Se cuentan con los dedos de una mano los
casos de niños que pudieron salvarse. Éstos mostraban comportamientos
variopintos. A todos se les tenía que atar de brazos y pies para evitar
que comenzasen a arrancarse los ojos de sus cuencas o desgarrarse la
carne. Y todos gritaban mensajes en un extraño idioma irreconocible.
Dado que todos los casos de suicidio
fueron de niños que recientemente adquirieron sus ediciones de Pokémon,
decidieron probar suerte poniéndoles una Game Boy ante sus narices. Al
verla, se calmaban. Pero cuando la encendieron, los niños empezaron a
chillar histéricamente y a morderse la lengua al escuchar el tema del inicio. No se pudo hacer nada.
Los pocos supervivientes murieron por tragar demasiada sangre…
Las autoridades confirmaron la sospecha de que los cartuchos de Pokémon fueron la causa inicial de tales comportamientos. Pero, ¿y los otros miles de niños que compraron el juego?
Afortunadamente y misteriosamente, tras esas primeras semanas no hubo más casos.
La historia de la leyenda es en esencia como sigue:
El Detective Nagaraki Sataoba, al cargo del caso junto a su grupo, recogió todos los cartuchos de los fallecidos y los guardó como pruebas. Lo primero que hizo fue interrogar al creador de la franquicia, Satoshi Tajiri.
-Os aseguro que yo no me he involucrado en la programación del juego – respondió Tajiri, sorprendido por la información que le proporcionó Sataoba.
-Sí he puesto un elemento secreto, pero no tiene nada que ver. Sígame.
Los detectives conocieron allí a Takenori Oota, un programador principal. Éste les aseguró que era imposible que un juego
pudiera ser causante de tantas muertes, y que probablemente se tratase
de un caso de histeria colectiva. Lo que sí escuchó era un rumor que
hablaba de un caso de unos niños que cayeron enfermos al escuchar la música de Pueblo Lavanda, pero que no era más que un rumor.
Los detectives decidieron probar los
juegos. Entonces continuaron la partida que los niños dejaron, en todos
los casos con un pokémon en el inventario y unos 15 minutos de partida
aproximadamente.
Era imposible que los niños hubiesen
escuchado la música de Pueblo Lavanda, pues no habían ni siquiera
llegado a Pueblo Plateado. No era pues la música, ni el título, ni el
inicio de menú. Tenía que ser algo que sucediese al inicio de partida.
Investigando el organigrama de Game Freak, descubrieron que uno de los programadores del juego se suicidó poco antes de sacar al mercado el juego: Chiro Miura, de 25 años. Al parecer era un hombre cerrado, oscuro, que aportó unos detalles finales al juego.
Investigando el caso, descubrieron unos
folios en que Chiro escribió estas frases con Tacker: “ENCUENTRA EL
ORÍGEN”. “DA LA VUELTA YA”. “VEN Y SÍGUEME”.
Aquello debía tener relación con el juego, aunque no tuviera sentido.
Había dos pistas:
Un co-programador llamado Nishino, al
que fueron a interrogar. Pero Nishino llevaba encerrado un mes entero en
su casa y no respondió a ninguna pregunta. Sólo dijo “¡dejadme en paz! Yo no soy el origen de todo esto…”, tras lo cual tomó una pistola de su escritorio y se disparó en la sien, salpicando de sangre a los detectives.
Posteriormente fueron a buscar al otro
programador: Sousuke Tamada. Al parecer Chiro le mandó una carta donde
salían las frases que él mismo escribió antes de morir, y donde se
hablaba de un elemento revolucionario que había introducido en el juego.
La conversación comenzó fluida:
-Buenos días. Nos permite hacerle unas preguntas?
-Cómo no.
-¿Es usted un programador del juego?
-Efectivamente. Yo di forma a las ideas de Satoshi Tajiri. Eso es todo.
-Así que se le da bien.
-Digamos que sí.
-¿Trabajabais en equipos, no?
Sousuke calló un momento.
-Estáis en lo cierto… –dijo vacilante.
-Usted tenía un compañero, llamado…
-Chiro Miura.
El ambiente se puso tenso.
-Sabía de su comportamiento, entonces.
-No lo conocía bien, sólo nos
encontramos unas cuatro veces para intercambiar datos. Pero os puedo
decir que era un tío cerrado y excéntrico, debía arrastrar algún trauma
de la infancia. Estaba siempre buscando la oportunidad para conseguir la
gratitud de cualquiera. Creo…
-¿Qué? ¿Qué cree?…
Sousuke se tomó un rato.
-Creo que era un hombre muy débil. Tenía ideas grandes, pero… ya sabéis, jeje.
-¿A qué vienen ésas risas?
-No era nadie especial. No se puede cambiar el mundo sólo con una idea. Has de ser alguien para recibir reconocimiento. Y creo que él era consciente de ello.
Los detectives callaron, sin saber cómo dirigir la conversación. Al poco, reaccionaron:
-¿Qué parte tocó Chiro del juego?
-Nada… digo, nada especial. Unos pocos detalles iniciales casi irrelevantes.
Sousuke parecía que iba a decir algo más, pero se lo callaba. Escondía algo.
-¿Qué más, señor Tamada? Usted sabe lo de las muertes de los niños, ¿no? Y Chiro estaba metido en el ajo, ¿no?
-¡Escribió parte del discurso del profesor Oak! ¡Ya está!
-¡Más cosas! ¡No se lo calle! ¡Usted trabajó con él! Seguro que es responsable de las muertes.
-¡No podéis demostrarlo!
-¡¿Qué cojones le hizo Chiro al juego?!, ¡responda!
-Hizo…hizo lo que le dije que hiciera
Silencio absoluto.
-¿Cómo?
-¿Queréis saber de qué va esto? Mirad.
Chiro era una mente brillante, pero era un inútil programando, y era un
maldito payaso. Hacía lo que fuera para no pasar desapercibido. Si
estaba en el proyecto era por su brillante idea. Y porque daba pena,
claro. Le decías “Haz esto” y lo hacía. ¡Ni se lo pensaba! ¿Cómo no iba a
aprovecharme de un pelele como Chiro? Las ideas son mías. Él las impuso
en el juego. Con su filosofía y mi influencia, conseguiríamos revelar un secreto que el mundo necesita descubrir.
Sousuke se acercó a la ventana. Los detectives sacaron sus armas.
-¡Aléjate de la ventana! ¿Qué no nos oyes? ¡Aléjate! ¡Último aviso!
-Al comenzar el juego, camináis hacia el
norte de Pueblo Paleta, y cuando tocáis la hierba, viene Oak a deciros
que es muy peligroso, ¿no? Bien, nosotros lo cambiamos. Imaginad que os
aventuráis solos…
-¿Qué quieres decir?
-Ibamos a colocar éste cambio a todos los cartuchos,
pero un error de encargo sólo nos permitió poner el cambio a una
primera tirada de juegos. Exactamente 151. Pero sólo han muerto 104
niños, eso es lo que me extraña…Quizá han caminado y no se lo han
encontrado aún…
-¡Apártate de la ventana! ¡No nos hagas disparar!
-¿Dispararme? ¡Ja! ¡Sois aún más idiotas
que Chiro! Él se dio cuenta de la que lió, y que podría iniciar una
cadena de caos, dado que el mundo no parece preparado para ésta revolución, y mirad, ¡se ha disparado! ¿Queréis saber qué puso Chiro en el juego? Iniciad nueva partida. Descubridlo por vosotros. Probad suerte, y quizá descubrís el secreto…
En un momento de flaqueza, Sousuke reaccionó y desarmó a uno de los detectives. Le cogió su pistola.
Los detectives estaban atónitos por lo que Sousuke les contó…
Sonó un disparo. Y otro. Y otro. Hasta
15 disparos. Parecía increíble, pero los detectives no se movieron,
encontrándose con la muerte. Lo que Sousuke no sabía es que Sataoba aún
estaba vivo, y llevaba un micrófono oculto en su camisa. Todo quedó
grabado. Tras los disparos se podía escuchar:
“……………..”
Un último disparo sonó. Los refuerzos
entraron en el piso y presenciaron una situación dantesca: cuatro
hombres muertos y uno en estado grave. Sataoba se recuperó, y decidió cerrar el caso, pues no recordaba el secreto.
Año 2001, 15 de marzo.
Sataoba llevaba ya 5 meses retirado; el
trabajo pudo con él. Justo ése día se celebraba con gran atención
mediática el 5º Aniversario de Pokémon y el gran éxito comercial que
supuso. Sataoba volvió a recordar las famosas 104 muertes de las que ya
nadie parecía acordarse. Se acordó de sus compañeros muertos. De
Nishino, que se mató ante él. De Chiro y sus mensajes póstumos. Incluso
de Tamada, el cerebro de tal brutalidad, muerto por suicidio. “Es hora
de que resuelva este caso yo mismo”, se dijo.
Estaba retirado, pero aún tenía acceso a
los archivos de la Policía. Retiró las cartas que una mujer dio a la
autoridad al enterarse del caso. ¿Sería la madre de Chiro o la de
Sousuke? Aunque eso no importaba. Cerró el archivo. A su lado, vio otro
que decía “Prueba #2104A”. Lo abrió. Era uno de los cartuchos de Pokémon Rojo
de la tirada maldita. Había 150 más, ya dispersos. Y uno de ellos
estaba delante de él. Su corazón iba a mil. Retiró una de las Game Boy
que se usaron en los experimentos con los niños hace ya cinco años.
Encendió la Game Boy. La música de Pokémon Rojo
estaba sonaba. Se puso los cascos. Estaba temblando. Empezó una partida
nueva, se puso nombre e inició su aventura. Habló con su madre, y se
dirigió a la ruta norte.
Por sus cascos escuchaba un murmullo:
“………”
A cada paso que daba, se acercaba más a
la hierba. Y con ello, se acercaba más a que el Profesor Oak lo
detuviese. O no. Quizá se encontraría con lo que Chiro puso en el juego.
Dio un paso. Oak no vino. Sataoba estaba paralizado.
La pantalla se desvaneció a negro. No se podía creer lo que veía.
¡Un Mew salvaje había aparecido!
Sataoba estaba exactamente en la misma situación que los 104 niños experimentaron. El Mew salvaje habló:
“SOY EL ORÍGEN DE TODO LO EXISTENTE. TODO LO QUE VES ALREDEDOR DE TU MUNDO ES PRODUCTO DE MI CREACIÓN.”
Sataoba empezó a apuntar lo que dijo.
Hasta que no pudo más. Cogió su vieja pistola y se disparó a través de
la boca, directo al cerebro. Al enterarse, las autoridades recogieron el
cartucho y la Game Boy. En su libreta volvían a aparecer las famosas
frases, las mismas que Chiro escribió…
El cuerpo de Sataoba, junto con los 104
cartuchos que retenían, fueron incinerados. Se decidió no cerrar, sino
eliminar el caso. No se podían tolerar más muertes.
Al año siguiente, los Eventos Pokémon
celebrados por todo el mundo distribuyeron a Mew por cable link a todos
los jugadores que lo deseaban.
Tajiri aún se hace el loco y nunca ha alegado que haya relación entre Mew y los suicidios. Pero su secreto salió a la luz: “Mi
plan era incluir a Mew como pokémon especial sólo conseguible por
Eventos Pokémon. En el guión del juego, Mew debía aparecer al inicio de
todo, como un deseo de buena suerte (no era consciente del terrible
cambio que Chiro y Sousuke le dieron a la idea), antes que viniera Oak a
buscarte (justo como ocurre en el primer episodio del anime, donde Ash
ve a Ho-Oh.) Al final lo dejamos estar. Es una lástima, pero no hay
ningún cartucho donde se pueda presenciar esto.”
Sin embargo Satoshi Tajiri estaba
equivocado: sólo se han incinerado 104 (los que la Policía confiscó) de
los 151 cartuchos. Eso quiere decir que AÚN RONDAN POR EL MUNDO 47
UNIDADES DE ESA EDICIÓN MALDITA…
Fuente: http://www.leyendas-urbanas.com/
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