Estaba obsesionado con el, su pequeño Adonis. Mi vecino y amigo era un
ventrílocuo famoso, conocido en todo el país, lo digo era por que su
obsesión por Adonis, su títere, fue creciendo y lo termino matando.
Todas las noches lo acompañaba a sus shows, siempre antes de comenzar
hacia un ritual, que me ponía los pelos de punta. El agarraba un ratón
con sus manos, lo aplastaba hasta que la sangre escurría de sus dedos,
cayendo en la boca de Adonis. Todavía puedo escuchar sus chillidos.
- Es para que mi Adonis se sienta vivo.
Siempre me decía con sus enormes ojos llenos de demencia. Su presencia
daba miedo, siempre olía a sangre y humedad, pero nunca dejaba a su
títere.
Una noche lo fui a visitar a su casa, tenía un mal presentimiento. La
puerta estaba abierta, por un momento me quede pensando pero terminé
entrando.
Ahí se encontraba él, hincado frente a su títere , con un cuchillo en
una mano, intente detenerlo pero me petrifique, como si algo me
detuviera.
- Te daré parte de mí, y al fin estarás vivo Adonis.
Entonces de un golpe se corto la mano y se quedo tirado en el suelo
desangrándose. No podía moverme, gritaba y lloraba pero nadie me
escuchaba.
Entre mis gritos se escucharon pequeños pasos, se fue acercando a mí
lentamente con la mano arrastrándo en el suelo, Adonis se encontraba
enfrente de mí sonriendo.
- Ahora el alma de tu amigo me pertenece, ¿Quieres dar la tuya?
Tenía los ojos fijos en mí, hipnotizándome. Poco a poco se fue
convirtiendo en un moustro. Le salieron grandes cuernos de color negro,
en su cara ya no existía madera, solo escamas negras y colmillos
amarillos ansiosos de vida. Adonis era un demonio.
Un demonio estaba controlando al único amigo que tenía. Se llevó su
alma, a cambio de felicidad, que al final solo termino en muerte.
Seguía hipnotizado con su mirada, de repente me levanto con sus enormes garras, me azotó contra el techo y perdí la conciencia.
Me desperté en mi cuarto ya pasando el medio día, no recuerdo nada
absolutamente nada. Solo unos enormes ojos y el olor a sangre. A lado de
mi cama había una muñeca de trapo, con la ropa sucia y no tenía una
mano.
Entonces recordé. Cada detalle, cada olor y cada mirada estaban en mi
mente. Salí corriendo del cuarto con la muñeca, tenía que deshacerme de
ella, esa cosa estaba maldita.
La intente quemar, pero el fuego solo le provocaba una sonrisa. De
repente tocaron la puerta de mi casa, era una niña vendiendo dulces.
Sin pensarlo dos veces le regalé la muñeca y ella con gusto aceptó. Le
acabo de regalar a una niña una maldición, ni modo así es la vida.
Pasaron dos semanas después de la pesadilla, todo volvió a ser normal.
Excepto por el sentimiento de culpa que sentía, lo mas probable es que
la niña estuviera muerta o en un manicomio.
El viento sopló tan fuerte que abrió de golpe una de mis ventanas. Cuando una sombra llamó mi atención.
- ¿Creíste que podrías deshacerte de mi tan fácilmente?- me dijo la misma niña a la que le regalé la muñeca.
Autor: Miroslava Feria
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