domingo, 27 de abril de 2014
El Poltergeist de Enfield, Inglaterra.
En la ciudad inglesa de Enfield vivía en 1977 una familia de apellido Harper integrada por una madre separada y sus cuatro hijos: Rosa, de trece años; Janet, de once; Pedro, de diez, y Jimmy; de siete. La madrugada del treinta de agosto, las camas de Pedro y de Janet, que dormían en la misma habitación, comenzaron a moverse. Los niños comenzaron a gritar y la madre acudió inmediatamente en su ayuda. Los niños le contaron a su madre que la cama de Jane había comenzado a moverse sola y la madre creyendo que se trataba de una pesadilla, los calmó y los acompaño hasta que volvieron a dormirse.
La noche siguiente el suceso volvió a repetirse; Esta vez fue la Sra. Harper quien vio cómo la cómoda de la habitación de sus hijos se movía, desplazándose unos cincuenta centímetros. Intentó ponerla en su lugar pero a los pocos segundos, la cómoda volvió a correrse como si tuviera vida propia. La Sra. Harper acudió a sus vecinos, quienes constataron que se escuchaban golpes misteriosos, y luego llamó a la policía. Pero ésta no pudo hacer nada. A la mañana siguiente, casi a la misma hora, los juguetes de los niños fueron arrojados por el aire como por una mano invisible. Los vecinos llamaron a la prensa y los redactores del diario Daily Mirror se pusieron en contacto con la Sociedad de Investigación Psíquica, la que envió a uno de sus miembros, Mauricio Grosse, un renombrado ingeniero consultor. Unos días más tarde, Guy Playfair llegó a Enfield para ayudar a Grosse.
Los lanzamientos y las caídas de objetos prosiguieron en presencia de ellos. A la casa llegó también una médium y, durante un trance, afirmó que el encantamiento se había centrado en la pequeña Janet y que muchas, “entidades” enviaban su energía a las auras de Janet y de su madre. La llegada de la médium al lugar pareció tener un efecto de calma sobre la familia y durante unos días las manifestaciones cesaron casi totalmente.
Durante la noche del 8 de septiembre, Grosse y tres reporteros que vigilaban oyeron un ruido en el dormitorio de Janet. Al subir a la habitación, vieron que una silla que estaba ubicada al lado de la cama de Janet había sido lanzada por el aire unos dos metros. En ese momento Janet estaba dormida y nadie había visto el movimiento de la silla. ¡Sin embargo, volvió a ocurrir una hora más tarde… y esta vez uno de los fotógrafos logró tomar una fotografía del evento.
A finales de octubre, la actividad paranormal había comenzado a tornarse peligrosa para los habitantes de la casa. Los muebles cambiaban de lugar, los cobertores de las camas eran arrancados, charcos de agua aparecían y desaparecían como por arte de magia. Una rejilla de la chimenea cayó sobre la almohada de Jimmy, muy cerca de su cabeza; Un radiador de gas fue arrancado de la pared. Incluso sucedían incendios espontáneos en distintos lugares de la vivienda y se extinguían solos sin dejar manchas o quemaduras.
Grosse y Playfair trataron de comunicarse con la “Entidad” por medio de golpes y raps, experimento a través del cual lograron saber que la fuerza paranormal que allí existía había habitado la casa durante treinta años. Más tarde, los niños vieron siluetas y sombras en la casa. Frente a numerosos testigos, la “entidad” zarandeó un poco a las dos niñas y dejó un mensaje diciendo que rehusaba partir.
Pensando que el poltergeist podría ser obra de Rosa y de Janet, la Sociedad de Investigación Psíquica envió esta vez un equipo de investigadores al lugar de los hechos, pero no lograron encontrar ningún indicio de fraude. De hecho, quedó claro que todo giraba en tomo a Janet. Esta presentaba, cada vez más, señales de “posesión”, tales como convulsiones, trances, etc. En diciembre, el poltergeist agregó silbidos y ladridos a su panoplia y la entidad, a través de una voz desencarnada, dijo llamarse Joe Watson. A continuación, cambió varias veces de voz y de identidad, insistiendo siempre sobre el hecho de que hablaba por una persona muerta. El poltergeist empezó a mostrar otros talentos y a atacar cada vez con mayor violencia a Janet, tratando de estrangularla con las cortinas y persiguiéndola con un cuchillo que flotaba por el aire. El lugar empezó a tener mal olor, los dos peces rojos fueron encontrados muertos en su pecera y aparecieron mensajes obscenos en los muros. Otro médium intervino, entonces, para “cuidar las auras de toda la familia” y la calma volvió por algunas semanas más.
Desde entonces, los sucesos sobrenaturales continuaron produciéndose de forma menos violenta, con apariciones furtivas de distintos personajes, entre los cuales hubo un doble de Mauricio Grosse. Janet tuvo que quedarse unos días en el hospital y durante ese tiempo la actividad del poltergeist desapareció por completo. En cuanto regresó, sintiéndose mucho mejor de salud, el fenómeno llegó a su fin. Un médium holandés llamado Gmcling-Mey puso fin, en forma definitiva, a las manifestaciones después de realizar, según dijo, una intervención en el “plano astral”. Finalmente en el mes de abril de 1979, todo terminó.
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