El número 92 de Second street
(Massachussets) era el hogar de Andrew Borden, un prestigioso e
importante hombre de negocios que había hecho su fortuna en el negocio
del algodón y era el presidente del banco de Fall River; allí vivía con
su 2ª esposa, Abby Borden, y sus dos hijas: Lizzie y Emma.
Mientras que Emma era de carácter frágil
e inconformista, Lizzie había heredado el carácter frío y distante de
su padre. Ninguna de las hermanas soportaba a Abby, pese a que ésta era
amable con ellas. Con frecuencia las hermanas comían en sus
habitaciones, para no verla. El señor Borden, que obsequiaba
frecuentemente a su esposa, compró una granja (que había pertenecido a
la familia de su esposa) y pensaba ponerla a su nombre; sus hijas se
sintieron desheredadas. Las escrituras se firmarían el 4 de Agosto de
1892.
Ese
día la primera en levantarse fue Bridget Sullivan, la sirvienta, más
tarde lo harían el señor y la señora Sullivan. Acompañándoles en el
desayuno estaba John Morse (hermano de la 1ª esposa de Borden). Esa
mañana Lizzie no desayunó con sus padres y Emma estaba en casa de una
amiga, a 25 km de Massachussets. Sin embargo, Lizzie bajó a la cocina a
tomar café, donde se encuentra con Bridget.
Después del desayuno, John se marchó,
Bridget limpiaba los cristales de la casa y Lizzie cambiaba las sábanas
del cuarto de invitados. A las 9:30 Andrew Borden se dirige a la ciudad
para comprobar cómo van sus negocios y regresa una hora más tarde, allí
se encuentra con Lizzie a la entrada del cuarto de invitados y ésta le
informa de que Abby ha tenido que salir; Andrew decide descansar en su
sillón y Bridget se sube a acostar en su habitación.
Sobre las 11:00 Bridget es despertada
por los gritos de Lizzie: "Baja en seguida, padre está muerto; alguien
ha entrado y lo ha asesinado". Pocos minutos después llega el doctor,
quien examina el cadáver y lo cubre con una manta. En ese momento Lizzie
le dice a Bridget que vaya a comprobar si su madrastra ha llegado, ésta
sube las escaleras y descubre el cadáver de Abby en el cuarto de
invitados, entre la cama y una cómoda.
Andrew Borden estaba en la misma postura
en que le vieron la última vez. Había recibido 11 golpes en la cara,
uno de los ojos se había salido de la cuenca y la nariz había sido
arrancada por completo, su rostro era un amasijo de carne sangrante.
Abby yacía boca abajo en el suelo; había sido atacada por detrás y tenía
un total de 19 heridas en la cabeza y espalda. El doctor observó que
había muerto antes que su marido ya que la sangre estaba coagulada. El
forense determinó que las heridas habían sido producidas por un hacha o
similar; la policía encontró en el sótano dos hachas sujetas a un tronco
de madera que servía como mango.
La principal y única sospechosa era
Lizzie, quién mantenía que el asesino había entrado por la cocina. El 7
de Agosto es sorprendida por una amiga mientras quema ropa en el horno
de la cocina, aunque ella asegura que son trapos viejos manchados de
pintura. El 11 de Agosto es detenida y acusada de parricidio.
Se
inició un juicio que fue el acontecimiento de la época: Lizzie
pertenecía a la alta sociedad y era difícil creer que una buena chica
asesinara a sus padres a hachazos de forma tan brutal. Aún así las
pruebas contra ella era abrumadoras: era la única que estaba en la 1ª
planta a la hora de la muerte de Abby, se comprobó que la ropa que había
quemado era la que llevaba la mañana de los asesinatos, y días antes,
había intentado comprar veneno en una farmacia.
Pero durante el juicio, abogados y
fiscales se retractaron de sus argumentos; llegando al extremo de pedir
perdón a Lizzie por haberla acusado del crimen.
El jurado anunció su veredicto:
INOCENTE; el juez estuvo de acuerdo con la decisión. Acto seguido,
Lizzie rompió a llorar y pidió que la llevaran a su casa. Aún así, sigue
siendo la parricida más famosa de la historia del crimen.
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