La chica observa la luna a través de la ventana, es la única iluminación
que hay en la pequeña casita, todo el lugar está a oscuras, pero
curiosamente ella no siente miedo, las lágrimas que corrieron por sus
mejillas momentos antes se han secado, y sólo quedan un par de líneas
oscuras como testigos de su melancolía, sobre sus piernas está recostado
su novio, el amor de su vida, el único chico que ha sabido tratarla de
entre toda la galería de imbéciles con los que ha salido, sus ojos, su
sonrisa, sus labios, su nariz, ese hermoso rostro al que tanto ama, la
mira con infinita felicidad, ella, sonriendo, observa a su novio
iluminado por la luna llena, enternecida, acerca sus labios a los de él y
lo besa, y ambos se dan un apasionado y tierno beso…
Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían
calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había
(siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro
en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo
experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de
que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la
chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera
regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también
pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con
ella era su maldita adicción a las drogas…
Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara,
gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo,
que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él
había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por
fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos
y la felicidad eterna…
Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un
problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que
la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo
despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo
había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que
estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual
caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a
rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por
unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el
amor) de que ella ya estaba curada…
Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella
empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y
una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los
ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre,
la chica le dijo:
- Te amo y siempre te amaré… - y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:
- Yo también…
Ambos siguieron mirándose sonreír…
Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus
segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad
sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la
encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la
aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en
relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en
borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su
situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni
conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa
en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se
dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de
libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle
perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su
vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en
menos de lo que te imaginas…
- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil
oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de
acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...
- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…
- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me
necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de
la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al
borde del llanto, dijo:
- Pe-pero…
- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi
vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca
más! ¿Qué te parece eso?...
Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de
modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla,
luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y
arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de
darle una última oportunidad…
Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces
con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que
lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no
pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado
de repente…
La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos
detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de
sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura
parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura
que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería
que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron,
cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del
chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen,
ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le
provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo,
en la amplia sonrisa de la chica…
Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien,
ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado
por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo
estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:
- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…
- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre…
Y una profunda sonrisa, repleta de amor y felicidad, cruzó el rostro de la chica...
...Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el
rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa,
rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de
las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar,
permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado
de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías
que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos
humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que
los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la
cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el
cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado
antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que
había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una
semana…
Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica,
empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de
quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de
verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se
preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado,
arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la
aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que
acabó sus días encerrada en un hospital siquiátrico, mientras observaba
arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:
- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora
podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…
Autor: Cosme García
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