Esta caverna le sirvió como hogar a los
Beane durante los próximos veinticinco años. Al principio subsistían de
las pertenencias que habían robado a los distintos viajantes que fueron
asaltados y asesinados. Pero pronto sus necesidades iban a ser más
exigentes. El incesto era una práctica habitual en la caverna, de tal
forma que se mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e
hijos...
La
necesidad de comida iba en aumento, pues la familia seguía creciendo.
La solución a sus problemas, la seguían encontrando en los viajantes que
asaltaban, pero ésta vez transportaban el cadáver a la caverna, donde
era devorado. Se aficionaron a la carne humana.
Durante 25 años estuvieron
desapareciendo viajeros en las extensiones rocosas de Galloway; lo único
que se encontraba de los desaparecidos eran restos, partes de los
cuerpos halladas ocasionalmente en la costa. Estos hechos dieron lugar a
diferentes teorías. Una de ellas era que los viajantes podrían estar
siendo atacados por una manada de lobos; sin embargo, ésta hipótesis no
se sostuvo durante mucho tiempo pues no sólo desaparecían individuos que
viajaban solos, sino que también se echaron en falta a grupos de dos o
más personas. Otra explicación, era más descabellada: podría ser que los
terrenos rocosos estuvieran habitados por hombres lobo o demonios..
Una tarde, un grupo de 30 personas
regresaban a casa tras haber pasado el día fuera cuando escucharon unos
gritos delante de ellos. Al llegar a el lugar del tumulto se encontraron
con un hombre que se defendía pistola en mano contra una banda de
atacantes de aspecto salvaje. Cerca de él yacía su mujer en el suelo,
destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de
carne y se la comían cruda. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo
que veían. Al ser descubiertos, el clan de los Beane huyó hacia las
colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones.
La persona que aportó el testimonio
sobre lo ocurrido fue el marido superviviente del ataque. La historia
llegó a oídos del rey, el cual decidió tomar serias medidas: envió a 400
soldados acompañados de perros de caza a la zona; los perros hallaron
rápidamente la entrada de la caverna, el fuerte olor a carne les
facilitó la búsqueda. Los soldados penetraron en la cueva siguiendo el
pasadizo en forma de zigzag hasta llegar al hogar de los Beany. Allí
encontraron a 48 personas: Beane y su mujer, sus 14 hijos y 32 jóvenes,
fruto de los continuos incestos entre todos ellos. El lugar estaba lleno
de brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros.
Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de
conservarlos para los siguientes meses.
Tras ser descubiertos, el rey los
calificó como bestias salvajes no merecedoras de juicio alguno. Tanto
Swaney como los 36 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en
público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres de la familia, a
quienes les esperaba la hoguera.
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