En nuestra sociedad acecha una raza particularmente despiadada del
ser humano conocido como el asesino en serie. Estas supuestas personas
son consideradas astutas y sombrías matando en un ciclo de violencia
realmente aterrador que se escapa a nuestra imaginación. Muchas personas
consideran que “estas personas” son encarnaciones del propio mal, demonios del inframundo actuando en nuestra realidad.
Sin embargo, el reino animal también tiene su propios “demonios encarnados” que se asemejan a la conducta de un asesino en serie. Estos “animales”
acechan en las selvas oscuras del mundo, en una búsqueda metódica de su
presa humana sólo para acecharla y atacarla por placer. Ellos parecen
mostrar una cierta inteligencia demoníaca, y una extraña habilidad para
evadir la captura o para desaparecer sin dejar ni rastro.
Tanto si se trata de locura, venganza, o simplemente por el gusto de
hacerlo, estos animales parecen matar no por una necesidad real para
alimentarse, sino que más bien parecen estar impulsados por una fuerza oscura.
En algunos casos, estos despiadados asesinos son más que un simple
animal, convirtiéndose así en fantasmas, espíritus, demonios o dioses, y
pasar del reino animal al folclore o al mito más oscuro.
Y tal
vez los asesinos más notorios entre todos los casos conocidos son los
devoradores de hombres de Tsavo, también conocidos comúnmente como “Fantasma y Oscuridad”.
Dos leones machos responsables de una matanza terrible en 1898 que se
cobró la vida de al menos 35 personas y según otros registros pudieron
llegar a matar a más de 135.
El incidente ocurrió en Kenia, África, en el río Tsavo, donde se
había iniciado la construcción de un puente para un ferrocarril en marzo
de 1898. El proyecto se llevó a cabo por los británicos, y dirigido por
el teniente coronel John Henry Patterson. Además del personal
británico, se emplearon una gran cantidad de trabajadores africanos e
indios para acabar el ambicioso proyecto.
Una tierra extremadamente seca, una implacable sabana llena de 3 metros de hierva alta conocido por los nativos como “el peor lugar en la tierra”.
Poco después de comenzar las obras del puente, los trabajadores
comenzaron a ser acechados por dos leones de Tsavo. En ocasiones, las
desafortunadas víctimas eran arrastradas de sus tiendas mientas eran
brutalmente asesinadas. Los leones eran increíblemente audaces, incluso
se atrevían a atacar a plena luz del día, llevándose a los trabajadores
sin ninguna oportunidad de defenderse.
Los
trabajadores aterrorizados intentaron tomar medidas contra los leones
asesinos mediante fogatas o vallas, aunque todos los esfuerzos fueron
infructuosos y no sirvieron para detener el derramamiento de sangre
causado por los animales endemoniados.
Fue entonces cuando
Patterson, bien conocido como un hábil tirador, se encargó detener a los
leones. Él preparó trampas, pero los leones tenían una misteriosa
habilidad para evitarlas. Patterson incluso llegó a utilizar un
artilugio de caza de origen indio conocido como machaan, que
era básicamente una plataforma asentada en el suelo sobre pilotes altos.
Durante varias noches Patterson esperó la presencia de los devoradores
de hombres. Los dos leones llegaron a evadir la novedosa trampa,
incitándoles incluso a atacar el campamento en varias ocasiones,
mientras que Patterson estaba sentado allí esperando para matarlos.
El mal reside en los leones de Tsavo
Debido
al misterioso comportamiento de los leones, no pasó mucho tiempo en que
los trabajadores comenzaron a hablar de los leones no como animales,
sino como espíritus vengativos del inframundo, reencarnados como lobos sedientos de sangre acechando a los vivos, que les valió el apodo de los los “demonios de la noche”. Los
trabajadores tenían miedo de trabajar o abandonar sus campamentos a
cualquier hora para no ser víctimas de estos espíritus enojados.
Estas
explicaciones paranormales motivaron al propio Patterson para dar caza a
los leones endemoniados. Comenzó una cacería, dado que los campos se
extendían por kilómetros a lo largo del río, era difícil predecir donde
se ocultaban los leones. Durante su búsqueda por el desierto, Patterson
encontró lo que parecía ser la guarida de los macabros leones; una cueva
húmeda con los restos esparcidos de decenas de víctimas mutiladas. Aunque
algunos de los cuerpos habían sido devorados, otros simplemente estaban
mutilados y abandonados en la cueva, lo que llevó a Patterson a creer
que los leones no mataban por la comida, sino por el puro gusto de
hacerlo.
Después de varios intentos fallidos de matar a las
bestias, Patterson fue finalmente capaz de disparar y matar a uno el 9
de diciembre de 1898, aproximadamente 9 meses después del inicio de los
sangrientos ataques. Veinte días más tarde, mató al segundo
león. Patterson explicó cómo necesitó nueve tiros para matar al segundo “animal” desde un árbol, que incluso en sus últimos momentos de vida luchó salvajemente para matar a Patterson.
El
primero de los devoradores de hombres de Tsavo, el mayor de los dos,
media unos 3 metros de largo, desde la nariz a la punta de la cola. Era
tan pesado que necesitó ocho hombres para trasladarlo al campamento. La
construcción del puente se completó posteriormente en febrero de 1899.
Los restos de los dos leones fueron vendidos al Museo Field de Historia
Natural de Chicago en 1924, donde se conservan y se mantienen expuestos hasta día de hoy.
Además, la leyenda de los leones de Tsavo fue llevada a la gran pantalla por el director Stephen Hopkins en su película Los demonios de la noche (1996),
protagonizada por Val Kilmer como John Patterson y Michael Douglas como
un maestro cazador de ficción. Esta película se mantuvo fiel a la
historia original, aunque como ocurre en todos estos casos se dieron
algunas libertades cinematográficas.
Los
lugareños afirmaron que los leones se movían como fantasmas, sin hacer
ruido, apareciendo y desapareciendo sin dejar rastro; sólo para ser
vistos cuando deseaban atacar. Es importante destacar que incluso
después de muertos y con el paso del tiempo los ojos de los leones
provocan sentimientos intensos de terror. Obviamente, los leones no
fueron apodados “Fantasma” y “Oscuridad” por su color de piel. Fue porque los leones representaban la muerte y la oscuridad en medio de la noche.
Otro
punto a tener en cuenta es que estos leones devoradores de hombres
parecían tener una peculiaridad o incluso un talento que los seres humanos poseen y los animales nunca tienen. Tenían
la habilidad especial para descubrir trampas o eludir a los tiradores
más experimentados. Está claro que estas características no son nativas
de los animales. Ni siquiera son nativas de los humanos. Son claras
características de entidades sobrenaturales.
Para
muchas personas la intervención demoníaca es la única explicación
plausible para este tipo de extraño comportamiento en los leones. En
conclusión, la participación de los demonios sería una explicación
probada bastante lógica. Eso explicaría la lujuria excesiva de sangre,
el anómalo comportamiento y la astucia antinatural de los leones,
provocando un terror inimaginable en todos aquellos que se encontraron
cara a cara con estos dos animales del inframundo.
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