revueltos, y unos filetes. Tras ducharse y cambiarse de
ropa, Daniel se dirigió a la cocina, donde Jack le esperaba ya con un rico
tentempié.
Durante el tiempo que estuvieron comiendo, hablaron de todo
lo que había pasado en España, y de las nuevas personas que había conocido.
Jack le intentaba sacar más, y aunque empezaba de nuevo a impacientarse, se
mostraba tranquilo y relajado. Poco a poco la conversación se iba acercando al
descubrimiento del collar de Alejandro.
Daniel le empezó el descubrimiento del collar, y los sueños
idénticos de Claudia y Alejandro. También le dijo que estaban buscando a un
arqueólogo, que había dirigido varias expediciones en Abydos, y donde en una de
esas expediciones, habían encontrado una cámara con unas pinturas casi
idénticas al collar de Alejandro.
Tras almorzar, Daniel le comento a Jack que necesitaba
encontrar el lugar donde se hallaban unos diarios, de esas excavaciones. Lo
único qué Daniel sabia es que esos diarios, se encontraban en Nueva York pero
desconocía el paradero. Jack en todo momento se ofreció encantado para ayudarle
a todo lo que necesitara, así aprovechaba y podía seguir todos los pasos en la
investigación de Daniel.
Una hora después, Daniel se dispuso a salir a la calle para
hacer unos pequeños recados, a lo que Jack aprovecho, para entrar en su
habitación, y sacar su pequeña caja, que siempre guardaba en secreto.
Marco el número de teléfono que tenía apuntado en un pequeño
papel, y tras tres tonos, una voz grave le contesto. Jack, tras darse a conocer
dijo a su interlocutor:
“Maestre, el quinto símbolo ha sido localizado. Se quien
conoce su ubicación. Me gustaría tener su permiso para vigilarle”.
El maestre, tras unos segundos de silencio, le dijo a Jack
que tenía permiso para vigilar a Daniel, y que estarían en contacto, para irle
dando órdenes nuevas. Una vez finalizada la corta conversación, Jack, volvió a
guardar su pequeña caja, y se dirigió a la calle con la intención de seguir los
pasos de Daniel.
En un barrio céntrico, no muy lejos de allí, el Maestre,
reflexionaba sobre las palabras que acababa de escuchar. El Maestre O’Donell,
era el jefe espiritual, de una secta milenaria, encargada de custodiar y
preservar un secreto, que de salir a la luz, podría cambiar los destinos de la
humanidad. Este grupo, o secta, se la podía denominar Fantasma, ya que aunque
siempre se escuchó hablar de ella, nunca nadie había podido confirmar su
existencia. Pero lo cierto era que “La Hermandad de los siervos de Amon Ra” era
muy real.
BARCELONA:
Había amanecido en casa de una persona, que sin él sábelo, se
iba a convertir en una de las piezas claves de un misterio mítico.
Esta persona, tenía cincuenta años, el pelo totalmente
blanco, y gracias a una asistenta, la casa siempre recogida e impecable. Vivía
solo, y en su habitación, los muebles y armarios, estaban llenos de recortes de
prensa de distintas partes del mundo, una gran cantidad de fotos suyas, y un
montón de informes.
Llevaba unos meses sin
ir a ningún sitio, y sin trabajar en nada, aunque ese detalle nunca le
preocupaba debido a que descendía de una de las familias más influyentes de la
cuidad, y aunque no tuviera mucho trato con ellos, poseía parte de una jugosa
herencia, por lo que el dinero nunca le faltaba.
Después de haber desayunado, se dirigió al cuarto de baño, y
comenzó a llenar la pila de agua caliente, con la intención de afeitar sus
barbas de una semana. Empezó a echarse gel en la cara y una vez expandida esta,
al coger la cuchilla para comenzar el afeitado, el teléfono comenzó a sonar.
Hizo el amago de ir a contestar, aunque prefirió seguir con su afeitado, y ya
después ver quien lo había llamado.
Tras el afeitado, se encendió un cigarrillo y se acercó al
teléfono para ver quien le había llamado. Miro el número, y al ver que este no
era conocido, dio a la tecla de borrar y se acercó al salón, donde se sentó en
su sillón, encendió la televisión, y se dispuso a ver algo mínimamente
interesante, aunque a esas horas, poco interés había en la televisión.
Estuvo un rato haciendo
zapping, ya que ninguno de los canales de televisión que iba visionando,
le llamaban la atención. Finalmente llego a un canal de documentales, que
estaba ofreciendo la vida de las Ballenas, y ante la falta de contenidos
interesantes, se acomodó para verlo.
No habían pasado ni diez minutos, y ante la lentitud del
documental, el sueño, aunque hiciera poco que se había despertado, comenzaba a
hacer mella en el. Estaba casi dormido, cuando de pronto, el teléfono comenzaba
nuevamente a sonar. Se levantó del sillón, y se acerco hasta el para ver quien
llamaba, y vio que el numero era el mismo que había llamado cuando este se
estaba afeitando.
Descolgó el teléfono, y tras preguntar quién era, una voz
masculina le preguntaba si ese era el domicilio de Don José Luis Dalmaut. Este
dijo que si, y que era el mismo, a lo que la persona que llamaba, volvió a
preguntar si era el famoso Arqueólogo.
Dalmaut sonrió, y dijo que con Arqueólogo, era más que
suficiente, y así mismo, pregunto que con quien tenía el gusto de hablar.
La persona que llamaba, se presentó como un gran amante de la
civilización Egipcia, con un gran problema que esperaba que el, pudiera ayudar
dando un poco de claridad. Dalmaut, extrañado, le dijo que no creía que le
pudiera ser de utilidad, ya que el solo era un simple arqueólogo, pero aun así,
si le dijera de qué se trataba el problema, lo mismo le podría asesorar, y
ayudar en lo que estuviera en su mano.
El Arqueólogo, comenzó a escuchar las palabras que salían de
su teléfono, y su rostro iba cambiando por momentos, ya que esta persona, le
estaba diciendo que poseía un extraño collar, idéntico a unos dibujos, de una
extraña cámara, que años atrás había descubierto.
Después de contarle todo, Dalmaut le pregunto, si no sería
mejor que se pusiera en contacto con alguien, que le pudiera ayudar, a lo que
este hombre le comento, que ya lo habían hecho y que contaban con la ayuda de
un profesor de Nueva York, llamado Daniel Mullrray. Dalmaut, se llevó una gran
sorpresa, a la vez que alegría, ya que sabía mucho acerca de los estudios, y
las teorías de Daniel, motivo por el que le tenía mucho respeto. No lo conocía
en persona, pero sabía mucho sobre él. Después de una larga conversación, se
despidieron, con la promesa de Dalmaut, de estar en contacto, y saber cómo va
el progreso de sus investigaciones.
Tras colgar el teléfono, Dalmaut, con una extraña sonrisa se dirigió
a su habitación, y tras coger una carpeta, fue al teléfono y marco un número
que tenía apuntado en la carpeta. Esa llamada, era una conferencia a un barrio
de Londres. Al contestar desde el otro lado, Dalmaut dijo: “Robert amigo,
prepárate por que comienza la acción”.
VALLADOLID:
Alejandro colgó el teléfono, y con una emoción contenida,
llamo a Claudia, para contarla que había conseguido localizar a Jose Luis
Dalmaut, y que este había accedido a estar en contacto con ellos, y ayudar en
lo poco que pudiera. También ya de paso, aprovecho para quedar con ella y
comenzar a intentar descifrar el misterio del collar.
Después de hablar con Claudia, quiso llamar a Daniel, pero se
dio cuenta de la diferencia horaria, y decidió esperar un tiempo más para no molestar, ya que seguramente estaría
durmiendo.
Alejandro aprovecho la mañana para realizar unas gestiones
pendientes, y para visitar a su madre. Tras acabar las tareas, y estar un buen
rato visitando a su madre, se dirigió a un centro comercial cercano, donde
había quedado con Claudia. Eran ya las dos de la tarde, por lo que una vez que
se encontraron allí, decidieron acercarse a un local de comida rápida y comer
algo allí.
Estaban empezando a comer sus hamburguesas, cuando el móvil
de Alejandro empezó a sonar. El número que aparecía en pantalla era de
Barcelona, y Alejandro al contestar, se llevó una agradable sorpresa. Se
trataba de Dalmaut, que tras haber estado meditando, todo lo que Alejandro le
había contado, había decidido formar parte de esa aventura que pintaba tan
emocionante.
Además así podría conocerles en persona, y poder dialogar y
cambiar impresiones con su admirado Daniel.
Esa noticia, alegro de manera muy grande, los ánimos de
Claudia y Alejandro, motivo por el cual los chicos se abrazaron de forma muy
efusiva. Ya no podían esperar más y tras terminar su comida, se dirigieron a
uno de los teléfonos públicos del centro y telefonearon a Daniel, para contarle
las novedades, y la inminente llegada en dos días del Arqueólogo.
Una vez marcado el número de teléfono, Daniel contestaba con
gran alegría, y comenzaron a contarle todas las novedades. Tras un rato de
conversación, una vez finalizada, Claudia y Alejandro, salieron del centro
comercial, y se fueron a casa de este, a seguir buscando por internet.
NUEVA YORK :
Daniel, nada más colgar el teléfono, se dispuso a preparar
unas maletas con ropa y efectos personales, con la intención de salir cuanto
antes con destino a España, y encontrarse con sus compañeros de aventuras. Jack
al verlo, le pregunto qué pasaba, y tras contarle todo, Jack le pidió permiso
para acompañarle. Daniel quedo sorprendido, porque no le cuadraba mucho la
petición, más que nada debido al trabajo de Jack, a lo que este le comento que
hacia quince días que lo habían despedido. Daniel entonces, le dijo que no
había problema, y así se distraía un poco y cambiaba de aires.
Comenzaron a buscar por internet, vuelos a Madrid, y tuvieron
suerte, ya que encontraron plazas libres en uno que volaría en dos días. Daniel
entonces aprovecho para bajar a una tienda cercana con la intención de comprar
algunas cosas que le pudieran hacer falta.
Jack, en el momento que se quedó solo, cogió el teléfono y
llamo a su trabajo, para decirles que un familiar suyo había tenido un
accidente bastante grave, y que tenía que salir inmediatamente del país. Su
encargado le dijo que solo disponía de cinco días, por lo que Jack le dijo que
estaría más tiempo fuera y que si decidían despedirlo lo entendería.
A continuación, hizo una nueva llamada, esta vez al Maestre,
para contarle estas últimas novedades. El Maestre le ordeno, que siguiera todos
los pasos de Daniel, y le tuviera vigilado en todo momento, así como al resto
del grupo. Sus órdenes fueron que se convirtiera en la sombra de todos, y
pactaron un horario para pasar información una vez a la semana.
Una vez concluida la conversación, el Maestre se quedó
durante unos instantes en silencio y totalmente pensativo. Confiaba mucho en
Jack, aunque el hecho de saber que entre las personas de ese grupo se
encontraba Dalmaut, le preocupaba bastante. Dalmaut conocía todos los secretos
y leyendas de Abydos, así como su territorio, y por mucho que Jack intentara
torpedear esa expedición, no era seguro el resultado que se podía conseguir.
El Maestre entonces, cogió nuevamente el teléfono, y tras
marcar el prefijo de El Cairo, continuando marcando los dígitos del número de
teléfono. Ese número, pertenecía a dos sicarios de la Hermandad, a los que se
les iba a encomendar la tarea de seguir los pasos de Jack, por si este no
lograba su cometido, y de ser esto así, realizar ellos dicho cometido.
Zahi Sawhan y Mahu Aiumm, sonrieron tras la llamada del
Maestre, ya que llevaban bastante tiempo sin pasar a la acción. Estos dos
sicarios, eran conocidos en la hermandad, por su gran sumisión y lealtad a la
causa. Aunque algunos altos cargos habían mostrado su disconformidad, debido a
la excesiva violencia, con la estos a veces actuaban. Aunque siempre habían
sido excusados y defendidos por el Maestre. La misión que se les había
encomendado, no parecía fácil, aunque si veían que las cosas se torcían, no
dudarían en volver a utilizar la violencia si hiciera falta.
Mientras tanto no muy lejos del hogar del Maestre, Jack
comenzaba a preparar su maleta, aunque faltaran dos días para su marcha, pero
no quería andar con prisas. Cogió de nuevo el teléfono, y llamo a Emily, para
contarle su viaje inmediato y así despedirse de ella, hasta la vuelta. La
noticia no hizo más que empeorar aún más las cosas, hasta tal extremo que la
propia chica, se negó a quedar con él para despedirse. La tristeza al colgar el
teléfono, se apodero de Jack, porque aunque el amor que sentía por Emily era
muy fuerte, la misión encomendada por la hermandad, era más prioritario para
él.
VALLADOLID:
Habían pasado dos días ya desde la última conversación con
Daniel y Dalmaut. Amanecía en la cuidad, y Alejandro se disponía a ir a buscar
a Claudia, a su domicilio, ya que era el día en el que los nuevos compañeros,
se unirían a ellos.
Lo primero que harían seria ir a buscar a Dalmaut al
aeropuerto, ya que tenía prevista su llegada a las once de la mañana. Le
acompañarían a un hotel donde había reservado una habitación, ya que aunque
Alejandro se había ofrecido a acomodarle en su casa, este lo había desechado
para poder estar más tranquilo.
La llegada de Daniel y
Jack, no se produciría hasta la tarde noche, por lo que estarían todo el tiempo
con el Arqueólogo, hasta la llegada de todos.
Al llegar a casa de Claudia, los dos se dirigieron al
aeropuerto. Una vez allí se acercaron a la zona de llegadas, miraron en los
paneles informativos, por si el avión de Barcelona, venía con retraso, ya que
no había nadie más allí esperando. Claudia y Alejandro, quedaron muy
sorprendidos, ya que según los paneles, hasta las ocho de la tarde, no había
prevista ninguna llegada procedente de la ciudad Condal. Se acercaron al punto
de información para preguntar, y les dijeron lo mismo que habían visto en los
paneles.
Alejandro y Claudia se quedaron apenados, ya que no era lo
que esperaban, pero aun así decidieron regresar por la tare, por si habían entendido
mal a Dalmaut. Decidieron salir de allí y regresar a la ciudad, cuando de
pronto, una voz les hizo girarse, debido a que los estaban llamando por su
nombre.
Se trataba del arqueólogo, el cual se había imaginado que
eran ellos, debido más que nada a que no había nadie más allí esperando.
Dalmaut una vez saludado a los chicos, les comento que había venido en un avión
privado, motivo por el que no salía en los paneles informativos.
Tomaron algo en la cafetería, y tras una agradable
conversación, los tres se dirigieron en dirección al hotel donde tenía una
habitación reservada. El trayecto transcurrió de forma muy agradable, ya que
ninguno dejaba de hablar. Una vez llegados al hotel, vieron aparcado allí un
coche grande. Cuando bajaron del coche de Alejandro, de ese coche grande
salieron dos hombres trajeados, y tras saludar a Dalmaut, comenzaron a sacar
maletas y cajas grandes, para llevarlas a la habitación del arqueólogo.
Claudia miraba a Alejandro con cara de no entender nada, y
este a ella con la misma cara. Dalmaut se dio cuenta y tras echarse a reír, les
comento que solo eran unas cuantas cosillas para comenzar de inmediato las
investigaciones. Una vez llegados todos a la habitación, los dos hombres
comenzaron a desembalar el contenido de las cajas. Se trataba de tres
ordenadores de última generación, y un receptor de señales satélite.
Una vez todo colocado y funcionando, Dalmaut les empezó a
enseñar fotos de Abydos, así como información guardada de allí. El Arqueólogo,
aparte de no tener ningún tipo de problema económico, era una persona a la que
la gustaba acumular el máximo posible de información, acerca de sus decisiones.