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lunes, 16 de marzo de 2015

Hoy en Leyendas Urbanas: La Mano Negra

Dado los sucesos ocurridos desde ya casi un año, mi padre pudo contarnos que cierto día había aparecido un hombre de raza negra en nuestro pequeño poblado de colonos italianos y alemanes a trescientos kilómetros de la ciudad de buenos aires.
Era joven y atlético, alrededor de veinticinco años, y si bien parecía muy sociable y atento con el trato a los demás, jamás encontró la misma respuesta que el hubiera querido para si… y en cambio a poco tiempo de llegado al pueblo, se encontró con la experiencia mas terrorífica de su vida, fue carne de presa para unos perros hambrientos que tenemos en el pueblo, y no me refiero a perros…
Mi padre nos contó en secreto que una de las familias alemanas que vivía en el poblado se destacaban por tener cierto mal trato absolutamente para todos, mi padre decía que los Friedman aun se creían la honorable familia nazi que vivía en Berlín hacía mil novecientos cuarenta y cinco. Eran esotéricos, hacían trabajos de ocultismo y adoraban a dioses extraños, si pasabas por frente a la casa podías ver pinturas de estos seres que jamás me atrevería a estudiar o querer saber mas al respecto.
Los viernes por la noche, mientras la gente solía caminar por las cuatro calles de la plaza principal para asistir al show de magia y a ver a los ventrílocuos, los Friedman sacrificaban gallinas y gritaban en una ceremonia bien rara, y de la cual no quiero hablar en este momento..

Pero ese viernes de diciembre, cambiaron carne de gallina por carne humana, lo esperaron a que salga del hostal, lo persiguieron, lo maniataron y lo metieron en la cajuela del auto, no lo vio uno sino varios, estaban tan desquiciados los Friedman que no les importo mostrarse públicamente secuestrando al nuevo vecino.
Del resto no se sabe nada, la gente que vio a los fridman violentar al negro pensó que lo sacarían del pueblo, pero todos, hasta mi padre y mi abuelo estaban equivocados..solo se sabe lo que paso después, a la una de la mañana se vio entrar arrastrándose al pobre negro al hostal, con el rostro desfigurado, la cara quemada con acido, sin lengua, los párpados cortados y algo que no quisiera ni escribir…le faltaba la mano, su mano izquierda.
El pobre negro no tardó en morir desangrado, nadie lo auxilio ni mostró compasión por su agonía, nadie le tendió la mano que aun tenia y que elevaba hacia el conserje en busca de compasión. Nadie hizo nada por el.
lo cubrieron con una bolsa y ahí quedo por unas horas, en la recepción del hostal, hasta que la policía llego desde buenos aires, tres horas después, se llevaron el cadáver y jamás se supo mas del suceso.. en cierta forma..
Una semana después, justo el viernes por la noche, un cortocircuito encendió un tubo de gas liquido que había en el garaje de los Friedman, exploto todo, instantáneamente, matando a toda la familia, sus hijos y una pequeña nieta de siete meses que había quedado al cuidado de la señora Friedman. Se supone que fue obra del negro en pena, mas que obra, si propia mano obrando..
El sábado siguiente se suicidó el recepcionista. Encontraron una carta en su abrigo que pedía perdón, quizás con la misma compasión con la que el pobre negro llevó hasta la muerte con su larga y dolorosa agonía.
Y eso no es nada, cada viernes por la noche, cuando duermes y te das vueltas en la cama, y extiendes tu mano, puedes, a veces,…sentir…la mano negra del pobre desconocido, intentando tocar la tuya, quizás como anima en pena, quizás aun sufriendo, pidiendo ayuda desde el mas allá, o quizás como castigo a cientos de personas que le vimos ser raptado por las garras del innombrable y  no hicimos nada.
Cada vez hay menos gente en el pueblo, los jóvenes nos estamos yendo, y los ancianos pagan cada viernes el pacto de silencio con esta familia, muchos mueren de infartos, no pueden soportar la mano fría que pueden sentir en la madrugada…



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