La reencarnación es la creencia según
la cual, al morir una persona, su alma se separa momentáneamente
del cuerpo, y después de algún tiempo
toma otro cuerpo diferente para volver a nacer en la
tierra. Por lo tanto, los hombres pasarían por
muchas vidas en este mundo.
¿Y por qué el alma necesita reencarnarse?
Porque en una nueva existencia debe pagar los pecados
cometidos en la presente vida, o recoger el premio de
haber tenido una conducta honesta. El alma está,
dicen, en continua evolución. Y las sucesivas
reencarnaciones le permite progresar hasta alcanzar
la perfección. Entonces se convierte en un espíritu
puro, ya no necesita más reencarnaciones, y se
sumerge para siempre en el infinito de la eternidad.
Esta ley ciega, que obliga
a reencarnarse en un destino inevitable, es llamada
la ley del “karma” (=acto).
Para esta doctrina, el cuerpo no sería más
que una túnica caduca y descartable que el alma
inmortal teje por necesidad, y que una vez gastada deja
de lado para tejer otra.
Existe una forma aún más escalofriante
de reencarnacionismo, llamada “metempsicosis”,
según la cual si uno ha sido muy pecador su alma
puede llegar a reencarnarse en un animal, ¡y hasta
en una planta!
Las ventajas
que brinda
Quienes creen en la reencarnación piensan que
ésta ofrece ventajas. En primer lugar, nos concede
una segunda (o tercera, o cuarta) oportunidad. Sería
injusto arriesgar todo nuestro futuro de una sola vez.
Además, angustiaría tener que conformarnos
con una sola existencia, a veces mayormente triste y
dolorosa. La reencarnación, en cambio, permite
empezar de nuevo.
Por otra parte, el tiempo de una sola vida humana no
es suficiente para lograr la perfección necesaria.
Esta exige un largo aprendizaje, que se va adquiriendo
poco a poco. Ni los mejores hombres se encuentran, al
momento de morir, en tal estado de perfección.
La reencarnación, en cambio, permite alcanzar
esa perfección en otros cuerpos.
Finalmente, la reencarnación ayuda a explicar
ciertos hechos incomprensibles, como por ejemplo que
algunas personas sean más inteligentes que otras,
que el dolor esté tan desigualmente repartido
entre los hombres, las simpatías o antipatías
entre las personas, que algunos matrimonios sean desdichados,
o la muerte precoz de los niños. Todo esto se
entiende mejor si ellos están pagando deudas
o cosechando méritos de vidas anteriores.
Por qué
apareció
La primera vez que aparece la idea de la reencarnación
es en la India, en el siglo VII a.C. Aquellos hombres
primitivos, muy ligados aún a la mentalidad agrícola,
veían que todas las cosas en la naturaleza, luego
de cumplir su ciclo, retornaban. Así, el sol
salía par la mañana, se ponía en
la tarde, y luego volvía a salir. La luna llena
decrecía, pero regresaba siempre a su plena redondez.
Las estrellas repetían las mismas fases y etapas
cada año. Las estaciones del verano y el invierno
se iban y volvían puntualmente. Los campos, las
flores, las inundaciones, todo tenía un movimiento
circular, de eterno retorno. La vida entera parecía
hecha de ciclos que se repetían eternamente.
Esta constatación llevó a pensar que
también el hombre, al morir, debía otra
vez regresar a la tierra. Pero como veían que
el cuerpo del difundo se descomponía, imaginaron
que era el alma la que volvía a tomar un nuevo
cuerpo para seguir viviendo.
Cuando apareció el Budismo en la India, en el
siglo V a.C., adoptó la creencia en la reencarnación.
Y por él se extendió en la China, Japón,
el Tíbet, y más tarde en Grecia y Roma.
Y así, penetró también en otras
religiones, que la asumieron entre los elementos básicos
de su fe.
Un caso de Reencarnación
En la ladera de una colina con vistas al pueblo turco
de Hancagiz, Engin Sungur se volvió hacia sus
padres y dijo: "Veo el pueblo donde vivía".
ellos sabían, sin embargo, que él sólo
había vivido con ellos en Tavla, un pueblo más
grande a unos 4 km de Hancagiz. Lo que el niño
de dos años les estaba diciendo es que Hancagiz
había sido su pueblo en una vida anterior. Como
los Sungur son musulmanes-alevi que, al contrario de
sus vecinos, musulmanes-sunni, creen en la reencarnación,
reaccionaron con curiosidad más que con risas.
"¿De quién eres hijo?", le
preguntaron. "Soy Naif Cicek", respondió
y empezó a contarles circunstancias de su vida
anterior y que había ido a Angora poco antes
de morir. Luego, Engin pidió a sus padres que
le llevaran a Hancagiz.
Al principio los Sungur, quienes nunca habían
oído hablar de Naif Cicek, se negaron. Poco después
el pequeño Engin se encontró en la calle
con Gulhan Cicek, la hija del fallecido, la cual iba
al colegio de Tavla. Se dirigió a ella llamándola
"hija mía" y, viendo que la chica se
asustaba, le explicó que él era su padre.
Antes de este incidente no había habido ningún
contacto entre las dos familias pero, ante lo sucedido,
la madre de Engin decidió llevarlo a Hancagiz
para ver al resto de la familia.
En cuanto vio a la viuda de Naif Cicek la llamó
"esposa mía" e identificó por
su nombre a otros siete miembros de la familia. El niño
llegó a indicar un terreno asegurando que en
el pasado había sido suyo, lo cual resultó
ser cierto a pesar de que ya no formaba parte de la
finca. También describió con detalle cómo
había sido golpeado por una camioneta, conducida
por su hijo, al hacer marcha atrás. Además,
se supo que Naif fue a Angora a ver a un médico,
tal como había dicho Engin, y murió poco
después, en diciembre de 1979, a los 54 años.
Engin nació casi tres años después,
el 8 de octubre de 1982.
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