El 15 es la niña bonita. El 16, la tonta. Al 21 se le conoce como los locos y al 22, los dos patitos. Los abuelos también tienen sus propios números; ella el 60 y el 90 para él. Hasta la muerte se traduce al código digital: los dos ceros. Su antesala, el 99, es la agonía. La tradición se ha encargado de poner apodos, unos más singulares que otros, a las terminaciones en los juegos de azar.
El 13 siempre ha sido considerado el del mal fario, el 'bajío' malagueño. La superstición ha llevado a algunas compañías aéreas a eliminarlo en las filas de asientos de los aviones, o en las habitaciones de los hoteles. En Málaga, sin embargo, el 13 tiene maridaje, aunque no apodo, con un enorme tirón popular, hasta el punto de convertirse, de largo, en la terminación más vendida en los sorteos de la ONCE y la Lotería Nacional, o en el juego (ilegal) de 'La rápida'. Es el 513, y encierra una curiosa historia desconocida para la mayoría. Hasta hoy...
«Llevo años intentando averiguar por qué lo piden tanto», asegura Ana Isabel Ortiz, que vende cupones en la calle Cristo. «He preguntado -añade- a clientes que lo compran de toda la vida, y lo único que me contestan es que su padre o su abuelo también jugaban esa terminación, pero no saben el motivo. Yo creo que piensan que, como acaba en 13, en vez de mal fario les va a traer suerte». En los cinco años que lleva vendiendo cupones, Ana Isabel ha vivido multitud de anécdotas con esta terminación: «Una vez, una mujer y su marido se pelearon porque ella decía que ese número daba 'bajío' y estaba empeñado en comprarlo porque decía que era su número».
Con todo, el 513 se ha convertido en una terminación «histórica» en la ciudad. «Es la más vendida en Málaga con diferencia», confirma el director provincial de la ONCE, Cristóbal Martínez. «No hay un caso igual. Cada persona tiene su número, su preferencia, pero el 513 es el único demandado de forma colectiva, masiva y sistemática».
Con semejante éxito de ventas, no es de extrañar que todos los afiliados de la ONCE quieran tenerlo colgados en sus quioscos. «Es el número que quieren todos los vendedores. Yo me tengo que levantar a las cuatro de la mañana para reservar los cupones, porque si me quedo sin ellos pierdo un dinerillo importante. El del próximo sorteo extraordinario, el de agosto, se agotó en 20 minutos en toda España; solo pude reservar 100», cuenta José Antonio Macías, que ocupa la esquina entre las calles Armengual de la Mota y Don Cristian.
Su vínculo con el número es especial. No en vano, su quiosco está salpicado por todas partes con esos dígitos. «Cuando empecé (lleva siete años), mi madre y mi abuela me decían: 'Pon el 513, que te va a traer suerte'. Desde entonces lo llevo siempre. Un especialista de venta de la delegación me apodó 'El niño del 13', pero, más que eso, soy el del 513», bromea José Antonio.
El tirón de esta terminación se extiende a todos los sorteos. «Ya han venido dos o tres a preguntarme porque querían comprarlo... ¡para el sorteo de Navidad!», responde Mariló Gómez, de la Administración San Judas Tadeo, en el número 70 de la calle Martínez Maldonado. «Cuando vi que salió el domingo -el 86.513, en el sorteo de la ONCE-, lo primero que pensé fue lo repartido que estaría. Hay una obsesión total por ese número, y no entiendo por qué. En el tiempo que llevo aquí nunca había tocado».
Pero no siempre fue así. El origen de la leyenda se remonta a los ochenta. Cuando los sorteos de la ONCE eran provinciales y solo había tres bombos en los que se jugaban mil números, la terminación 513 salió cuatro veces seguidas en una semana, según explica el director de la organización en Málaga. «Ahí fue cuando empezó la fiebre de ese número», apostilla Martínez. El mito ha engordado con el paso de los años, ya que, desde entonces, no había vuelto a tocar.
María, clienta fija de Ana Isabel Ortiz, es fiel al 513. «He llevado ese número toda la vida. Empecé a comprarlo cuando estaba soltera y ya llevo viuda 30 años. Son manías: le tengo mucha fe, lo mismo que el 8 no lo llevo nunca», afirma la anciana. El domingo salió a buscarlo para el sorteo especial. «Ya estaba todo vendido, pero pude jugar algo en 'La rápida', así que me ha tocado un pellizquito», dice, conforme.
Pese a que acaba de salir premiado, María, como todos los abonados al 513, desafía a la superstición y a la probabilidad, y ha vuelto a comprarlo esta semana. «¿Quién sabe?», pregunta la vendedora de la calle Cristo. «Además, este sábado es día 13!». ¿Y si la historia se repite?
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