lunes, 17 de abril de 2017

El Misterio Estelar: Capitulo 4





CAPITULO 4: EL AMULETO.

“Toc toc”
La puerta de la habitación sonaba, ya que alguien te llamaba. Al abrir un camarero con un carro con comida les metía un menú para 3 personas, y después de colocarle la mesa les servía en los platos.
 Tras recibir una propina por parte de Dalmaut, el camarero abandonó la habitación y les dejo a los tres todo preparado para empezar a comer.
 Durante la comida, estuvieron intentándose conocer un poco más.
 Dalmaut era una persona que gracias a herencias, y a sus trabajos, poseía una valiosa cantidad de dinero, y al no tener familia ni nadie con quien compartirlo, lo utilizaba en investigaciones y expediciones arqueológicas.
 Los sueños y el medallón de Alejandro, le habían convencido bastante para unirse al grupo, aunque lo que más le decidió a ello fue el saber, que el célebre profesor Daniel Mullrray  era uno de los integrantes de este grupo.
Dalmaut admiraba a Daniel y sus teorías acerca de las pirámides y su construcción.
La comida se celebró en todo momento en una gran armonía, y después de ella siguieron hablando de toda clase de temas.
Alejandro miro el reloj y vio que se acercaba la hora de la llegada de Daniel, por lo que después de decirles al resto que iba a buscarle, se levantó y se encaminó hacia la puerta camino de la calle.
Por su parte, Claudia, decidió quedarse junto a Dalmaut, para que no se sintiera extraño, y así aprovechar para descubrir algo más de las expediciones que este había realizado años atrás.
Habían pasado unos veinte minutos, cuando Alejandro llegaba a la estación de autobuses, y en esos instantes, a muchos kilómetros de allí, dos personajes siniestros, embarcaban en un avión que les conduciría, en unas pocas horas, hasta España.
Los sicarios de la hermandad, habían decidido no dar ningún margen de confianza a Jack, y tratar ellos el asunto, desde el primer momento.
Lo primero que harían, seria localizar al grupo, y vigilar discretamente todos sus movimientos. Si por algún casual, descubrieran algo acerca del secreto que custodia la hermandad, pasarían a la acción, eliminando de forma inminente, a todo aquel que considerasen un peligro.
Quince minutos después de llegar a la estación, la megafonía anunciaba la llegada del autocar con destino de Madrid. En cuanto entro por la estación, Alejandro pudo ver a Daniel al lado de la ventanilla, en una de las primeras filas del vehículo.
Nada más bajarse del autocar, Daniel y Alejandro se abrazaron y se dispusieron a recoger el equipaje. Daniel le presento a Jack, y le explico quién era, y que se había ofrecido a ayudar, debido a que a el también le apasionaban esos temas.
Una vez recogido el equipaje de ambos, los tres se encaminaron en dirección al coche de Alejandro, para en breve unirse al resto de sus compañeros. Claudia y Dalmaut esperaban.
Alejandro y Daniel fueron hablando durante todo el camino, acerca de los nuevos hallazgos, y de la sorpresa que se habían llevado con Dalmaut.  Jack por su parte fue, todo el camino mirando por la ventana, sin decir ni una sola palabra. Parecía estar más interesado en ir viendo parte de la ciudad, que en la conversación que los otros dos mantenían. Aunque lo cierto era, que iba prestando atención a todo lo que hablaba Daniel y Alejandro. Alejandro de vez en cuando miraba a Jack por el retrovisor, y algo dentro de él le hacía sentir un mal presentimiento acerca de su participación. Tras un rato de camino llegaban al parking del hotel, y después de bajar del coche se dirigieron los tres a la habitación de Dalmaut.
Una vez ya en la habitación, y después de las presentaciones, el buen ambiente reinaba entre todos. Por una parte Daniel y Dalmaut, dialogaban  sobre sus cosas y en otro punto de la estancia, Claudia les contaba lo que Dalmaut les había enseñado a Alejandro y a Jack. Tras un buen rato de charla, Dalmaut llamo a Alejandro, para en compañía de Daniel, hablarle un poco más acerca de la Hermandad. Dalmaut era de la opinión de que tras esa secta, se hallaban varias muertes misteriosas ocurridas en las excavaciones de Abydos.  Incluso el mismo temió por su vida, cuando encontró la cámara con los dibujos parecidos al collar.
Mientras los tres seguían hablando, Claudia intentaba en vano, dar conversación a Jack, pero este parecía más interesado en lo que hablaban los otros, que en lo que le estaba contando Claudia. Después de un largo rato hablando, Alejandro comento a Daniel y a Jack que podían ir a su casa para que dejaran el equipaje, y si querían se dieran una ducha y se cambiarán de ropas.
Dalmaut y Claudia empezaría a buscar algo nuevo, en el potente ordenador de este, mientras Jack volvía a ponerse nervioso, y aunque él quería ver qué buscaban en el ordenador, se dio cuenta de que debía de irse con Alejandro y Daniel para no levantar sospechas.
Hecho esto los tres se fueron a casa de Alejandro, y en el momento que hubieran terminado, volverían al hotel para reencontrarse con Dalmaut y Claudia.  En el coche camino a su casa, Alejandro y Daniel seguían hablando de todo un poco, y Alejandro volvía a sentirse incómodo con Jack, ya que desde que habían salido del hotel se le notaba como intranquilo.  Ya en casa de Alejandro, y después de bajar los equipajes, Daniel decidió darse una ducha y Jack se sentó en el sofá y se puso a ver la tele. Alejandro le ofreció algo para beber o comer, a lo que Jack respondió con un movimiento de cabeza negativo, sin dejar de mirar la televisión.  Tras un rato, Daniel salió de la ducha y Jack como si tuviera mucha prisa en ducharse, pego un brinco en el sillón y se dirigió a la habitación, para coger algo de ropa y acto seguido se encaminó al aseo.
Una vez que ya entro en el aseo,  Alejandro estuvo a punto de comentar con Daniel algo sobre sus presentimientos, aunque prefirió no hacerlo, pensando que serían paranoias suyas.  Por su parte Jack, nada más entrar, y después de cerrar con el seguro la puerta, encendió la ducha y metiéndose en el último rincón del baño, teléfono al Maestre para contarle que no sabían nada de la Hermandad ni del secreto y aparte, le dio la localización de la casa de Alejandro y también del hotel de Dalmaut.  El maestre entonces le dijo que no diera ningún pasó en falso que pudieran descubrirlo delante del resto del grupo, y que se mantuviera en todo momento tranquilo y atento ante los pasos que estos pudieran dar.
 Tras terminar la conversación, Jack ahora si se preparó para ducharse mientras que el maestre telefoneaba  a sus sicarios, para darle todos los datos que había recibido.  La orden era clara, cuando todo el grupo estuviera junto los dos estarían vigilando todo lo que pudieran, y en el momento que se separaran irían cada uno a un lugar distinto.
 Pasaron varios días en los que los cinco buscaban sin éxito nuevos datos que les pudieran ayudar en algo.  Jack se había integrado muy bien al grupo, y de la sensación que ofreció el primer día poco quedaba ya.
De pronto algo ocurrió que nadie se esperaba.
 Dalmaut navegaba por internet, cuando de pronto encontró una página que trataba de símbolos extraños en excavaciones egipcias, pero lo que le hizo detenerse en esa publicación fue que uno de los enlaces, estaba relacionado con “Abydos”.
Al comenzar a mirar el enlace, Dalmaut  sonrío ya que salían fotos de una de sus excavaciones, para luego quedarse sorprendido, ya que aparte de las fotos de la cámara secreta había otras con los dibujos de la forma del collar.
De pronto el artículo arrojó una gran sorpresa, ya que dicho artículo estaba firmado por una persona muy conocida por él.
 Se trataba de un antiguo amigo y colaborador suyo llamado, Robert Young y aunque llevaba bastante tiempo sin estar en contacto, habían sido muy buenos amigos.  Dalmaut  siguió mirando esa página, y descubrió que su amigo se había especializado en los símbolos extraños, y que aparte de eso trabajaba para un museo en Berlín.  También observó que al final de la página, venía un teléfono de contacto por lo que sin dudarlo, lo marcó en su móvil para hablar con él.
 Una voz de mujer respondía  a la llamada, y preguntaba que en que lo podía ayudar . Dalmaut después de presentarse, pidió poder hablar con Robert, a lo que la misma voz de mujer le comento que permanecería a la espera.  Tras unos segundos de música, una voz muy familiar contestaba en un perfecto alemán.
Dalmaut después de decirle que le cambiara de idioma, empezó a meterse con él.  Estuvieron un rato recordando viejos tiempos, y riéndose de anécdotas vividas tiempo atrás.  Tras esos primeros minutos, la conversación fue girando hacia sus investigaciones y hacia el nuevo rumbo que Robert había tomado.
Dalmaut después le contó un poco por encima todo lo que estaban investigando, y la aparición del collar de Alejandro.  Tanto Dalmaut como Robert sabían que ese collar, era una de las piezas claves en esta investigación, por lo que Robert le indicó que le diera una dirección de correo electrónico a poder ser posible encriptado, para poderle mandar documentación y posibles pistas acerca de todo.
 Una vez que concretaron el asunto, terminaron la conversación y Dalmaut se dispuso a esperar el correo de su amigo.  Minutos más tarde, en la bandeja de entrada del correo de Dalmaut,  aparecía el mensaje de Rober.  Dalmaut comenzó  a revisar el correo, que aparte de fotos contenía documentos acerca de Abydos,  de la simbología del collar, y de la secta de la Hermandad de Amón Ra. También el correo incluía un mapa con las localizaciones donde se había sabido de la existencia de alguno de los collares.
 Tras examinar todo lo que le habían mandado, Dalmaut pensó que lo mejor sería ir a los lugares donde había habido rastro del collar.  Quizás podrían encontrar alguna pista que les  desvelará algo más de este misterio.
 Llamo sin más dilación a Daniel, para que se reunieran cuanto antes con él.  En menos de media hora, Daniel y Jack llegaban al hotel de Dalmaut,  mientras Alejandro iba en busca de Claudia para llevarla allí también.  Una vez que todos estuvieron con Dalmaut,  este empezó a explicarle en qué consistía el plan, debido a las nuevas informaciones que su amigo Robert le había proporcionado hacía poco tiempo.
Todos aceptaron el nuevo plan.  Claudia y Alejandro se miraban con cara de emoción, ya que veían que su sueño podía empezar a hacerse realidad.  También Daniel se sentía muy emocionado, ya que empezaba a ver que su gran sueño de descubrir algo importante, se le empezaba a poner en bandeja.
 Momentos más tarde Dalmaut,  en un momento que se quedó a solas con Alejandro, le comento que partirían de viaje en unos 15 días y que su primera parada sería París.
Comenzaron a preparar la táctica del viaje, cuando de pronto el teléfono personal de Dalmaut comenzaba a sonar.  Tras contestar, reconocido rápidamente que el que llamaba era Robert.
En un principio a Dalmaut le extrañó la llamada, ya que no hacía mucho que habían hablado, pero pensó que quizás se le hubiera olvidado contarle algo.  Ni mucho menos era así, ya que la voz de Robert era seria y con un tono preocupado.  Lo primero que le dijo fue que buscara algún sitio donde pudiera hablar sin que nadie le escuchara.
 Dalmaut se dirigió al servicio, y una vez allí le dijo que ya podía hablar con seguridad.  Robert le comento que si había leído el artículo que le había mandado sobre la Hermandad de Amón Ra, a lo que Dalmau le contesto que sí pero que no creía que existieran una secta como la que ese artículo relataba.  Robert le cortó enseguida y le dijo que la existencia de esta hermandad era verídica, ya que llevaban bastante tiempo investigándolos, incluso habían puesto nombres y apellidos a muchos de sus miembros.
También le comentó, que su líder espiritual, era un hombre de mucho poder en Estados Unidos, y que incluso tenían fotos de él en varios actos públicos, con gente muy importante de aquel país.
Robert, también le preguntó que si podía confiar en la gente que le estaba ayudando, a lo que Dalmaut  le contestó que no sabía dónde quería llegar con todo esto que le estaba diciendo.
Robert dejo de dar rodeos y fue directamente al grano, comentándole que dos de los sicarios de esta hermandad habían volado de El Cairo hacia España, y que precisamente se encontraban en la misma ciudad en la que ellos estaban, y que era mucha casualidad ya que ellos habían descubierto algo que esta hermandad, trataba de custodiar a toda costa.
 Además estos dos sicarios, eran de los más peligrosos y violentos de la Hermandad, y siempre se les había relacionado, aunque sin éxito, con misteriosas desapariciones de gente que se había acercado a su causa.
Dalmaut no daba crédito a lo que estaba escuchando, ya que no podía desconfiar de nadie, porque todos tenían mucha implicación con la investigación.  Una vez terminada la conversación, Dalmaut  permaneció unos minutos pensativos, y decidió salir a contarles a todos lo que le acababan de contar.  Tras contarles a todos lo que pasaba, quedaron un poco preocupados y al verlos así Dalmaut comentó, que lo mejor era partir hacia París al día siguiente,  y así despistar a los dos sicarios que según Robert le seguían los pasos.
Esa noche decidieron pasarla todos juntos en el hotel,  mientras fuera, un coche con dos ocupantes, parecía no tener prisa en marcharse, ya que llevaban casi toda la tarde sin moverse del sitio y sin salir del coche. Sin duda no era casualidad que estos dos hombres se encontraban allí, y no se movieran del lugar.  Los sicarios del Maestre, se estaban tomando muy en serio su trabajo, aunque aún no sabían que en una habitación del hotel que vigilaban, cinco personas sabían de su existencia, y estaban empezando a tramar un plan para despistarlos.  Jack en un descuido del resto, puso un mensaje desde su móvil al Maestre, en el que le decía que los sicarios habían sido descubiertos y que se iban a dirigir a París para despistarlos.  El Maestre, después de recibir el mensaje, medito durante unos minutos y decidió que lo mejor era, no avisar a los sicarios y dejar que los demás se marcharán hacia París, creyendo haber burlado la vigilancia de estos. De esta forma conseguirían. que los cinco creyeran estar a salvo, y Jack le mandaría información de cada paso que dieran.  Además en París, también había seguidores de la Hermandad, por lo que ya no estaría solo y tendría con quien poder controlar las andanzas del resto del grupo.
Las horas iban pasando, y el grupo ultimaba  todos los detalles para su viaje.  El mayor problema era cómo ir a los domicilios de Alejandro y de Claudia, para preparar algo de ropa y recoger los enseres de Daniel y Jack, sin que los dos sicarios sospecharan al ver los equipajes.
Dalmaut  les comentó que no había problema, ya que los dos hombres que habían traído su equipaje y todas sus cosas, aún seguían en Valladolid, y podrían acercarse ellos a recoger todo. Una vez arreglado ese problema, sólo quedaba arreglar cómo saldrían del hotel, sin que nadie les viera.
 Dalmau y Daniel salieron de la habitación, y se dirigieron a hablar con el director del hotel.  Una vez en su despacho, le medio engañaron, y le dijeron que necesitaban salir cinco personas del hotel. Pero que les tenía que ayudar a salir por algún sitio que no fuera la puerta principal. Dalmaut  al ver que  el director se quedaba un poco sorprendido, saco unos cuantos euros de su bolsillo y se los dio guiñándole un ojo y le dijo, que confiaba en  su discreción.
 También le dijo que saldrían a las 7 de la mañana. El director miro el dinero, y tras ver qué había más de 100 €,  se lo guardo, les sonrió, y les comento que no habría ningún problema.
Ya de vuelta en la habitación, todos picaron un poco de comida, y después decidieron intentar dormir un poco.  Dalmaut  y Alejandro se quedaron bastante tiempo charlando, ya que Alejandro nunca había salido de España, y quería saber un poco de cómo era el país que en breve iban a visitar.
Sobre las 2 de la madrugada el teléfono sonó en la habitación y Dalmaut  se apresuró a cogerlo,  para así no despertar a los demás que ya dormían.  Era el director del hotel, que tras saludarlo, le comento que en la plaza número 13 del garaje había una furgoneta blanca de reparto con el equipaje de todos y a las 7 de la mañana, un chófer les estaría esperando en ella,  para llevarnos hacia el aeropuerto.  Dalmaut  colgó el teléfono, y le comento a Alejandro que aún seguía despierto, lo que había hablado con el director.
 Continuaron hablando un rato más, hasta que el sueño se apoderó de ambos y se durmieron. Mientras en la puerta del hotel, los dos sicarios seguían dentro del coche, con gestos de aburrimiento, debido al nulo movimiento de su vigilancia.  Las horas pasaban, y cada vez quedaba menos para emprender el viaje, que les llevaría a París, en busca de respuestas que pudieran aclarar algo más las cosas.
 Todos dormían tranquilamente excepto Claudia, que aparte de la agitación que tenía, un sudor frío la estaba recorriendo todo el cuerpo.  De repente se despertó dando un grito y medio llorando, debido al sueño que acababa de tener.  Alejandro y Daniel también se despertaron, y vieron como Claudia estaba en un estado de histeria que les hizo levantarse a toda prisa, y acudir hacia el lugar donde ella se encontraba, e intentar calmarla.  Tras calmarse un poco rompió a llorar, diciendo que porque estaba pasando esto.
Más tarde les contó que tenía mucho miedo, ya que había visto a todos en su sueño, y lo estaban pasando muy mal.
Alejandro la abrazo y la empezó a acariciar la cabeza para tranquilizarla, hasta que de nuevo Claudia se durmió.  Por su parte Daniel se quedó bastante preocupado, ya que empezó a sospechar que los sueños de Claudia y de Alejandro pudieran ser premonitorios y realmente estuvieran en peligro. Todo esto, unido a las prisas por salir de Valladolid, y la aparición de los dos sicarios que les vigilaban ayudaban a ello.
Sonó el despertador y Dalmaut lo apago y se levantó dispuesto a despertar al resto.  Primero fue a Daniel, luego a Jack, pero de pronto vio que los sitios donde debían dejar Alejandro y Claudia estaban vacíos.  Miró en el baño y  allí no había nadie.  Daniel y Dalmaut se miraron con gesto de preocupación, pero sin decirse ni una sola palabra.  De pronto escucharon que alguien intentaba abrir la puerta, y como un auto reflejo cogieron lo primero que encontraron y se pusieron tras la puerta.  La puerta comenzaba a abrirse, y Jack con un gesto rápido, a punto estuvo de estrellar una botella en toda la cabeza de Alejandro.
 Alejandro y Claudia habían bajado a la cafetería en busca de unos bollos y alguna bebida caliente para que el resto desayunara, pero a punto habían estado de recibir más de un golpe del resto.
Ciertamente el nerviosismo se había apoderado de todo el grupo, aunque en realidad era lógico, debido a que nunca ninguno de ellos, habían pasado por una situación de este nivel.  Ya una vez todos calmados, Dalmaut les arengó el hecho de que hubieran bajado a la cafetería, ya que podían haber puesto en peligro su plan de fuga.
Tras unos momentos tensos, y una vez calmados del todo los cinco empezaron a desayunar. Después de desayunar, y acabar de arreglarse, esperaron a que llegara la hora de su marcha. El timbre de la puerta sonó, y Dalmaut tras mirar el reloj, y ver que eran las 6:55, abrió la puerta y enseguida el director del hotel le dio los buenos días, y les pidió a todos que lo acompañara.
Les condujo por un pasillo hasta el ascensor de personal, y tras meter una llave en una cerradura colocada en el lugar del botón de llamada, se abrió una puerta y una vez dentro el director marco la tecla del sótano. El ascensor les dejo en un pequeño pasillo que conducía al garaje, y allí ya con la furgoneta en marcha, un chófer con un mono de mudanzas puesto les indico  que entraran  en ella por la parte de atrás.  El último en subir fue Dalmaut, que tras agradecer al director su ayuda, se despidió de él diciéndole que ojalá, pudiera volver al hotel ya que le habían tratado como en su propia casa.  Una vez dentro de la furgoneta ya todos, el chofer comenzó su viaje en dirección al aeropuerto.
Nada más salir del garaje,  todos se agacharon para no ser vistos por los sicarios del Maestre,  que seguían en el coche vigilando.  Tras girar la esquina, y entrar en otra calle, se volvieron a incorporar, y ya sí pudieron sentarse cómodamente hasta llegar al aeropuerto.  Mientras en la puerta del hotel, los sicarios seguían vigilando algo que ya no se encontraba allí.  Seguramente que en el momento que descubrieran que habían sido burlados, se enojaría mucho e irían con más ganas a por los cinco.
La furgoneta tras salir de la ciudad, se dirigió al aeropuerto, donde tras unos pocos minutos llegaban a el. Una vez allí, y sin parar, entraron directamente a una zona privada y restringida para personal no autorizado, donde ya esperaba el avión privado de Dalmaut.  Tras salir de la furgoneta, todos fueron subiendo al avión a excepción de Dalmaut, que justo en esos momentos recibir una llamada de Robert.
Robert le preguntaba por cómo había ido todo, a lo que este último le dijo que sin ningún problema, y que los sicarios, gracias a la ayuda del director del hotel, no se habían dado cuenta en ningún momento de su fuga.  También le comento que una vez que estuvieran acomodados en algún lugar, se dirigieran al Museo del Louvre, donde había algún objeto curioso que les podría ser de ayuda en sus investigaciones. pero que la forma de conseguirlo ya tendría que ser por sus propios medios.
Dalmaut  nuevamente, le dijo que no entendía las indirectas, y que fuera más claro.  Realmente y  desde siempre,  Robert  nunca iba al grano, y estaba siempre dando rodeos para contar algo.  En las excavaciones que protagonizaron los dos, siempre solían acabar discutiendo por este motivo.  Robert fue más claro y le dijo, que en una de las salas del museo, se hallaba una vasija egipcia encontrada en unas excavaciones de un equipo Arqueológico Alemán, con unos símbolos extraños parecidos la escritura egipcia de la primera dinastía, aunque por las pruebas realizadas tenía bastante más antigüedad.  Dalmaut le comento, que esperaba que no le estuviera insinuando el hecho de que lo intentará robar, a lo que Robert riéndose,  le contesto que lo único que tenía que hacer era burlar la vigilancia y giran un poco la vasija, para copiar esos signos y luego intentan descifrar su significado, que seguramente les podría dar alguna pista muy buena sobre su búsqueda.  Una vez hablado todo, Robert le dijo a Dalmaut  que si necesitaba algo cuando estuvieran en París, no dudará en llamarme.
 Dalmaut apagó el teléfono y entro al avión, donde el piloto esperaba para poner rumbo a Francia.  Ya en pleno vuelo el gesto de Dalmaut era calmado, y una sonrisa iluminaba su cara. Daniel se acercó con la intención de preguntarle a qué se debía la sonrisa, a lo que Dalmaut le contestó, que era debido, a que estaba inmerso en la mayor de las aventuras que nunca había imaginado.
Si lo que estaban buscando, se convirtiera en realidad, sería el mayor descubrimiento de la historia.  Algo que había sido buscado por muchísima gente, y que nunca nadie jamás lo había encontrado.   Y todo ello gracias a dos jóvenes desconocidos, que  estaban más cerca que nadie de conseguirlo, debido al collar y los sueños de suyos. Daniel le dijo entonces a Dalmaut, que él había decidido participar en esta aventura desde el primer encuentro que tuvo con ellos, debido a la sinceridad y preocupación que demostraron, y al collar, ya que había estudiado a fondo ciertos escritos relacionados con lo que antiguamente se consideraba como el oráculo sagrado de Amón Ra.
 Desde los primeros faraones, hasta el mismísimo Napoleón, o el mismísimo Hitler había ansiado encontrarlo, ya que quien poseyera el oráculo, cambiaría la evolución de la humanidad a su antojo.  Aunque claro está, que esto nunca había sido demostrado, y solamente se trataba de una leyenda, aunque los últimos hallazgos encontrados acerca del ejército de Cambises, hacían que la leyenda fuera cogiendo cuerpo, y se acercará más a la realidad.
El viaje estaba siendo de lo más tranquilo posible, y ya quedaba menos para llegar al destino. Por una parte Dalmaut y Daniel continuaban charlando de sus cosas, por otra parte Alejandro y Claudia intentaban aprovechar para echar una cabezadita, mientras que Jack estaba pensativo sin quitar la mirada de la ventanilla. En parte el motivo de que Jack estuviera así, era debido a la misión, ya que ahora mismo se encontraba solo, sin nadie que en un momento dado le pudiera ayudar.
 El maestre le había dicho que siguiera adelante con la misión, aunque lo cierto es que no tardaría mucho en comunicar a los sicarios la nueva situación del grupo.  Además la Hermandad tenía siervos en todo el mundo, por lo que aunque él no lo supiera, no estaría solo.
 Otro motivo del ánimo negativo de Jack, era por culpa de su novia Emily ya que su relación estaba deteriorada, y  este viaje tan rápido no iba a ayudar a mejorar las cosas y él lo sabía de sobra.
Tras 2 horas de viaje en avión aterrizaba en el aeropuerto de París.  Después de bajar los equipajes, se dirigieron todos a la zona de llegadas, y tras pasar por la aduana se dirigieron en dirección a la calle, con la intención de buscar un taxi que los llevará al hotel, aunque debido a que eran cinco, y que llevaban todos equipajes, tuvieron que acudir al hotel en dos taxis.
 En uno de ellos Alejandro y Claudia, que no dejaban de mirar de un lado al otro, sobre todo Alejandro ya que nunca había salido de España, y no quería perder detalle.  En el otro Dalmaut y Daniel charlaban en los asientos traseros, mientras que Jack, al igual que Alejandro y Claudia no perdía detalle de las calles por las que pasaban.
El camino del aeropuerto al hotel, sería muy turístico, ya que se encontraban en pleno centro de París.  Dalmaut, antes de salir de España, ya había reservado 3 habitaciones en ese hotel.  En una estaría solo Claudia, mientras que las otras dos serían una para Jack y Daniel, y la otra la compartirían Dalmaut y Alejandro.
Llegaron al hotel y tras bajar los equipajes, todos entraron al hall donde un hombre con traje y corbata saludaba en francés a Dalmaut . Por lo visto Dalmaut, era conocido en ese hotel,ya que el trato que le estaban dispensando era muy familiar.  Después se acercó a la recepción, donde le fueron entregadas tres tarjetas de control, para poder entrar en sus habitaciones.  Dejaron las maletas en la recepción, donde un chico joven las cargo en un carrito, y les pidió que lo acompañaran.
 Una vez ya en las habitaciones, todos aprovecharon para acomodarse y deshacer los equipajes.  Una hora más tarde quedaron en la cafetería del hotel, donde picaron algo y comenzaron a hacer el plan de la búsqueda de la vasija del Museo del Louvre.
 Mientras en otra parte del mundo el Maestre, que había recibido ya noticias de Jack, se disponía a llamar a su sicarios para darles órdenes nuevas.  Tendrían que ser más cuidadosos, y trabajar con más discreción, para no ser descubiertos de nuevo. Aunque el Maestre estaba muy extrañado de la forma en que habían sido descubiertos.
Aunque Jack no le hubiese mencionado nada de ninguna ayuda externa,  el sospechaba de que sí que existía.  Lo primero que hizo al hablar con los sicarios, fue decirles que habían sido burlados, y les emplazó su nuevo destino.
 Eso sí, esta vez era distinto, ya que no quería que se acercaran a ellos por nada del mundo. Estarían en París, pero solo en caso de emergencia extrema entrarían en acción.  Jack le iría informando, y el iría estudiando la situación para decidir si le ayudaban o no.
 Lo más importante para el Maestre era la discreción, y lo último que pretendía era que se creara publicidad sobre este tema.  Después de hablar con ellos, el Maestre hizo una nueva llamada.  Esta vez la llamada era a una persona que se hallaba en París, y que tras contestarle recibió una serie de órdenes que quería que cumplieran.  Pero esta vez eran unas órdenes distintas,  ya que en vez de torpedear la expedición, esa misteriosa persona era ordenada a ayudar al grupo de Daniel y Dalmaut.
 El Maestre colgó el teléfono, y tras quedarse mirando fijamente a un cuadro que presidía sus aposentos exclamó...
“Será duro guardar en secreto, pero juro que se hará lo posible para que así siga siendo”