Todo comenzó en Tetbury, una pequeña
localidad de cierta campiña inglesa situada a unos cuarenta minutos de
Oxford. Se dice que allí, hace muchos años, vivía una chica de
deslumbrante belleza llamada Mary Ann Sawford. Sus cabellos eran largos,
ondulados y de un dorado semejante al oro, su cuerpo era todo un
monumento y su rostro tenía facciones tan bellas y finas que parecía el
rostro de un ángel. Por todo ello Mary Ann estaba acostumbrada a ser el centro
de atención, un imán que por donde iba monopolizaba las miradas
masculinas y que, con una sola mirada de sus ojos azul-zafiro, era capaz
de hacer que cualquier chico del pueblo caiga rendido a sus pies.
Pero su apariencia era sólo el bello
envoltorio de un alma insensible y algo cruel. Detrás de su rostro
angelical latían una soberbia y una arrogancia sin límites pues Mary,
cegada por la vanidad y la superficialidad, creía que por ser tan
hermosa era superior a los demás, mirando casí siempre con desdén a las
otras personas, particularmente a aquellas que no habían tenido la
suerte de ser tocadas por la belleza. Fue así que aquella detestable
actitud de Mary consiguió que, con el tiempo, la envidia que las chicas
del pueblo le tenían acabase por transformarse en una peligrosa
combinación de celos y odio.
En su crueldad, Mary Ann encontraba un gran deleite en amargarle la vida a una chica jorobada de nombre
Elizabeth: la trataba con apodos, le lanzaba bromas denigrantes, la
dibujaba, entre otras cosas…Y todo eso durante años. Un día cruzó los
límites y humilló fuertemente a Elizabeth delante de Robert, el chico
que Elizabeth amaba. Esa noche Elizabeth lloró y juró que ya había
sufrido demasiadas humillaciones y que era hora de hacer justicia y
vengarse de Mary Ann. Quería hacerle algo horrible sin importar las
consecuencias, algo que le haga pagar por haber adoptado por tanto tiempo la actitud aborrecible de la niña mimada en la que se había convertido…
Tres días más tarde Elizabeth fue
arrestada después de lanzar una sartén de aceite hirviendo al rostro de
Mary. Mary Ann sobrevivió, incluso conservó la vista…pero el precio
fue muy alto, tan alto que ella habría preferido morir: su rostro
angelical quedó tan desfigurado por la severidad de las quemaduras que
parecía el de un monstruo infernal, su pecho y su cuello habían quedado
en un estado lamentable y había perdido una buena parte de su dorada
cabellera.
Dicen que la primera vez que vio su
nuevo aspecto estuvo toda la noche gritando, y que entró en una crisis
nerviosa tan terrible que sus alaridos estuvieron resonando por gran
parte de Tetbury hasta casi entrada la mañana. Jamás volvió a ser la
misma: se había transformado en un ser traumatizado y atormentado.
Pasaba todo el tiempo encerrada en su casa, no permitía visitas. Cubrió con viejas sábanas
todos sus espejos para así evitar el suplicio de mirar su horrendo
aspecto. Pasaba horas enteras peinándose el poco pelo que le quedaba
mientras se repetía una y otra vez que era la chica más bella del
pueblo. Cuentan que si pasabas cerca de su casa podías casi siempre
oírla sollozar, incluso dicen que a veces por las noches se ponía a
gritar como loca. Con el tiempo fue enloqueciendo cada vez más, aunque
no permaneció mucho tiempo mas entre los vivos, ya que después de que
perdiera su belleza: un día, incapaz de seguir aguantando su suplicio,
Mary destapó uno de sus espejos y, al ver su monstruosa imagen, comenzó a gritar, rompió el espejo y luego se cortó las venas con uno de los pedazos del afilado cristal…
Pasados unos días se encontró su cuerpo desangrado encima de los pedazos del espejo. Cuentan que nadie acudió a su funeral, el odio y envidia que había despertado en vida la habían dejado sola en sus últimos momentos.
Con el paso de los años empezaron a
nacer extraños rumores en Tetbury: se decía que el espíritu de Mary Ann
estaba penando y que hasta se podía invocar. Todo lo que había que hacer
era estar solo en tu casa de noche, escribir el nombre de Mary Ann en un espejo y luego acostarte. Supuestamente, a la mañana siguiente encontrarías el espejo roto y verías que tu reflejo
ha desaparecido para siempre, y en su lugar aparecerá el rostro quemado
de Mary Ann en cada espejo a tu alrededor, el espíritu te estará
vigilándo desde el más allá mientras se peina su raída melena…
En un comienzo creerás que se trata de
alucinaciones pero luego la verás cada vez más: en el cristal de la
ducha, en el vidrio de la ventana, en la pantalla del ordenador, en tus
sueños… Mas solo tú podrás ver el rostro aterrador de Mary Ann, nadie
más lo verá y si lo cuentas los demás pensarán que estás loco y al final
tarde o temprano acabarás tan trastornado como la propia Mary Ann…
Seguirás viéndola hasta que un día te
hartes y rompas uno de los malditos espejos en que Mary Ann te observa
peinándose. Pero cuidado: el día que hagas eso, ten por seguro que
morirás, ya que Mary Ann enfurecerá y mientras duermes poseerá tu cuerpo
y te obligará a suicidarte cortándote las venas con los afilados restos
del espejo igual que ella se quitó la vida abandonando su sufrimiento
en este mundo…
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