domingo, 19 de mayo de 2013

Teoría de la correlación de Orión

La Teoría de Correlación de Orión u OCT (siglas iniciales de Orion correlation theory en inglés) es una teoría formulada por Robert Bauval y Adrian Gilbert publicada por primera vez en 1989 en el volumen 13 de Discussions in Egyptology, y desarrollada a mediados de los años 90, en el libro The Orion Mystery, Unlocking the Secrets of the Pyramids (El Misterio de Orión, descubriendo los secretos de las pirámides). En 1994, la BBC la llevó a la televisión en el documental The Great Pyramid: Gateway to the Stars, con el que alcanzó gran repercusión.
Su tesis central afirma que existe una correlación entre el emplazamiento de las 3 pirámides de la meseta de Giza y la ubicación de las tres estrellas centrales del cinturón de Orión, y que esta correlación fue deliberadamente buscada por los constructores de las pirámides, al considerar que estas enormes construcciones orientadas hacia las estrellas (dioses) facilitaban el paso de los faraones a una vida después de la muerte, de acuerdo a la religión del Antiguo Egipto.
Algunos críticos de esta teoría argumentan que la configuración estelar de la constelación de Orión es de origen mesopotámico, y sólo habría sido conocida en Egipto miles de años después, durante la dinastía ptolemaica.

Sin embargo, las constelaciones introducidas en la época ptolemaica fueron las zodiacales, y Orión era por contra una de las pocas constelaciones inequívocamente identificable en el Egipto antiguo con el nombre de Sha, y a la que los egipcios relacionaban con Osiris. El nombre de Sah ya aparece en el Complejo de la pirámide en Saqqara donde fueron grabados, por primera vez, textos en las Pirámides, bajo el reinado de Unis (último rey de la V dinastía del Reino Antiguo) quien reinó alrededor del año 2340 a. C.
[[Archivo:Figuras de Sepdet (Sirius) y Sah (mitología egipcia) (Cinturón de Orion) representados in la tumba de Senenmut en Tebas. XVIII Dinastia. 1550 a. C. aprox..gif|thumb|Figuras de Sepdet (Sirius) y Sah (Cinturón de Orión) representado con tres estrellas en la tumba de Senenmut en Tebas. XVIII Dinastia. 1550 a. C. aprox.]]
El astrónomo Ed Krupp, del observatorio Griffith de los Los Angeles señaló que Bauval y Gilbert no revelaron en su libro que el mapa de las pirámides se había invertido para acomodar los resultados a la teoría. Sin embargo y dado que la correlación se produce mirando desde el norte de las pirámides de Giza hacia el sur, Archie Roy, profesor emérito de Astronomía de la Universidad de Glasgow, y Percy Seymour, astrónomo y astrofísico de la Universidad de Plymouth rechazaron públicamente el argumento de Krupp, incluyendo la acusación de que Bauval y Gilbert habrían invertido a propósito el plano de las pirámides.
Entre quienes apoyan la teoría también se encuentran la Dra. Mary Bruck y el Dr. Giulio Magli del Departamento de Matemáticas del Politécnico de Milán y experto en arqueoastrología.

Los autores afirman que lo que esta teoría propone va más allá de ser una simple coincidencia astroarqueológica. Dicen que las tres pirámides de Guiza (pertenecientes a los faraones Keops, Kefrén y Micerinos de la IV Dinastía) están alineadas con gran exactitud, pese a su monumentalidad, con el cinturón de Orión, es decir, forman una imagen de sus estrellas en la tierra. En la actualidad esto no es exacto: las tres estrellas de Orión forman un ángulo que difiere por unos pocos grados con el que forman las pirámides. Pero, si se calculan los cambios precesionales del cinturón de Orión a lo largo de los siglos, se comprueba que hubo un momento en que estas tres estrellas estuvieron alineadas exactamente igual en relación a la Vía Láctea que las pirámides en relación al río Nilo: hacia el 10.500 a. C. Robert Bauval realizó estos cálculos, que muestra en su libro "El misterio de Orión", y especula con la posibilidad de que sea en esta época en la que se concibió el proyecto maestro de las pirámides de Gizeh, aunque estas fueran construidas posteriormente en época histórica. Van más allá incluso, planteando que: no sólo estas últimas están dentro de la correlación de Orión, sino que también el resto de pirámides (construidas la mayoría en dinastías posteriores) tienen su imagen en el cielo; estas pirámides son las de Dahshur, Abusir, Zawyet el-Aryan y Abu Roash.

Además, y siempre según Bauval, los llamados “canales de ventilación” de la Gran pirámide de Guiza, descubiertos por R. Howard Vyse, y W. Dixon apuntan directamente a las estrellas. Las del lado sur apuntan a la constelación de Orión (desde la cámara del rey) y a la estrella Sirio (desde la cámara de la reina). Las cámaras del lado norte apuntan a la Osa Menor (desde la cámara de la reina) y a Alfa Draconis o Thuban (desde la cámara del rey), la estrella que hace unos 4800 años marcaba el norte.
Uno de los mayores críticos con la teoría de la correlación, el español Juan Antonio Belmonte, astrofísico y uno de los mayores expertos mundiales en arqueoastronomía del mundo afirma: Las suposiciones que fundamentan tamaño disparate no tienen desperdicio y además invalidan otras de sus hipótesis.

Por otra parte, el egiptólogo John Anthony West junto al geólogo Robert Schoch afirmó en su libro Sperpent in the Sky: The High Wisdom of Ancient Egypt que hace doce milenios, la Esfinge de Guiza fue construida representando el cielo de esa época y estaba basada en la dirección del punto vernal de la tierra que apuntaba directamente hacia la Constelación de Leo, teniendo la forma inicial de un león, que fue degradado por la erosión y posteriormente restaurado, recibiendo su actual forma mitad león mitad hombre. Argumentan que han encontrado marcas en la Esfinge que muestran una erosión por agua de lluvia. Durante la última glaciación que también data de esa época en la cual el Sahara era un auténtico vergel, donde llovía a menudo hacia el año 10500 a. C.


Los egiptólogos sostienen que la Gran Esfinge fue esculpida en el siglo XXV a. C., formando parte del complejo de la pirámide de Kefrén, y que su rostro puede representar la del propio faraón.
Las configuraciones estelares de la constelación de Leo y Virgo son también de origen mesopotámico, conocidas en Egipto durante la dinastía ptolemaica, miles de años después.



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