Cambios de
temperatura, puertas que se abren y cierran, ruidos extraños, olores
nauseabundos, son solo algunos de los fenómenos vinculados a las casas
“embrujadas”. Pero dentro de tantas creencias y rumores, deben existir indicios
ciertos que nos permitan tener una aproximación hacia lo que pueden ser
presencias que están “más allá”, y que no son meras supersticiones.
Uno de los
casos emblemáticos de las llamadas experiencias sobrenaturales ocurridas en una
casa es el de Amityville, un pequeño pueblo ubicado en la
costa sur de Long Island, Nueva York, cuya historia resultó tan llamativa que
ha inspirado libros y películas.
Algunos
escépticos insisten en que allí nunca hubo fantasmas, lo que sumado a que todos
los miembros de la familia involucrados están muertos o no pueden hablar, hacen
muy difícil saber qué sucedió en un lugar que, hoy, es sinónimo de terror.
La
historia de Amityville
En 1975,
George Lutz junto a su esposa Kathy y los tres hijos de la pareja se mudaron a
la Ocean Avenue, número 112, donde trece meses antes, seis integrantes de la
familia DeFeo fueron brutalmente asesinados en esa vivienda por el hijo mayor.
El 14 de noviembre de 1974, Ronald, de 23 años, mató a todos los miembros del
clan mientras dormían con una escopeta calibre 35.
De acuerdo al
informe de la policía, recogidos en el libro de Osuna, “los crímenes
presentaban algunas peculiaridades que indicaban rasgos sádicos solo
explicables en una mente enferma”. Esto, ya que el padre, la madre, sus dos
hermanas y sus dos hermanos fueron narcotizados ese día para garantizarle a
Ronald el sueño profundo de las víctimas. “Todos dormían de bruces, con las
cabezas apoyadas sobre los brazos cruzados y fueron fusilados con un arma
potentísima, por la espalda, excepto la madre, que recibió un disparo en la
cabeza”.
En el juicio,
el asesino insistió que una voz demoníaca lo mandó a matar a su familia, pero
aunque su abogado alegó locura, Ronald fue hallado culpable de los cargos de
homicidio múltiple y condenado a 150 años de prisión (25 años por cada
asesinato).
Por muy
extraño que resulte, esto no preocupó a los Lutz, quizá animados ante la
posibilidad de comprar el inmueble a un precio muy conveniente. Sin embargo,
pronto comenzaron a ser testigos de extraños fenómenos, los que se relatan en
el libro “The Amityville Horror” de Jay Anson. Tras su publicación, la historia
de la familia Lutz junto con el caso DeFeo alcanzaron fama mundial.
En éste se
relata que los nuevos moradores de la casa, considerando los horribles
asesinatos, llevaron a su amigo y cura Ralph Pecoraro para bendecir el
inmueble. Según cuenta el libro, cuando el sacerdote llegó, la familia no
estaba, y al entrar habría escuchado una voz que le gritaba “Sal de aquí”, lo
que supuestamente nunca les dijo a los Lutz.
En tanto, a pocos
días de la mudanza, empezaron a sentir desagradables olores, ruidos
espeluznantes, manchas (tipo baba) que emanaban de las paredes, presencia de
moscas, frío glaciar, extrañas reacciones de su perro, Kathy afirmaba sentir el
perfume de una mujer y por alguna extraña razón, George comenzó a despertarse a
las 03:15 de la madrugada (hora en que ocurrieron los asesinatos) con la
sensación de que había alguien en la vivienda.
A medida que
pasaban los días, los hechos empeoraron con la aparición de figuras demoníacas,
asegura Anson. En dos ocasiones la familia vio a una enorme figura blanca, con
una capucha y un horrible rostro, además de Jodie, un cerdo que la menor de los
Lutz -Missy- decía que solo ella podía ver y con el cual jugaba y hablaba, pero
sus padres también habrían visto al “amigo imaginario” de la pequeña en
horribles situaciones.
Asimismo,
George narró que durante tres días despertó en la noche y vio que su mujer
levitaba, flotaba por encima de la cama. En una de ellas, Kathy quedó marcada
por una especie de quemaduras que iban desde debajo de su pecho hasta el pubis.
La psíquica y
medium, Lorraine Warren, fue la única persona que investigó de cerca los
relatos de la familia Lutz. Para ella los encantamientos suelen comenzar así,
sutilmente. “Crees que estás perdiendo la razón. Si no los reconoces se
desvanecen y mientras más atención le prestas, más poderosos se vuelven”,
aseguró en declaraciones recogidas por la National Geographic en “Is it real?”.
Lorraine y su
marido Ed (demonólogos en cuya historia y trabajo está basada la película “El
Conjuro”), fueron dos de las personas que pasaron una noche aterradora en la
casa. Desde que entró, la psíquica relató que fue asediada por espantosas
visiones. Para ella no cabía duda de que los sucesos narrados por la familia
eran reales. Y hasta la fecha mantiene su postura.
Increíblemente,
evidencias recientes indicarían que los que creyeron en el horror de
Amityville fueron engañados.
En una
entrevista con Ric Osuna, autor de The Night of the DeFeos died,
George Lutz admitió haber obtenido 400 mil dólares sólo por el primer libro y
la película. Además, el padre Pecoraro declaró más tarde que en realidad él
jamás había pisado la casa, y que inclusive, la única vez que se comunicó con
la familia Lutz fue durante una llamada que Kathy le hizo para contarle sobre
una extraña levitación que dijo haber sufrido. Toda vinculación que se hizo de
él con Amityville fue deliberadamente sacada de contexto, lo que fue ratificado
por la Iglesia Católica a través de un comunicado.
Tampoco se
registró alguna llamada al departamento de policía como los Lutz indicaron.
Pero sin duda, el argumento por fraude que más predominó fue una declaración
hecha por William Weber, abogado de Ronald DeFeo que acusó a George de no haber
cumplido con su pacto.
DeFeo habría
hecho un trato con los Lutz y con el mismo autor del libro Jay Anson para
relatar un caso sobre apariciones demoníacas en la casa donde él había cometido
los asesinatos para convencer a todos de que él lo había hecho bajo la
influencia del diablo. Eso lo ayudaría a reducir su sentencia debido a que su
investigación podría ser modificada y el hecho de que había matado sin
iniciativa propia podía ser considerado. A cambio de ello los Lutz lograrían
tener fama y dinero.
Además ninguna
de las tres familias que habitaron posteriormente la casa (Cromarty, O’Neill y
Wilson) vivieron fenómenos paranormales como los que describieron los Lutz.
¿Qué
determina a una casa embrujada?
En Santiago
también han surgido casos, como son la Casa Dubois, el Palacio Echeverría, la
Mansión Baker o la casa Beaurchard, y también en ciudades como Arica (en 18 de
Septiembre) o Concepción (Parque Ecuador), las que han ayudado a mantener vivos
estos relatos en la cultura popular.
Si bien hasta
ahora la ciencia se ha negado a reconocer oficialmente la existencia de
fenómenos paranormales pues no hay evidencias que los confirmen, la explicación
más aceptada para este tipo de hechos la entregó el profesor de Psicología de
la Universidad de York, James Alcock en 1981. Este expresó que estos sucesos
deben reunir 3 características: no ser explicados en términos científicos; únicamente
se pueden explicar mediante una amplia revisión de los principios de base de la
ciencia; y no es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias
y de las expectativas referentes a la realidad.
Para el
profesor y ex sacerdote, Hugo Zepeda es más sencillo: la ciencia se
pronuncia sólo cuando puede comprobar un fenómeno que estudia, pero en el caso
de no poder explicarlo, tampoco lo puede negar. Allí aparece los
denominados “hechos paranormales”, cuyos estudios los ha llevado la parapsicología
y que gracias a las nuevas tecnologías, han podido ser registrados de forma
audiovisual.
En las casas
embrujadas existen 2 tipos de apariciones, según explicó el experto a BioBioChile:
las espontáneas, que corresponden a almas que necesitan ayuda de los vivos para
poder descansar, y aquellas invocadas por terceros a través de médiums o
ouijas, por donde se pueden abrir portales que dejan pasar a cualquier tipo de
presencia, inclusive maligna.
Respecto a las
señales que indicarían que una casa está “cargada”, Zepeda señala que éstas
pueden notarse por hechos que no pueden ser discutidos después de investigar la
historia de la vivienda (pueden estar vinculada a algún homicidio, o estar
sobre un antiguo cementerio). En tanto la realidad de los habitantes del
inmueble que dicen sentir presencias es variable, ya que muchos de los casos se
descartan cuando se estudia la mente de los supuestos afectados.
Así también
existen otras cualidades más comunes, como las acciones de los animales.
Según el profesor, estos no tienen psicología, a diferencia de los humanos que
podemos creer ver cosas influidas por muchos factores, por lo que son solo
sensibilidad. Si de un momento a otro un animal ataca, se espanta, huye o mira
fijamente hacia un lugar, es porque allí puede haber algo o alguien más.
Además Zepeda,
desde su posición de testigo de exorcismos, afirma que es posible medir estos
fenómenos a través de la temperatura, porque cuando hay
espíritus, ésta varía de una habitación a otra. Si se trata de un ente maligno,
se podrá percibir un frío intenso, a diferencia de los espacios restantes de la
casa. Adicionalmente hay densidad en el ambiente, movimiento repentino de
objetos, apariciones de moscas inexplicablemente en una pieza cerrada, olores
azufrosos y otros más extremos como los poltergeist.
La
versión científica: ondas, magnetismo e intoxicaciones
Pero la
ciencia tiene una explicación lógica para cierto tipo de fenómenos calificados
de paranormales, y los atribuye a fenómenos físicos probados, tales como la electricidad
estática, los campos electromagnéticos, el aire ionizado, los infrasonidos o
los ultrasonidos, e incluso a alucinaciones causadas por envenenamiento por
monóxido de carbono.
Según el
psicológo clínico, Sergio Schilling, en Chile no existe un estudio sustancial y
serio sobre la parapsicología. Lo que acá se hace, asegura, es medir magnetismo
y sonidos de baja frecuencia en una casa para determinar si hay energía física,
pero no la espiritual, es decir, aquella que pueda estar afectando el cerebro
de las personas.
Por ejemplo,
resulta interesante considerar que los sonidos de baja frecuencia generan
alteraciones en el ojo, provocando que la gente crea ver espíritus a nivel del
rabillo del ojo o sentir que la casa está “cargada”. En cuanto al magnetismo,
las personas que tienen susceptibilidad en ciertas áreas de su cerebro pueden
sufrir crisis epilépticas cuando hay altos grados de magnetismo, por ejemplo si
hay un río cruzando bajo la casa, una torre de alta tensión, o durante la
instalación de un circuito de alta tensión.
“El magnetismo
se mide porque algunas personas pueden sufrir alucinaciones”, dice Schilling en
conversación con BioBioChile, o también hay gente que asegura
percibir olores, pero se trata de dióxido de carbono, que induce trastornos
mentales. “En las casas antiguas sobre todo, donde hay mala aislación, se
acumulan toxinas y sus habitantes tienden a intoxicarse; se mueren las plantas
y los animales, atribuyéndolo a un ambiente cargado, pero realmente es una
intoxicación lenta”.
¿Mentes encantadas o casas encantadas? ¿Explicación divina o científica?
La respuesta aún es compleja, pues como ambos aseguran, la ciencia no lo niega
pero tampoco puede reconocerlo porque no ha hallado una explicación desde sus
estudios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario