Nació el 28 de noviembre de 1963 en la
isla Martinica. Su padre abandonó a la familia poco después de su
nacimiento y su madre, que tenía 17 años, creyó que no podría hacerse
cargo de él y lo envió con su abuela. Su abuela no podía dedicarle
mayores atenciones ( tenía un restaurante), y es así como Thierry vive
sus primeros años, alejado de todo afecto y cariño.
Al cabo de un tiempo, su progenitora se
vuelve a casar y tiene tres nuevos hijos. Thierry es llevado con su
nueva familia pero el marido de su madre no se llevaba bien con él y lo
envían a la casa de su verdadero padre, en Francia. Y como no, su padre
también había formado un nuevo hogar y tenía dos hijos, por lo que el
joven Paulin se siente rechazado por todos y no encuentra un lugar que
le brinde la atención y cariño que necesita. Todos estos contratiempos
se reflejan en su personalidad, que se manifiesta violenta y difícil.
A sus 18 años, durante la mili, asalta
una tienda amenazando con un cuchillo a la cajera. Por este hecho,
cumple una semana de prisión. Al terminar la mili se instala en la
romántica París y comienza a frecuentar lugares para homosexuales. En
uno de estos clubes nocturnos consigue trabajo como travestido.
Orgulloso de su empleo, invita a su madre a una de sus actuaciones, pero
ella se horroriza al verlo vestido de mujer y se marcha, rechazando así
la condición homosexual de su hijo.
Thierry se une en pareja con Jean
Mathurin, y deciden ir a vivir juntos a un hotel. Llevaban una vida
fastuosa, con todos los lujos, frecuentaban todos los restaurantes y se
mostraban en público. Pero poco duró la vida lujuriosa para ellos y
acabaron mudándose a un sitio más económico. Comenzaron a discutir por
celos y la pareja entró en crisis.
Comenzaban
días de estafas y tráfico de drogas, ya que esa era la única manera que
encontró Thierry para poder saldar las deudas que había contraído. A
estos crímenes se sumarían otros de diferente naturaleza, empezaba una
carrera criminal en París cuyo blanco eran las ancianas.
En enero de 1994, una anciana de 91
años, fue atacada por dos hombres que la amordazaron, ataron, golpearon y
robaron todos sus ahorros. Si bien sobrevivió al asalto, su estado de
nervios le impidió reconocer a los agresores.
En un distrito cercano, y ese mismo día,
otra mujer de edad avanzada, 83 años, fue asfixiada con una almohada y
su cuerpo atado con el sujetador de la cortina. Tras el crimen, se
retiran del lugar llevándose 200 francos. Cuatro semanas después, el
asesinato de una anciana de 89 años es noticia.
En este caso, la mujer había sido
sofocada con una bolsa de plástico, le robaron 500 francos y un reloj.
Las agresiones continuaron y la siguiente víctima fue una maestra
jubilada de 71 años, a quien amordazaron, ataron con un cable y
golpearon con tanta furia que le fracturaron la nariz, la mandíbula y
todos los huesos del lado derecho del cuerpo, finalmente la
estrangularon con una bufanda. El robo les dejó unos 10.000 francos.
El descubrimiento de un nuevo cadáver
conmocionó a la ciudad, ya que la suma de mujeres asesinadas ascendía a 8
en solo 5 semanas. La desafortunada víctima era una mujer de 84 años y
sufrió terribles golpes en el rostro, fue obligada a ingerir soda
caústica- tenía la garganta y la boca totalmente abrasadas-, y torturada
hasta la muerte. También hubo un robo asociado, que ascendió a la suma
de 500 francos. Hasta el momento, la Policía estaba desorientada, pues
el móvil de los homicidios parecía ser el robo pero las sumas sustraídas
eran de escasa importancia, por lo que los investigadores trazan un
perfil del posible atacante, trabajo bastante complejo pues los crímenes
no encajaban en ningún patrón conocido: no existía un móvil sexual pero
sí era altamente importante el sadismo, la ferocidad y la impiedad de
que eran objeto las mujeres atacadas.
La
ausencia de pistas concretas para atrapar al asesino hizo entrar en
pánico a toda la población, por lo que la Policía tuvo que reforzar la
zona frecuentada por el asesino con personal de otros distritos, así
como también poner a disposición de la población teléfonos de emergencia
para asesoramiento o para denunciar alguna situación extraña.
Para el verano de 1986 ya habían sido
asesinadas unas 16 ancianas, dos años después del comienzo de los
ataques, con un período en el cual no se manifestó la presencia del
asesino en la zona. La razón por la cual Thierry no mató durante doce
meses es fácilmente explicable: estaba encarcelado por venta de cocaína.
Sus huellas dactilares fueron tomadas, pero no se cotejaron con las
encontradas en las diferentes escenas del crimen de los asesinatos
puesto que eran delitos diferentes y, además, Paulin había sido
arrestado en otro distrito y no en París. Lamentablemente, la
información no se cruzó.
Afortunadamente, la primera víctima se
recuperó del trauma, y tres años después estaba dispuesta a contar, con
lujo de detalles, las características de su atacante. Con esos valiosos
aportes se confeccionó un retrato que se distribuyó en todo París y sus
alrededores. Finalmente, Thierry Paulin fue identificado y detenido.
Tras comprobar que sus huellas eran iguales a las halladas en las
escenas de los asesinatos, fue interrogado por la Brigada Criminal
durante 43 horas ininterrumpidas!!, finalmente se declara autor de unos
20 asesinatos.
Mientras duró el interrogatorio no
demostró remordimiento alguno, para él la vida no valía un penique,
sobretodo la vida de las personas mayores, a quienes odiaba. Puede que
ese sentimiento fuera fruto del rechazo del que fue objeto toda su vida,
desde la niñez hasta cuando se manifiesta homosexual, el desamor e
incomprensión lo hicieron indiferente al sufrimiento ajeno. Confesó que
no siempre actuaba solo, y que ataca a los débiles, que únicamente en
los primeros homicidios lo acompañó su amante Jean Mathurin. Declarado
culpable de asesinato y robo con violencia en 18 ocasiones.
El 16 de abril de 1989, mientras cumplía su condena, murió en su celda, enfermo de SIDA, a la edad de 26 años.
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