miércoles, 26 de febrero de 2014

Hoy en nuestros relatos: La Novia


La chica observa la luna a través de la ventana, es la única iluminación que hay en la pequeña casita, todo el lugar está a oscuras, pero curiosamente ella no siente miedo, las lágrimas que corrieron por sus mejillas momentos antes se han secado, y sólo quedan un par de líneas oscuras como testigos de su melancolía, sobre sus piernas está recostado su novio, el amor de su vida, el único chico que ha sabido tratarla de entre toda la galería de imbéciles con los que ha salido, sus ojos, su sonrisa, sus labios, su nariz, ese hermoso rostro al que tanto ama, la mira con infinita felicidad, ella, sonriendo, observa a su novio iluminado por la luna llena, enternecida, acerca sus labios a los de él y lo besa, y ambos se dan un apasionado y tierno beso…
Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había (siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con ella era su maldita adicción a las drogas…

Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara, gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo, que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos y la felicidad eterna…

Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el amor) de que ella ya estaba curada…

Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre, la chica le dijo:

- Te amo y siempre te amaré… - y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:

- Yo también…

Ambos siguieron mirándose sonreír…

Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en menos de lo que te imaginas…

- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...

- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…

- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al borde del llanto, dijo:

- Pe-pero…

- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca más! ¿Qué te parece eso?...

Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla, luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de darle una última oportunidad…

Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado de repente…

La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron, cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen, ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo, en la amplia sonrisa de la chica…

Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien, ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:

- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…

- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre…

Y una profunda sonrisa, repleta de amor y felicidad, cruzó el rostro de la chica...

...Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa, rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar, permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una semana…

Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica, empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado, arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que acabó sus días encerrada en un hospital siquiátrico, mientras observaba arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:

- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…


Autor:  Cosme García

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