¿CÓMO SE CONSTRUYÓ?
El más grande de los enigmas converge en los dos millones de bloques de piedra que dan forma a la imponente pirámide de Keops. Con sus 230 metros de base y 147 de altura.
En realidad, se desconoce si fue el propio Keops y no alguien anterior el responsable de su construcción. También se desconoce si realmente es un tumba (jamás se ha encontrado una momia en una pirámide), si aún existen cámaras secretas en su interior y, sobre todo, se desconoce cómo se construyó.
Veamos algunas hipótesis para intentar explicar cómo los antiguos egipcios, sin conocer el hierro o la rueda, fueron capaces de tal hazaña.
La obra, aparentemente, corresponde al faraón Keops, perteneciente a la IV dinastía, hacia el año 2.400 a. J.C.
Si analizamos sólo un poco esta hipótesis veremos como no cuadra con los datos que este inmenso monumento nos proporciona aún hoy. Su reinado duró 23 años, de los cuales dedicaría 20 a su inmortal obra. Por tanto, cada año 100.000 obreros debieron colocar un bloque de 2,5 a 10 toneladas cada 3,5 minutos durante 24 horas al día. Y ciertamente, resulta difícil imaginar tanta velocidad en el desplazamiento y colocación de tan enormes moles, además de que los egipcios de la IV dinastía jamás dispusieron de tanta mano de obra.
Consideremos, empero, desde la ortodoxía, las diversas teorías que se han propuesto para explicar su construcción:
1ª) Es a la vez que la más popular, la más denostada. Se trata de la teoría de las rampas. Cobró fuerza a comienzos del pasado siglo, tras el hallazgo por parte del investigador germano Ludwing Borchardt, de una rampa de adobe y arena junto a una pirámide. A partir de aquí se originó la teoría de que se construyeron cuatro grandes rampas en torno a la Gran Pirámide que ascendían a medida que la obra ganaba en altura.
2ª) En realidad se trata de una actualización de la anterior teoría, y de hecho es la más aceptada en los círculos ortodoxos. La desarrolló el egiptólogo Mark Lehner, quien aseguro que no eran cuatro sino una sola rampa que circundaba a la pirámide.
3ª) Es la que cuenta con menos defensores y está propuesta por el experto Philippe Lauer, para quien esa rampa no daría la vuelta sino que se extendería en línea recta desde el centro de la construcción. Sin embargo, dicha rampa debería tener unos dos kilómetros de longitud y un desnivel del 30%, con la dificultad que ello implicaría para elevar por ahí tan enormes bloques. Y por si fuera poco, la rampa sería mayor que la propia explanada de Gizeh. Resulta a toda luces inaceptable.
Si analizamos detenidamente estas tres propuestas nos conducen a una paradoja más que grotesca: si están en lo cierto los defensores de las teorías de las rampas, habría que preguntarse también cómo las construyeron, puesto que serían por tamaño, por el peso que debieron soportar y movilidad, construcciones, si cabe, aún más impresionantes que la propia Gran Pirámide.
4ª) Según esta teoría, la Gran Pirámide fue construida gracias al uso de palancas que elevaban de una altura a otra los enormes bloques. Esto implica, además de grandes problemas en su traslado, el uso de miles de rodillos y millones, digo bien, millones de troncos, en mitad del desierto, donde la poca madera que hay es de una resistencia casi nula, además de que sólo disponían de palmeras, que eran parte importante de su sustento. Tampoco pudieron ser importados debido a la gran cantidad necesaria y a que nunca hubo mucho volumen de importaciones a lo largo de toda la historia del antiguo Egipto. ¿De donde los sacaron entonces?... Esta teoría resulta poco pertinaz.
5ª) Fue la que propuso Herodoto hace 2500 años. Escribió que la Gran Pirámide se edificó gracias al uso de una especie de máquinas que ascendían los bloques de una grada a la otra, tal como le narraron los sacerdotes egipcios con los que habló.
El más grande de los enigmas converge en los dos millones de bloques de piedra que dan forma a la imponente pirámide de Keops. Con sus 230 metros de base y 147 de altura.
En realidad, se desconoce si fue el propio Keops y no alguien anterior el responsable de su construcción. También se desconoce si realmente es un tumba (jamás se ha encontrado una momia en una pirámide), si aún existen cámaras secretas en su interior y, sobre todo, se desconoce cómo se construyó.
Veamos algunas hipótesis para intentar explicar cómo los antiguos egipcios, sin conocer el hierro o la rueda, fueron capaces de tal hazaña.
La obra, aparentemente, corresponde al faraón Keops, perteneciente a la IV dinastía, hacia el año 2.400 a. J.C.
Si analizamos sólo un poco esta hipótesis veremos como no cuadra con los datos que este inmenso monumento nos proporciona aún hoy. Su reinado duró 23 años, de los cuales dedicaría 20 a su inmortal obra. Por tanto, cada año 100.000 obreros debieron colocar un bloque de 2,5 a 10 toneladas cada 3,5 minutos durante 24 horas al día. Y ciertamente, resulta difícil imaginar tanta velocidad en el desplazamiento y colocación de tan enormes moles, además de que los egipcios de la IV dinastía jamás dispusieron de tanta mano de obra.
Consideremos, empero, desde la ortodoxía, las diversas teorías que se han propuesto para explicar su construcción:
1ª) Es a la vez que la más popular, la más denostada. Se trata de la teoría de las rampas. Cobró fuerza a comienzos del pasado siglo, tras el hallazgo por parte del investigador germano Ludwing Borchardt, de una rampa de adobe y arena junto a una pirámide. A partir de aquí se originó la teoría de que se construyeron cuatro grandes rampas en torno a la Gran Pirámide que ascendían a medida que la obra ganaba en altura.
2ª) En realidad se trata de una actualización de la anterior teoría, y de hecho es la más aceptada en los círculos ortodoxos. La desarrolló el egiptólogo Mark Lehner, quien aseguro que no eran cuatro sino una sola rampa que circundaba a la pirámide.
3ª) Es la que cuenta con menos defensores y está propuesta por el experto Philippe Lauer, para quien esa rampa no daría la vuelta sino que se extendería en línea recta desde el centro de la construcción. Sin embargo, dicha rampa debería tener unos dos kilómetros de longitud y un desnivel del 30%, con la dificultad que ello implicaría para elevar por ahí tan enormes bloques. Y por si fuera poco, la rampa sería mayor que la propia explanada de Gizeh. Resulta a toda luces inaceptable.
Si analizamos detenidamente estas tres propuestas nos conducen a una paradoja más que grotesca: si están en lo cierto los defensores de las teorías de las rampas, habría que preguntarse también cómo las construyeron, puesto que serían por tamaño, por el peso que debieron soportar y movilidad, construcciones, si cabe, aún más impresionantes que la propia Gran Pirámide.
4ª) Según esta teoría, la Gran Pirámide fue construida gracias al uso de palancas que elevaban de una altura a otra los enormes bloques. Esto implica, además de grandes problemas en su traslado, el uso de miles de rodillos y millones, digo bien, millones de troncos, en mitad del desierto, donde la poca madera que hay es de una resistencia casi nula, además de que sólo disponían de palmeras, que eran parte importante de su sustento. Tampoco pudieron ser importados debido a la gran cantidad necesaria y a que nunca hubo mucho volumen de importaciones a lo largo de toda la historia del antiguo Egipto. ¿De donde los sacaron entonces?... Esta teoría resulta poco pertinaz.
5ª) Fue la que propuso Herodoto hace 2500 años. Escribió que la Gran Pirámide se edificó gracias al uso de una especie de máquinas que ascendían los bloques de una grada a la otra, tal como le narraron los sacerdotes egipcios con los que habló.
Para poder comprender esta teoría no deberíamos olvidar una segunda vía de aproximación al misterio, que nos la otorga las medidas empleadas para edificar la obra.
Sabemos que para ello usaron un sistema métrico casi perfecto, basado en una unidad de medida conocida como «codo egipcio», que equivale a 52,39 centímetros. Si los multiplicamos por dos, tendríamos 104,78 centímetros, un dato muy importante, porque es la medida exacta del metro. Y es que más allá de los 100 centímetros impuestos, en los años sesenta del pasado siglo se descubrió que el dato exacto, y gracias a ello pudo iniciarse la carrera espacial, es el citado 104,78 centímetros.
Lo sugerido por Herodoto, y un conocimiento métrico exacto, sólo equiparado por el hombre moderno, apuntan a la posibilidad de que existiera en Egipto una sabiduría de la que apenas habrían quedado restos. A esto tenemos que sumar el hecho de que la pirámide de Keops, a diferencia de otras de su época, tenía las supuestas cámaras funerarias en el interior del monumento, no por debajo de él.
El manejo de los bloques, en este caso, implica una ingeniería muy desarrollada, por no citar la auténtica maravilla de la Gran Pirámide, su revestimiento de mármol de 25.000 bloques de 16 toneladas cada uno, pulidos a la perfección en un grado comparable al que se logra hoy con los espejos para telescopios (de hasta 5 m.). Cada bloque tenía 7 superficies planas de 3 m2 cada una. El revestimiento se mantuvo hasta el año 1250 de nuestra era, cuando los turcos otomanos empezaron a desmantelarlo para construir sus palacios, sólo se salvaron 40 bloques que quedaron protegidos por las dunas. Para llegar a conocer la precisión del tallado solamente se puede recurrir al Máser, aparato de última generación inventado durante esta década (Microwave Amplification by Stimulated Emission of Radiation, amplificador de microondas por la emisión estimulada de radiación. Es un amplificador similar al láser, pero opera en la región de microondas del espectro electromagnético y sirve para recibir señales muy débiles).
Los árabes llamaban a las pirámides "Las Luces" debido a que este revestimiento actuaba como un espejo que deslumbraba al mirarlo a cientos de kilómetros. La luz que reflejaba era como la del Sol debido a que fue pintada de amarillo (con Limonita).
A eso hemos de unir el perfecto ensamblaje de los bloques, entre los cuales apenas puede introducirse una cuchilla de afeitar.
Llegados a este punto, nos enfrentamos a la hipótesis final: como se puede apreciar por los datos expuestos, los egipcios pudieron utilizar para construir la Gran Pirámide alguna tecnología basada en un saber científico mayor del que se presupone para ellos, y al que se une el hallazgo del profesor Joseph Davidovits, director del Instituto de Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Florida, quien hace algo más de una década, analizó químicamente y con microscopio alguno de los bloques, descubriendo en su interior varias cosas extrañas: pelos, fibras y burbujas de aire…¿a que puede deberse?. Es un tema arriesgado pero hay que señalarlo. Davidovits piensa que los químicos del imperio egipcio fueron capaces de fabricar piedra o de ablandarla, facilitando así su manejo. Quienes defienden esta hipótesis se basan en ciertos grabados y jeroglíficos que podrían indicar que los egipcios eran capaces de hacerlo. Con todo, aún faltan las pruebas que lo demuestren.
Conviene señalar que todas estas teorías nada tienen que ver con la que atribuye a las enseñanzas de supuestos seres de otro mundo el mérito en la construcción de los monumentos situados en la meseta de Gizeh. No obstante, y como ya afirmé en la sección que dediqué a la Esfinge, quisiera recordar que en 1994 el investigador Robert Bauval y mas tarde Grahan Hancock divulgaron la teoría sobre la constelación de Orión, descubriendo que las pirámides de Gizeh fueron dispuestas como un reflejo en la Tierra de esta constelación. Pero lo verdaderamente intrigante de este hecho es que la fecha en que la disposición de las pirámides y Orión fue exactamente la misma nos lleva al año 10500 a. J.C. Una fecha en la que supuestamente aún ni siquiera existía la civilización. Lo mismo ocurre con el observatorio maya, a nivel astronómico, puesto que las observaciones que se podían hacer desde allí hace mil años eran casi perfectas, pero hace algo más de diez mil años eran milimétricas. Y otro tanto sucede con decenas de monumentos de la antigüedad, que ya iremos viendo. Parece como si algo importante hubiera ocurrido entonces…
En definitiva, la época de su construcción aún es un misterio, lo único que parece claro es que parece poco probable que el faraón Keops la construyera y que es más antigua de lo que se suele creer. Debido a que sus caras no son totalmente rectas sino que se curvan ligeramente hacia adentro y a su perfecta orientación al norte geográfico, el día del equinoccio el Sol incide de manera que la sombra parte exactamente en dos la cara norte.
En los años cincuenta se descifraron tablillas de arcilla descubiertas en la ciudad sumeria de Niniveh (hacia el 2550 a. J.C.); hablan de las pirámides como construcciones 6.000 años más antiguas que los egipcios. Estos textos vienen avalados al hablar también de la Tierra como del séptimo planeta, contando desde el exterior hacia el Sol, lo que tiene su mérito si tenemos en cuenta que Urano se descubrió en 1781, Neptuno en 1846 y Plutón en 1930.
Según nos adentramos en la historia y en la misma construcción los misterios salen por sí solos dando más que pensar. W. Simons descubrió por accidente que la pirámide posee un campo electromagnético cuando cubriendo una botella con papel humedecido recibió una descarga. Por lo visto las cinco losas graníticas colocadas una encima de otra separadas unos 3 metros actúan como una pila.
También sorprende que la obra más importante de toda la humanidad no quedase registrada en ningún lugar, no haya leyendas, relatos o simplemente dibujos en el interior que atestigüen quién fue su constructor y el motivo. De haber sido construidas por los egipcios las habríamos encontrado decoradas como acostumbraban, describiendo hasta los costos de la obra o la vida de su fundador.
¿Qué más misterios nos seguirá deparando la Gran Pirámide?
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