Fallecidos Echesortu y su mujer, dueños de la casa, la mansión es
heredada por familiares de la pareja, quienes la venden a Alfredo
Rouillón, quien no era sino esposo de una de las hijas de Ciro Echesortu
y su esposa, Hortensia Larrechea. Rouillón estaba casado con María
Hortensia Echesortu. Por esa razón bautiza a la mansión como villa
Hortensia y la pareja se dispone a vivir felizmente en la casa. Tienen
diez hijos y veintiséis nietos. Al parecer, todo marcha sobre ruedas,
pero la maldición con la que la familia Echesortu convivía desde la
dudosa adquisición de la casa comenzó a hacerse presente. Las crónicas
familiares indican que María Hortensia comenzó a sufrir una grave
depresión, de origen desconocido, que la habría empujado, acuciada por
una invisible desesperación, a arrojarse por una ventana, encontrando la
muerte. Ese rumor, negado por la familia, se ve confirmado por una
ventana en los altos de la casa, que permanece sellada hasta el día de
hoy y desde donde se habría arrojado la infortunada mujer.Los rumores sobre su encantamiento fueron tan fuertes, que algunos aseguraron que el gobierno de Hermes Binner contrató una medium para que mediante esta, María Hortensia otorgara permiso, para construir en el año 1996, el distrito norte de la Municipalidad de Rosario.
Mientras se realizaban los trabajos de mantenimiento y remodelación, los fenómenos aumentaron, luces raras, llantos, ruidos inexplicables, una voz rezando. Pronto, la casa tomó fama de mansión fantasmal.
Ahora que trabaja ahí la dependencia de gobierno, se han cambiado regularmente las empresas de seguridad ya que los guardias no quieren pasar la noche en una mansión embrujada, donde los ascensores se manejan solos, las sombras corren de un lugar a otro y los gritos no les permiten estar en paz.
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