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viernes, 19 de septiembre de 2014

Hoy en Asesinos en Serie: Julio Pérez Silva (El Psicópata de Alto Hospicio)

En la localidad nortina de Alto Hospicio, una decena de jovencitas fueron sistemáticamente secuestradas violadas y asesinadas por un tranquilo vecino del que nadie sospechaba absolutamente nada. Guido Utreras pasaba por la carretera cuando vio a una estudiante tapada en sangre haciendo dedo. Atónito, retrocedió a buscarla... Ella le rogó que la llevara al hospital porque un caballero en un auto blanco había intentado violarla.
Se trataba, nada menos, que del denominado psicópata de Alto Hospicio.
Unas cuántas horas después de este encuentro, aquella niña, conocida hasta ahora sólo como Bárbara N, de 13 años, acabó con la historia criminal de Julio Pérez Silva, el peor asesino en serie de la historia de Chile. Fue el 4 de octubre del año 2001.
Pero, ¿quién es este silencioso desconocido que violó y mató sin dejar huellas, sin despertar sospechas? ¿Qué lo llevó a repetir, al menos nueve veces, un ritual de muerte que durante casi tres años logró esconder en la paupérrima soledad de Alto Hospicio?
El hombre menos pensado
Sus inicios se remontan a Puchuncaví. Guillermina Cisternas, una ex vecina de Pérez Silva en esa localidad, estuvo muy pendiente de las noticias la noche de la captura del psicópata de Alto Hospicio. "Me di cuenta que era él, sin que nadie me lo dijera. Lo conocí por su cuerpo. No se veía su rostro porque lo traía tapado con un poncho. Sabíamos que estaba en Iquique, así que por eso sabíamos que era él".
El "Segua", como le decían en su infancia, pasó la mayor parte de sus 38 años entre las calles de Puchuncaví. María Pérez, directora, en ese entonces, del colegio donde estudió, dice que siempre lo vio como un alumno tranquilo, callado e introvertido. "Teníamos un grupo de la cruzada eucarística, cuyo lema es oración, sacrificio y apostolado, nada que ver con lo que pasó, y él participaba."
Julio Pérez Silva se casó a los 22 años con Mónica Cisternas, oriunda de La Calera, y tuvieron dos hijas. Luego, convivió 5 años con Marianela Vergara, quien ya tenía otras dos hijas. Con ella regresó a Puchuncaví y cosechó fama de buen esposo.
A mediados de los noventa emigró a Iquique buscando mejores oportunidades de trabajo. Comenzó cargando sacos de sal. En una fiesta conoció a Nancy Boero, 14 años mayor que él y con 6 hijos. A las dos semanas ya vivían juntos y luego se establecieron en Alto Hospicio, en un sector conocido como La Negra. Más tarde se cambiarían a Autoconstrucción, otro sector de la localidad.
Al poco tiempo, abandonó los sacos de sal y empezó a operar como taxista pirata ocasional. El tímido "Segua" de Puchuncaví era otro al volante.
Su lado oscuro
julio-perez-silva2El 17 de septiembre de 1998, recogió en la costanera de Iquique a Graciela Montserrat Saravia, de 17 años. Según su confesión, le ofreció dinero a cambio de sexo. Todo iba bien hasta que ella habría intentado robarle.
Enfurecido, la golpeó hasta matarla y la abandonó en una playa.
Lavado y peinado, como lo haría siempre después de cada ataque, Julio Pérez siguió dedicándose a su casa y a sus vecinos como un hombre modelo.
El 24 de noviembre de 1999 le ofreció a Macarena Sánchez, de 13 años, acercarla en su auto hasta el liceo. Luego de amenazarla con un cuchillo y violarla, le amarró las manos arrojándola al interior del Pique Huantajaya.
Como siempre, aquel día, Pérez Silva estaba de regreso en su casa temprano, borrando huellas de su cuerpo, del auto y de su ropa. Nada extraño en un hombre casi obsesivo por el lavado.
En el verano de 2000 algo detonó en el interior de este hombre. En febrero atacó dos veces en menos de una semana. Primero fue a Sara Gómez. Tres días después, a Angélica Lay, una promotora de teléfonos celulares de 23 años.
Una y otra vez, Julio Pérez Silva repitió la misma rutina. Más de una vez cambió su peinado, agregó o eliminó su barba o se tiñó unas cuántas canas.
Viendo televisión junto a Nancy se topó a menudo con algún noticiario donde la desaparición de las niñas de Alto Hospicio ya comenzaba a estar en los titulares.
El jueves 23 de marzo del año 2000, un mes después del cuarto asesinato, la hija de Delia Henríquez no regresó a casa. Se llamaba Laura Zola y tenía 14 años. Fue la quinta víctima del psicópata de Alto Hospicio.
Luego, el 5 de abril, el temido auto blanco que ya había perseguido más de una vez a María Eugenia Rivera se llevó a su hija, Katherine Arce. Pérez Silva la violó y la enterró en un basural clandestino.
Sus últimos golpes
La mejor aliada de "el Segua" fue aquella versión que decía que las jóvenes desaparecidas se habían ido por dejar atrás la pobreza de Alto Hospicio. La Policía manejaba sus propias teorías y circularon informes oficiales con las más graves acusaciones.
Pistas falsas, versiones equivocadas y hasta misteriosas llamadas de auxilio encaminaron la búsqueda en la dirección equivocada hacia Perú o Bolivia.
julio-perez-silva3El 22 de mayo del 2000, Patricia Palma, de 17 años salió del colegio rumbo a su casa. Fue en ese momento cuando Julio Pérez la raptó para luego matarla.
Diez días más tarde volvió a atacar. Violó y asesinó a Macarena Montesinos en el sector de Pampa El Molle. Y luego, el 2 de julio, interceptó a Viviana Garay a quien también mató de un golpe en la cabeza.
Pero esta vez, la desaparición de Viviana generó la más intensa reacción que el psicópata había encontrado en toda su carrera criminal. El padre de la niña, Orlando Garay, movilizó a las demás familias afectadas. Sólo entonces el hecho se convirtió en noticia, por lo que los crímenes se detuvieron.
"El Segua" dejó de atacar durante más de nueve meses, pero el 17 de abril de 2001 ya no pudo contenerse. En el sector de la Autoconstrucción interceptó a una menor de 16 años identificada como Maritza. La amenazó con un cuchillo y la violó. Mientras él escapaba, Maritza regresó a su casa. La llevaron al hospital, donde le extrajeron muestras de semen del agresor, que nunca pudo ver en la oscuridad.
Meses más tarde, cuando lo detuvieron, ella reconoció su voz. Compararon las muestras de ADN y resultaron idénticas.
El 3 de octubre de 2001, Julio Pérez Silva cometió el último de sus ataques. Fue el día en que Bárbara N sobrevivió, el día en que Alto Hospicio supo que había un asesino entre ellos.
Fue detenido horas después y sin inmutarse, admitió asesinatos y violaciones. Confesó haber actuado solo y nunca alegó demencia.
Poco a poco, Pérez Silva aportó los datos necesarios para localizar los cadáveres de sus víctimas. El rastreo de estos no estuvo exento de sorpresas. El cuerpo de Angélica Lay fue un hallazgo inesperado pues su nombre no figuraba entre las mujeres oficialmente perdidas.
Hasta ahora (2002), han surgido nombres de otras cinco jóvenes y mujeres adultas desaparecidas en la zona de Alto Hospicio entre abril de 1999 y agosto del 2001. Sin embargo, "el Segua" asegura no saber nada de ellas.
¿Por qué lo hizo? Ésa es la pregunta que atormenta a todas las familias que perdieron a una hija en manos de aquel hombre que escondía en su mente a un monstruo. Es también una pregunta que se repiten jueces y abogados, tratando de armar el enigmático rompecabezas que Julio Pérez Silva se niega a componer en su totalidad. Su respuesta ante el juez ha sido siempre "No sé por qué lo hice".



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LOS HUMANOS PODRÁN VIVIR EN ‘CIUDADES ESPACIALES’ PARA 2100

El científico del Centro de Investigación Ames de la NASA Al Globus ha apuntado que los seres humanos podrán vivir en ‘ciudades espaciales’ en la órbita de la Tierra en el año 2100. A su juicio, la colonización de la órbita terrestre es “el siguiente paso lógico” en la evolución de la sociedad.

Aún así, ha indicado que este proceso se podrá llevar a cabo siempre que no haya “grandes desastres nacionales”. Si esto se respeta, “se podrán tener enormes hábitats flotantes alrededor del planeta para finales de siglo” y los humanos “podrán llegar a ellas con la misma facilidad que hoy viaja a Nueva York o a Londres”, ha apuntado.

En una entrevista al ‘Daily Mail’, recogida por Europa Press, Globus ha señalado que si el ser humano decide hacerlo, “lo puede lograr, porque tiene la capacidad científica y financiera” para ello.

El científico se ha manifestado en numerosas ocasiones como defensor de las colonias orbitales frente a otros miembros del sector que apuestan más por un futuro viviendo en Marte. A su juicio, es más factible su idea y explica que su proyecto en la órbita tendría una “funcionalidad real”.

“Sería un asentamiento espacial, como un pueblo o ciudad en la Tierra. Un lugar para vivir, criar a los hijos y donde los amigos y familiares pueden celebrar la cena de Acción de Gracias o la Navidad, y visitar la Tierra en vacaciones”, ha explicado Globus.

En este sentido, el experto ha indicado que los niños crecen “con músculos fuertes”, por lo que, “incluso si pasan un tiempo prolongado en el espacio, aún podría viajar a la Tierra y hacer frente a su gravedad”.



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Avances a llevar a cabo

Entre los avances que habría que desarrollar desde ahora hasta final de siglo, el investigador destaca la necesidad de que disminuya el coste que supone llegar al espacio mediante cohetes, también se ha que mejorar el soporte vital, ya que una colonia espacial tendrá que ser casi autosuficiente, a través de, por ejemplo, energía solar.

Según ha apuntado, una colonia también necesitará un blindaje contra la radiación, que la proteja de los rayos cósmicos y solares nocivos. En este sentido, Globus recuerda que las investigaciones recientes dicen que “esto no puede ser un gran problema”.

Esto suponen proyectos a largo plazo, pero el científico tiene claro que lo que se debe cambiar inmediatamente es la actitud del hombre. “Si la gente de la Tierra decidieran dejar de matarse unos a otros y gastrar todo ese tiempo y dinero en los asentamientos espaciales, será real”, ha declarado.

Cuando el objetivo se haya logrado, Globus dice que no quedará mucho para una futura expansión al resto de la galaxia. 




 EUROPA PRESS

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hoy en Misterios de Siempre: Visitantes de Dormitorio

Cuando dormimos, las personas mostramos una configuración diferente de nuestro ser; nuestra mente, sentimientos y cuerpo físico se comportan de manera diferente a cuando vivimos despiertos. Debido a ello, el ser humano normal presenta en el estado de vigilia una situación de debilidad y de indefensión que permite su manipulación. Esta circunstancia es aprovechada por una gran variedad de entidades que vienen a ella para operar en él, unas lo hacen de forma positiva y otras negativa. A los encuentros de estas entidades con las personas que están dormidas se les llama “visitas de dormitorio”.
Existen infinidad de inquietantes casos de “apariciones de alcoba”, caracterizadas, entre otros muchos fenómenos, por la aparición de “entidades” casi siempre antropomorfas, a veces rodeadas de gran luminosidad y semitransparentes. En muchas ocasiones son la intervención de criaturas extraterrestres con fines inconfesables.

Miles de personas sienten que en su hogar hay un "inquilino" que, al parecer, no es de este mundo. El trauma o inquietud que originan tales experiencias cambian radicalmente la vida de los testigos y su asimilación depende, en gran medida, del control psíquico, la seguridad en sí mismo y, sobre todo, de un equilibrado estado emocional.


Esos extraños “noctámbulos”.

La finalidad última de algunas de las experiencias de dormitorio es elevar a la persona por encima de los mezquinos intereses, algo así como impulsarla para trascender hacia otras “realidades” más sutiles que la nuestra. Lo cierto es que el trauma vivido al inicio de este tipo de manifestaciones se transforma progresivamente en algo gratificante, en una auténtica experiencia iniciática por la que los terribles y desconocidos “invasores” se convierten en nuestros mejores aliados, en nuestros íntimos “ángeles de la guarda”..., portadores de luz y de conocimiento.
“...Ví que surgía una luz en mi cuarto y que siguió aumentando hasta que la pieza quedó más iluminada que al mediodía. Repentinamente apareció un personaje al lado de mi cama, de pie en el aire, porque sus pies no tocaban el suelo (...) Toda su persona brillaba más de lo que se puede describir y su faz era como un vivo relámpago (...) Cuando lo vi por primera vez tuve miedo; mas el temor pronto se apartó de mí. Me llamó por mi nombre y me dijo que era un mensajero y enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni...”

Esta “aparición de dormitorio” fue protagonizada por José Smith el 21 de septiembre de 1823, dando origen a una nueva religión, la “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, conocida popularmente como la Iglesia de Mormón. Más de un siglo y medio después aún continúan estas historias, pero con otro “decorado”...

Julia G. es una joven ama de casa onubense, de 31 años de edad, acostumbrada a sentir en su propia piel estos encuentros desde que tenía ocho años, y aunque sus experiencias no la han llevado a fundar ninguna religión, sí la han hecho enfocar la vida desde una perspectiva trascendente y espiritual, adentrándose en terrenos esotéricos y en lecturas ocultistas... “Estas experiencias me han ayudado; me han hecho comprender que existen otras dimensiones, quién es Dios, y comprendo que la muerte no existe y que este mundo es una ilusión...”


En la frontera del sueño.

Margarita Lopetegui, quien regentaba una conocida librería en la capital onubense, cuenta: “Soñé con mi padre, cosa que me extrañó, pues le conocía sólo por fotos, ya que murió siendo yo muy niña... Me desperté de pronto a eso de las 3 de la madrugada, traté de encender la luz y, en ese instante, vi a mi padre a los pies de la cama; me quedé estupefacta; cerraba los ojos y le veía, los abría y también le veía; cuando me cercioré de que era cierto, mis manos y mis pies empezaron a temblar, pero no sentía miedo (...) La habitación se hallaba a oscuras, pero quedó iluminada por la luz que proyectaban los ojos de mi padre hacia la cama... “Habló en un castellano perfecto. De repente apareció como la pantalla de un televisor junto a él y entonces allí se proyectó todo el sueño que había tenido”.

La “aparición” iba interpretando todas las escenas oníricas que se sucedían en la pantalla... “A partir de ese momento, supe que los sueños dicen cosas muy importantes y a través de ellos tuve muchísimas revelaciones”, añadió con cierta alegría en sus ojos... Desgraciadamente, aunque a esta mujer -que cuenta con 60 años- estas experiencias le han servido de mucho, han afectado enormemente su relación matrimonial hasta el punto de haber sido abandonada por su marido, quien no toleró nunca esas “cosas raras” que le acaecían a su esposa.

No siempre ocurre algo así, y en el caso de Julia G. su marido no solo acepta con resignación las constantes experiencias de su cónyuge, sino que se ha visto “compartiendo” alguna que otra vez las “experiencias de dormitorio”... “Estaba durmiendo -me señala Julia- y mi marido oyó la puerta, como si alguien la abriera, y escuchó murmullo como de mucha gente. Se oyó ruido de tazas, luego pasos... Cuando quiso incorporarse en la cama para ver de qué se trataba, pensando que eran ladrones, se acercó hacia él un gran ojo y, asustado, me llamó... Al abrir los ojos vi que la habitación estaba llena de gente al pie de la cama. Eran figuras blancas, luminosas y todas iguales. No se apreciaban rasgos, como si fueran siluetas, y no tenían brazos. Había una mujer que cantaba y los demás hacían música con sus voces. Me puse a rezar y de momento desaparecieron por la pared...” (mayo de 1987).

Este puede resultar un buen sistema de defensa contra el posible ataque de estas “entidades” -como asegura la investigadora Ann Druffel-, sobre todo cuando la víctima se ve abordada por una horrible criatura que le convierte los sueños en pesadillas insoportables.

Es todo un reto para nuestra mente saber diferenciar lo real de lo ficticio en estas visiones, que tienen la peculiaridad de producirse en la oscura frontera entre el sueño y la vigilia. Por ello, ciertos relatos que gozan de total coherencia y contienen elementos comunes a otros y que, por tanto, revisten aparente credibilidad, se entremezclan con aspectos absurdos, fantásticos y de difícil definición incluso para quiénes los protagonizan.


Fenómenos paralelos.

El fenómeno de los “visitantes” no viene aislado, sino acompañado de una variopinta fenomenología paranormal que el sujeto ha experimentado, por lo general, desde su infancia (experiencias extracorpóreas, clarividencias, premoniciones, voces desconocidas...) Si profundizamos en el pasado de estas personas no será dificil descubrir antecedentes entre los 8 y 11 años, iniciándose con esporádicos fenómenos de percepción extrasensorial que con el transcurso del tiempo se vuelven más frecuentes y complejos, influyendo de forma directa en su personalidad y en su particular modo de enfocar las cuestiones trascendentales, pues, como argumenta el investigador Peter M. Rojcewicz, “así como las creencias tradicionales pueden influir sobre las descripciones y las interpretaciones de las experiencias, también los encuentros anormales recurrentes pueden modificar las creencias tradicionales”.

“A los 10 años comencé con estas cosas, cuando murió mi tío y se me apareció. Al poco tiempo empezaron fenómenos de ruidos, golpes y sombras. Tenía las experiencias acostada. Cuando cerraba los ojos, flotaba en el aire y veía caras...”, rememoró Hermelinda Humanes. Al preguntar a Julia G. sobre sus primeras experiencias, está nos llevó hasta 1969, cuando sólo tenía 8 años... “La primera vez escuchaba unas voces, cuando me levantaba sola de la cama (recuerda todavía con cierta inquietud). Escuchaba la voz de una mujer que me llamaba por mi nombre, como si me quisiera decir algo... Yo me tapaba la cabeza y ya me dormía. Cada vez que me levantaba para ir al lavabo me ocurría lo mismo, hasta que una noche vi una figura blanca, pero era como una nube que se convirtió en una persona. La cara era de mujer, morena, con una túnica blanca; estaba sonriendo, pero no me habló nada... Me acosté y me tapé la cabeza; sentí que se acercó a la cama, pues oí los pasos, pero no me tocó; sólo me rozó y sentí que se fue. Esa fue la primera experiencia que tuve...”
Plasmar por escrito todos los fenómenos y experiencias que se han desarrollado en torno y a través de Julia, sin contar las “experiencias de dormitorio”, ocuparía todo un largo artículo... Psicografías, viajes astrales, psicometrías, premoniciones, contactos telepáticos, avistamientos, etc.


El contagio psíquico.

Hay un importante dato que debemos tener en cuenta: el fenómeno “impregna” a otros habitantes de la casa, se contagia... El marido y la hija mayor, de 10 años, ya están viviendo sucesos paranormales análogos a los protagonizados por Julia G. El marido, Antonio C., tuvo un encuentro ovni mientras se hallaba (por cuestiones de trabajo) en alta mar. Fue el 12 de noviembre de 1990 y pudo visualizar frente a las costas de Angola -junto a otros miembros de la tripulación del barco “Monte Penisa”- un gran “objeto” luminoso que ascendía y descendía para luego quedarse estático y, finalmente, desaparecer a gran velocidad... No ha sido la única vez que ha podido ver fenómenos anómalos y extraños “fogonazos”, cuando por la noche sale a cubierta para otear el cielo estrellado. La hija, María del Mar, en 1988 (con la misma edad en la que la madre comenzó sus experiencias) presenció una noche, junto a la cama, la aparición de “un ser alto, moreno, con túnica blanca y con un crucifijo”. Tiempo después, vio otra “entidad”, pero esta vez era “rubio, con pelo largo y ojos rasgados”...

El caso de Vicente tampoco es aislado, puesto que otros miembros de su familia, como su sobrino, se han visto envueltos en historias de similares características, abundando los avistamientos y la presencia de sombras en la oscuridad de la noche. En las experiencias de Hermelinda destacan las visiones apocalípticas: días de oscuridad, una “bola de fuego” que se avecina hacia nuestro planeta, evacuación de los elegidos (llevada a cabo por Ovnis), cataclismos, etc. Desde temprana edad ella predecía la muerte de determinadas personas. Su marido, Carlos, pese a ser crítico y escéptico con las vivencias de su mujer, ha tenido que reconocer que a veces ha vivido situaciones inexplicables, como la de encenderse y apagarse las luces de la habitación, sin que, por supuesto, nadie fuera el causante de ello.

Como último ejemplo, cabe señalar que Margarita, aparte de sus “apariciones” nocturnas y de sus proyecciones astrales, recibe por vía psicográfica un sinnúmero de bellas poesías reveladas por elevadas “entidades espirituales”, o al menos eso es lo que asegura. Es sorprendente la pila de cuadernos que guarda como un tesoro y que recogen esos dictados del “más allá”...


La intervención extraterrestre.

Muchas "Experiencias de Visitantes de Dormitorio" son abducciones extraterrestres, pero como se producen únicamente en el dormitorio, se les ha denominado así. Los relatos de los abducidos respecto de estos extraterrestres concuerdan bastante: figuras pequeñas, delgadas, de enormes ojos negros almendrados, transporte a naves espaciales, exámenes de los órganos de la reproducción, contactos sexuales, embarazos, sustracción de los fetos, etc.

Y no se trata de casos aislados, sino de una cantidad inusitada en todo el mundo, que obviamente no puede atribuirse a ninguna confabulación de algunos avivados ni tampoco a alucinaciones.
 

Voces que ordenan.

Vicente, que así se llamaba, hablaba también de sus visiones nocturnas. Las “experiencias de dormitorio” pueden llegar a obsesionar al testigo de tal forma que crea ser víctima de un constante control y seguimiento por parte de las “entidades” y aunque la experiencia no tenga un origen psicopatológico, sí puede generar una “escisión de la personalidad” si no es bien “digerida” por el perceptor.

Algo así parecía verse en Vicente, debido a sus ideas bastante delirantes. Afirmaba sentir extraños pitidos -casi siempre dos- en la zona posterior de la nuca. Para él era el aviso de que “ellos” estaban allí. Tras dicha señal, su ritmo cardíaco y respiratorio aumentaba considerablemente y sus miembros comenzaban a temblar. “Inmediatamente tras los pitidos -contaba angustiado- empiezan los movimientos y comienza a bailar uno en la cama. Era un “meneo” espantoso. Llegaba a pensar de que se me iba a parar el “motor” -refiriéndose al corazón-; es más, hubo un momento en que no lo sentí. El ruido lo escucho perfectamente y otras veces, a nivel mental, he sentido otros pitidos, otras cosas raras. La última vez fue en la nuca, donde tenemos la cervical... Oí dos pitidos como diciendo: ¡Aquí estamos!...”

Este malogrado testigo creía que por las noches esas “entidades” experimentaban con él. Era tal su convicción y predisposición, que solía dirigirse a “ellos” diciendo: “¡Venga, que ya estoy dispuesto; haced lo que queráis conmigo!”. Constantemente, al despertar, veía a la altura de media habitación “luces” de colores rojos y azules. No faltaron “voces” que le ordenaron tomar una actitud o postura. “Estaba acostado, serían las cuatro de la madrugada y de pronto siento los pitidos en mi cerebro. Comprendí que eran “ellos”. Intenté levantarme, pero una voz me dijo: ¡Permanece echado!”. Su obsesión llegó a extremos inusitados cuando aseguró que esos “visitantes” convivían en su casa. “Presiento que están en la habitación conmigo y, de alguna manera, se me manifiestan” -dijo convencido-. Una tarde, oyendo detenidamente sus originales aseveraciones, su mujer empezó a sonreír ante lo que decía su marido, y éste, malhumorado, le replicó: ¡Mira Isabel, ahora mismo “ellos” están aquí y están viendo que tú te estás riendo...!”

Hermelinda Humanes, narra en otra ocasión un hecho relacionado con este asunto. “En la visión que tuve vi que un niño me avisaba de que había dos soles. Salgo a la calle y al salir veo que era por la mañana, y me dije: “Si el sol está aquí, ¿cómo es que hay otro?...” De pronto vino hacia mí la nave y ya no recuerdo nada. Cuando me desperté me encontré en una sala que era toda metálica, redonda, con unos mandos; veo una mesa de operaciones donde yo estoy tumbada; la mesa está en el centro, hay una lámpara grande, redonda, arriba en el techo. Delante de mí había tres seres muy altos, vestidos con monos blancos, delgados y que desprendían una cierta energía positiva... Mentalmente, me dieron la opción de verles las caras, pero me advirtieron que tenía que estar muy preparada para vérselas... Entonces yo, no sé por qué, decidí no verles las caras. Después de eso recuerdo que me levanté completamente nueva, repuesta, como si me hubieran puesto pilas nuevas...”
 

Un extraño sonido en la nuca.

Esta señora, Hermelinda Humanes, recordó (tras preguntarle si había descubierto en alguna parte de su cuerpo alguna extraña marca o cicatriz) haber notado por aquellas fechas del “encuentro”, a finales de 1989, “algo que encoge y suena... como dos granitos en la nuca...” Es significativo, como se desprende del relato, que las “apariciones de dormitorio” contengan simultáneamente elementos de dos polos que parecían bien opuestos: las abducciones y el contactismo.

Los “extraterrestres” tampoco se ausentaron de las enigmáticas visiones de Margarita Lopetegui. Haciendo memoria recordó que “en 1978, cuando tenía 45 años, empecé a contactar telepáticamente con “Luz del Alba” -según me confesó, este “ser” era oriundo de Ummo. Me hablaba de Adán y Eva, de Lucifer, de su rebelión y otras cosas así...” Y en sueños, ella viajaba hasta la “nave extraterrestre”, donde “un ser vestido de blanco y al que no le veía la cara me daba instrucciones” (descripción similar a la que hizo Hermelinda sobre los tres seres).

No es necesario viajar por una carretera solitaria para tener un encuentro cercano con Ovnis, ni tampoco invocar a los “hermanos cósmicos” sobre la cima de una montaña... El fenómeno se ha “transmutado” a sí mismo, y ahora nuestro propio hogar, la intimidad de nuestra alcoba, puede convertirse en el escenario ideal para manifestarse entes que, a buen seguro, no pertenecen a nuestra “realidad” cotidiana...




 http://www.proyectopv.org/1-verdad/visitasalcoba.htm

¿Que son las Casas Encantadas?



Cambios de temperatura, puertas que se abren y cierran, ruidos extraños, olores nauseabundos, son solo algunos de los fenómenos vinculados a las casas “embrujadas”. Pero dentro de tantas creencias y rumores, deben existir indicios ciertos que nos permitan tener una aproximación hacia lo que pueden ser presencias que están “más allá”, y que no son meras supersticiones.
Uno de los casos emblemáticos de las llamadas experiencias sobrenaturales ocurridas en una casa es el de Amityville, un pequeño pueblo ubicado en la costa sur de Long Island, Nueva York, cuya historia resultó tan llamativa que ha inspirado libros y películas.
Algunos escépticos insisten en que allí nunca hubo fantasmas, lo que sumado a que todos los miembros de la familia involucrados están muertos o no pueden hablar, hacen muy difícil saber qué sucedió en un lugar que, hoy, es sinónimo de terror.

La historia de Amityville

En 1975, George Lutz junto a su esposa Kathy y los tres hijos de la pareja se mudaron a la Ocean Avenue, número 112, donde trece meses antes, seis integrantes de la familia DeFeo fueron brutalmente asesinados en esa vivienda por el hijo mayor. El 14 de noviembre de 1974, Ronald, de 23 años, mató a todos los miembros del clan mientras dormían con una escopeta calibre 35. 

De acuerdo al informe de la policía, recogidos en el libro de Osuna, “los crímenes presentaban algunas peculiaridades que indicaban rasgos sádicos solo explicables en una mente enferma”. Esto, ya que el padre, la madre, sus dos hermanas y sus dos hermanos fueron narcotizados ese día para garantizarle a Ronald el sueño profundo de las víctimas. “Todos dormían de bruces, con las cabezas apoyadas sobre los brazos cruzados y fueron fusilados con un arma potentísima, por la espalda, excepto la madre, que recibió un disparo en la cabeza”.
En el juicio, el asesino insistió que una voz demoníaca lo mandó a matar a su familia, pero aunque su abogado alegó locura, Ronald fue hallado culpable de los cargos de homicidio múltiple y condenado a 150 años de prisión (25 años por cada asesinato).
Por muy extraño que resulte, esto no preocupó a los Lutz, quizá animados ante la posibilidad de comprar el inmueble a un precio muy conveniente. Sin embargo, pronto comenzaron a ser testigos de extraños fenómenos, los que se relatan en el libro “The Amityville Horror” de Jay Anson. Tras su publicación, la historia de la familia Lutz junto con el caso DeFeo alcanzaron fama mundial.
En éste se relata que los nuevos moradores de la casa, considerando los horribles asesinatos, llevaron a su amigo y cura Ralph Pecoraro para bendecir el inmueble. Según cuenta el libro, cuando el sacerdote llegó, la familia no estaba, y al entrar habría escuchado una voz que le gritaba “Sal de aquí”, lo que supuestamente nunca les dijo a los Lutz.
En tanto, a pocos días de la mudanza, empezaron a sentir desagradables olores, ruidos espeluznantes, manchas (tipo baba) que emanaban de las paredes, presencia de moscas, frío glaciar, extrañas reacciones de su perro, Kathy afirmaba sentir el perfume de una mujer y por alguna extraña razón, George comenzó a despertarse a las 03:15 de la madrugada (hora en que ocurrieron los asesinatos) con la sensación de que había alguien en la vivienda.
A medida que pasaban los días, los hechos empeoraron con la aparición de figuras demoníacas, asegura Anson. En dos ocasiones la familia vio a una enorme figura blanca, con una capucha y un horrible rostro, además de Jodie, un cerdo que la menor de los Lutz -Missy- decía que solo ella podía ver y con el cual jugaba y hablaba, pero sus padres también habrían visto al “amigo imaginario” de la pequeña en horribles situaciones.
Asimismo, George narró que durante tres días despertó en la noche y vio que su mujer levitaba, flotaba por encima de la cama. En una de ellas, Kathy quedó marcada por una especie de quemaduras que iban desde debajo de su pecho hasta el pubis. 

La psíquica y medium, Lorraine Warren, fue la única persona que investigó de cerca los relatos de la familia Lutz. Para ella los encantamientos suelen comenzar así, sutilmente. “Crees que estás perdiendo la razón. Si no los reconoces se desvanecen y mientras más atención le prestas, más poderosos se vuelven”, aseguró en declaraciones recogidas por la National Geographic en “Is it real?”.
Lorraine y su marido Ed (demonólogos en cuya historia y trabajo está basada la película “El Conjuro”), fueron dos de las personas que pasaron una noche aterradora en la casa. Desde que entró, la psíquica relató que fue asediada por espantosas visiones. Para ella no cabía duda de que los sucesos narrados por la familia eran reales. Y hasta la fecha mantiene su postura.
Increíblemente, evidencias recientes indicarían que los que creyeron en el horror de Amityville fueron engañados.
En una entrevista con Ric Osuna, autor de The Night of the DeFeos died, George Lutz admitió haber obtenido 400 mil dólares sólo por el primer libro y la película. Además, el padre Pecoraro declaró más tarde que en realidad él jamás había pisado la casa, y que inclusive, la única vez que se comunicó con la familia Lutz fue durante una llamada que Kathy le hizo para contarle sobre una extraña levitación que dijo haber sufrido. Toda vinculación que se hizo de él con Amityville fue deliberadamente sacada de contexto, lo que fue ratificado por la Iglesia Católica a través de un comunicado. 
 
Tampoco se registró alguna llamada al departamento de policía como los Lutz indicaron. Pero sin duda, el argumento por fraude que más predominó fue una declaración hecha por William Weber, abogado de Ronald DeFeo que acusó a George de no haber cumplido con su pacto.
DeFeo habría hecho un trato con los Lutz y con el mismo autor del libro Jay Anson para relatar un caso sobre apariciones demoníacas en la casa donde él había cometido los asesinatos para convencer a todos de que él lo había hecho bajo la influencia del diablo. Eso lo ayudaría a reducir su sentencia debido a que su investigación podría ser modificada y el hecho de que había matado sin iniciativa propia podía ser considerado. A cambio de ello los Lutz lograrían tener fama y dinero.
Además ninguna de las tres familias que habitaron posteriormente la casa (Cromarty, O’Neill y Wilson) vivieron fenómenos paranormales como los que describieron los Lutz.

¿Qué determina a una casa embrujada?

En Santiago también han surgido casos, como son la Casa Dubois, el Palacio Echeverría, la Mansión Baker o la casa Beaurchard, y también en ciudades como Arica (en 18 de Septiembre) o Concepción (Parque Ecuador), las que han ayudado a mantener vivos estos relatos en la cultura popular.
Si bien hasta ahora la ciencia se ha negado a reconocer oficialmente la existencia de fenómenos paranormales pues no hay evidencias que los confirmen, la explicación más aceptada para este tipo de hechos la entregó el profesor de Psicología de la Universidad de York, James Alcock en 1981. Este expresó que estos sucesos deben reunir 3 características: no ser explicados en términos científicos; únicamente se pueden explicar mediante una amplia revisión de los principios de base de la ciencia; y no es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias y de las expectativas referentes a la realidad.
Para el profesor y ex sacerdote, Hugo Zepeda es más sencillo: la ciencia se pronuncia sólo cuando puede comprobar un fenómeno que estudia, pero en el caso de no poder explicarlo, tampoco lo puede negar. Allí aparece los denominados “hechos paranormales”, cuyos estudios los ha llevado la parapsicología y que gracias a las nuevas tecnologías, han podido ser registrados de forma audiovisual.
En las casas embrujadas existen 2 tipos de apariciones, según explicó el experto a BioBioChile: las espontáneas, que corresponden a almas que necesitan ayuda de los vivos para poder descansar, y aquellas invocadas por terceros a través de médiums o ouijas, por donde se pueden abrir portales que dejan pasar a cualquier tipo de presencia, inclusive maligna.
Respecto a las señales que indicarían que una casa está “cargada”, Zepeda señala que éstas pueden notarse por hechos que no pueden ser discutidos después de investigar la historia de la vivienda (pueden estar vinculada a algún homicidio, o estar sobre un antiguo cementerio). En tanto la realidad de los habitantes del inmueble que dicen sentir presencias es variable, ya que muchos de los casos se descartan cuando se estudia la mente de los supuestos afectados.
Así también existen otras cualidades más comunes, como las acciones de los animales. Según el profesor, estos no tienen psicología, a diferencia de los humanos que podemos creer ver cosas influidas por muchos factores, por lo que son solo sensibilidad. Si de un momento a otro un animal ataca, se espanta, huye o mira fijamente hacia un lugar, es porque allí puede haber algo o alguien más.
Además Zepeda, desde su posición de testigo de exorcismos, afirma que es posible medir estos fenómenos a través de la temperatura, porque cuando hay espíritus, ésta varía de una habitación a otra. Si se trata de un ente maligno, se podrá percibir un frío intenso, a diferencia de los espacios restantes de la casa. Adicionalmente hay densidad en el ambiente, movimiento repentino de objetos, apariciones de moscas inexplicablemente en una pieza cerrada, olores azufrosos y otros más extremos como los poltergeist.
La versión científica: ondas, magnetismo e intoxicaciones
Pero la ciencia tiene una explicación lógica para cierto tipo de fenómenos calificados de paranormales, y los atribuye a fenómenos físicos probados, tales como la electricidad estática, los campos electromagnéticos, el aire ionizado, los infrasonidos o los ultrasonidos, e incluso a alucinaciones causadas por envenenamiento por monóxido de carbono.
Según el psicológo clínico, Sergio Schilling, en Chile no existe un estudio sustancial y serio sobre la parapsicología. Lo que acá se hace, asegura, es medir magnetismo y sonidos de baja frecuencia en una casa para determinar si hay energía física, pero no la espiritual, es decir, aquella que pueda estar afectando el cerebro de las personas.
Por ejemplo, resulta interesante considerar que los sonidos de baja frecuencia generan alteraciones en el ojo, provocando que la gente crea ver espíritus a nivel del rabillo del ojo o sentir que la casa está “cargada”. En cuanto al magnetismo, las personas que tienen susceptibilidad en ciertas áreas de su cerebro pueden sufrir crisis epilépticas cuando hay altos grados de magnetismo, por ejemplo si hay un río cruzando bajo la casa, una torre de alta tensión, o durante la instalación de un circuito de alta tensión.
“El magnetismo se mide porque algunas personas pueden sufrir alucinaciones”, dice Schilling en conversación con BioBioChile, o también hay gente que asegura percibir olores, pero se trata de dióxido de carbono, que induce trastornos mentales. “En las casas antiguas sobre todo, donde hay mala aislación, se acumulan toxinas y sus habitantes tienden a intoxicarse; se mueren las plantas y los animales, atribuyéndolo a un ambiente cargado, pero realmente es una intoxicación lenta”.
¿Mentes encantadas o casas encantadas? ¿Explicación divina o científica? La respuesta aún es compleja, pues como ambos aseguran, la ciencia no lo niega pero tampoco puede reconocerlo porque no ha hallado una explicación desde sus estudios.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Hoy en Leyendas Urbanas: Las Gemelas

Había dos hermanas gemelas que se llevaban muy bien, como si hubiesen nacido siendo amigas: nunca se peleaban, rara vez discutían, compartían todo lo que podían, tenían las mismas aficiones y aversiones y hasta vestían parecido.
Toda su vida habían estado en un barrio tranquilo, una zona residencial algo alejada del ajetreo propio de tantas partes de la urbe. Aunque ahora por razones laborales, su madre les había dicho que debían mudarse a una zona distinta de la ciudad, una parte en la que había mucha más actividad y en consecuencia debían tener más cuidado.
Llegó así un día en que llamaron a la madre del trabajo y, a diferencia de tantos otros días, las niñas debían cruzar solas una calle bastante transitada. Como habían atravesado esa calle cientos de veces junto a ella, la madre pensó que podía despreocuparse de sus hijas y les dijo que tenía que irse rápido y que ellas podían cruzar solas sin problema siempre y cuando miren a uno y otro lado y estén bien atentas a los automóviles.
Las niñas siguieron el consejo de la madre y esta siguió su rumbo dándoles la espalda; pero, ni bien hubo caminado un par de metros, oyó un ruido espantoso, algo parecido al ruido que hace un coco al quebrarse.
Eran sus hijas, tendidas sobre el pavimento con las cabezas aplastadas y los cerebros  desparramados junto a esquirlas de hueso. A lo lejos un camión huía a toda velocidad,  el conductor probablemente distraído con el teléfono o quizás tras haberse tomado un par de copas a la hora de la comida, las arrolló sin tan siquiera reducir su velocidad. El imprudente conductor al sentir los cuerpecitos aplastarse bajo las ruedas del camión aceleró y no solamente no las auxilió, si no que además puso en peligro a otros conductores que pudieron sufrir un accidente al cruzarse con él en su desesperada huída.

Por desgracia todo el mundo quedó tan conmocionado que nadie tuvo tiempo de apuntar su matrícula por lo que escapó impune.
La madre lloraba desconsoladamente en medio del tráfico detenido, gritaba y agitaba sus cuerpecitos como esperando que se levantaran de nuevo y le ofrecieran una de sus sonrisas. ¿Cómo podría superar la pérdida de sus angelitos de tan solo ocho años?
Dicen que el tiempo es el mejor remedio y así fue… Era joven, tenía apenas unos 28 años y un par de años después, se quedó de nuevo embarazada. Casualidades del destino tuvo otra vez gemelas: el problema es que no lograba olvidar del todo a sus hijas fallecidas, sobre todo porque de alguna u otra forma sus nuevas gemelas —que ahora tenían justo la edad en que murieron las anteriores— le recordaban a sus primeras hijas.
Tenían tantas cosas en común que algunas veces incluso se equivocaba de nombre al llamarlas y estallaba en lágrimas al recordarlas…
Pero esta vez por nada del mundo descuidaría a sus pequeñas. Las tenía terminantemente prohibido cruzar la calle solas.
Un día sin embargo vio que mientras jugaban en el parque cerca de su casa se estaban acercando demasiado a la calle y, aterrorizada, les gritó para que se detuvieran, a lo cual ellas respondieron al unísono:
—No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez aquí y no volverá a ocurrir…

domingo, 14 de septiembre de 2014

Una mujer es amenazada de muerte por una entidad demoníaca cuando utilizaba la ouija

La mayoría de expertos en lo paranormal desaconsejan el uso de la ouija por personas no preparadas ya que se trata de una puerta a dimensiones desconocidas. En muchas ocasiones los espíritus que se ponen en contacto a través de la ouija son aquellos que residen en “los bajos planos astrales”. Estos espíritus suelen estar confusos por haber muerto de una manera violenta o repentina como el asesinato, el suicidio, etc… Por lo tanto, estas condiciones violentas, negativas y potencialmente peligrosas están presentes para todos aquellos que utilicen la ouija y no estén plenamente preparados para este tipo de comunicaciones espirituales.
Y la verdad es que hay pocos casos de experiencias positivas con la ouija, y esto sugiere que este canal esta mucho más en sintonía con los aspectos negativos de otros planos de existencia. Esto mismo es lo que lo ha ocurrido a una mujer británica, quien después de utilizar la ouija recibió una amenaza desde el más allá.
 Según publicó Daily Mirror, todo comenzó cuando Angela Jackson, residente en el Reino Unido, recibió un mensaje de su padre fallecido en una reunión espiritista.
Una mujer es amenazada de muerte por una entidad demoníaca cuando utilizaba la ouija
“Mientras me tomaba una taza de té, me senté en la parte trasera de la sala llena de gente”, explicó Angela al Daily Mirror. “La psíquica se puso de pie, recorrió la multitud, entonces se fijó en mí y se puso a cantar un clásico de Jim Reeves. Sentí como me recorría un escalofrío por todo el cuerpo, era la canción favorita de mi padre Charlie, que falleció hace 20 años”.
Angela no se podía explicar cómo esa mujer podía conocer que esa era la canción favorita de su padre fallecido. Pero lo más sorprendente ocurrió segundos después, cuando la psíquica le dijo que tenía un mensaje importante de su padre.
“Tu padre tiene una advertencia para ti. Estas pensando en usar un tablero ouija, pero no lo debes de hacer. Correrás mucho peligro si la utilizas. No lo hagas”, dijo la psíquica.
Angela se quedó sin poder decir ni una palabra durante mucho rato, porque desde que era niña siempre había tenido fascinación por lo sobrenatural e incluso en ocasiones tenía sueños que se hacían realidad. Pero a pesar de la advertencia de su padre desde el más allá, Angela no pudo quitarse la idea de probar la experiencia de la ouija. Una noche, los vecinos de Angela la invitaron para pasar una noche experimentado con el tablero ouija.
“Nos encontrábamos en la casa, iluminada únicamente con la luz de las velas y sentados entre cojines en frente de la tablero ouija”, explicó Angela. “Mi corazón latía de emoción cuando colocamos nuestros dedos índices en la parte inferior del vaso que habían sobre la mesa. Y de repente comenzó a moverse en todas direcciones. Mi vecino Robert preguntó si había algún espíritu que quería comunicarse con nosotros. El vaso comenzó a moverse hacia diferentes letras, hasta que la final pudimos distinguir lo que quería decirnos: ANGELA.”
Al parecer el espíritu quería hablar con Angela, pero lo que ocurrió a continuación aterró a todos los presentes. El vaso comenzó a deletrear: “MUERE PERRA”, y la puerta del salón se cerró de golpe. Angela con voz tenebrosa preguntó quién era, y la respuesta fue: SATAN. Después de deletrear estas letras el vaso salió despedido contra la pared para romperse en mil pedazos.
“Sin pensarlo cerramos las luces y apagamos las velas. Nunca debí hacer esto”, dijo Angela.
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Angela Jackson después de recibir la brutal agresión
Meses después de este incidente sobrenatural, Angela no podía quitarse de la cabeza lo que le había dicho la entidad negativa. En un principio todo quedó en un simple susto, hasta que una noche Angela se despertó gritando y sudando después de haber tenido una terrible pesadilla. Soñó que era atacada por un hombre que llevaba un martillo.
“Fue entonces cuando supe que las cosas habían ido demasiado lejos”, dijo Angela. “Estaba realmente asustada. Me prometí a mí misma que nunca más volvería a usar la ouija”.
Pero un día la amenaza sobrenatural se hizo realidad. Angela se disponía a visitar a su vecino cuando detrás de ella escucho las palabras “MUERE PERRA”.
“Detrás de mí oí una voz que me decía “Muere Perra”, explicó Angela. “Me quedé helada al oír esas palabras. Temblando de miedo, me di la vuelta para ver a un hombre con una camiseta blanca emergiendo de las sombras con un gran martillo en sus manos. Grité mientras me golpeaba en la cabeza con el martillo. Me golpeó de nuevo y sentí como la sangre corría por mi cara.”
Angela no pudo ver al atacante. Lo siguiente que recordó es despertarse en el hospital confundida y aturdida. Los médicos le dijeron que había sido atacada y que sufría de una fuerte fractura en el cráneo.
“Han pasado seis años desde el ataque. Nadie ha sido detenido y continúo estando muy asustada porque algún día la amenaza del espíritu se haga realidad. Si hubiera hecho caso a las advertencias de mi padre a través de la psíquica tal vez de esto no hubiera pasado. Pero ahora quiero advertir a todo el mundo: Nunca juegues con la ouija, el mal está al acecho en el más allá”, concluyó Angela.
Creemos que no hace falta decir mucho más a la traumática experiencia de Angela. Son muchos los casos que sugieren que la ouija es un portal a fuerzas oscuras desconocidas que aprovechan cualquier oportunidad para apoderarse de las almas de los seres más frágiles, y esta es una nueva prueba de ello.



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