Gustavo Fernández,
investigador, sostiene que el exorcismo laico ha ganado terreno como
otra vía posible frente a los casos de posesiones y presencias malignas.
Un investigador de
fenómenos paranormales, impulsor de la autodefensa psíquica como escudo
ante el embate de entidades perturbadoras, abrió la puerta a un cambio
de paradigma en la instrumentación de los exorcismos, a partir de una
serie de técnicas que van por un carril separado de los rituales
religiosos aplicados para hacer frente a las posesiones demoníacas.
Gustavo
Fernández, que además de investigar estas temáticas es escritor,
sostiene que el exorcismo laico ha ganado terreno como otra vía posible
frente a los casos de posesiones y presencias malignas.
En diálogo con MAS ALLA DEL MISTERIO, Fernández apuntó que su enfoque se sostiene desde una "óptica parapsicológica", al que encuadra también dentro del criterio de "demonología laica", una postura que tuvo una fría recepción por parte de investigadores vinculados al abordaje de la cuestión desde los perfiles tradicionales. "¿Acaso cuando se hace una limpieza energética de entidades que afectan, por ejemplo, a los habitantes de una casa, no se lleva a cabo un exorcismo?", se preguntó Fernández. En ese sentido el especialista afirmó que "las iglesias cristianas han insistido siempre en las manifestaciones del exorcismo" y aseveró que "la existencia de entidades maléficas están presentes en todos los momentos de la historia de las religiones".
"De alguna manera -detalló- la representación que habitualmente suele hacerse de la función exorcística está asociada con las imágenes de los clásicos de la cinematografía que explotan -dijo- las posibilidades de la acción demoníaca en lucha con un religioso, sus rituales y sus símbolos"
Casos concretos
En diálogo con MAS ALLA DEL MISTERIO, Fernández apuntó que su enfoque se sostiene desde una "óptica parapsicológica", al que encuadra también dentro del criterio de "demonología laica", una postura que tuvo una fría recepción por parte de investigadores vinculados al abordaje de la cuestión desde los perfiles tradicionales. "¿Acaso cuando se hace una limpieza energética de entidades que afectan, por ejemplo, a los habitantes de una casa, no se lleva a cabo un exorcismo?", se preguntó Fernández. En ese sentido el especialista afirmó que "las iglesias cristianas han insistido siempre en las manifestaciones del exorcismo" y aseveró que "la existencia de entidades maléficas están presentes en todos los momentos de la historia de las religiones".
"De alguna manera -detalló- la representación que habitualmente suele hacerse de la función exorcística está asociada con las imágenes de los clásicos de la cinematografía que explotan -dijo- las posibilidades de la acción demoníaca en lucha con un religioso, sus rituales y sus símbolos"
Casos concretos
El
exorcismo laico que aplica, ahondó Fernández, consiste en un trabajo
sobre la psiquis de la persona poseída en la que el especialista pone
en juego el "poder mental" del operador. "A ese poder mental se llega a
través de un entrenamiento" afirmó, para definir así los alcances de
"un trabajo meditativo y no de una batalla" porque, aseguró, "el
conflicto no se traduce necesariamente en violencia escénica". Sobre
las herramientas y los recursos que ayudan en el momento de actuar
sobre un supuesto poseído, el investigador refirió "a la combinación de
fragancias encaminadas a despejar de vibraciones el ambiente donde se
procede a liberar al objeto de la posesión".
La acción para lograr la liberación de la persona afectada, añadió, implica un trabajo psíquico que "trae aparejadas visualizaciones de las entidades" que el operador percibe, al igual que "distintas sensaciones físicas y psíquicas que -puntualizó- hay que saber detallar". Acerca de ese contacto en la aplicación del exorcismo laico, Fernández aclaró que la percepción visual de las entidades a veces se expresa con "imágenes traslúcidas" y que la erradicación de la presencia a veces exige un trabajo más intenso "según sea la jerarquía" del ente que ejerza la posesión. A propósito de las jerarquías, Fernández apuntó que "llamar Diablo a la entidad que posee a la persona víctima de la situación es anecdótico. Si reconocemos la existencia de jerarquías en este tipo de situaciones, se entiende -concluyó- que algunas están en la punta del triángulo del poder y no serán seguramente, las encargadas de hacer el trabajo sucio sobre el poseído"
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