Pero los años fueron pasando y al final los propietarios fallecieron, aunque tanto José como María ya tenían unos años y estaban tan acostumbrados a realizar las compras en este tipo de comercios que no se planteaban viajar hasta otro pueblo para entrar a un centro comercial.
Por esa razón decidieron reabrir ellos la tienda y hablaron con el hijo de los propietarios que accedió muy gustosamente.
En pocos días consiguieron arreglar los desperfectos y volver a llenar las estanterías con los mismos ingredientes que consumían desde hacía ya mucho tiempo.
Pero una de las veces, estando María sola atendiendo a los clientes, al entrar a la trastienda pudo ver que gran parte del género se encontraba en el suelo destrozado. No sabía qué era lo que podía haber ocurrido, pero llamó a José y entre los dos volvieron a reorganizar todo y a deshacerse de lo que se había estropeado.
Lo que no sabían es que aquí había comenzado algo que no podrían entender, y es que a partir de la fecha, esta situación se acabó repitiendo día tras día sin que encontrasen una razón lógica.
Una de las noches decidieron permanecer en el lugar para averiguar qué era lo que pasaba, y de repente pudieron ver cómo entraban dos espíritus a los que reconocieron como los antiguos propietarios, pero la situación había cambiado drásticamente, y lo que querían era que abandonasen la tienda para no volver nunca más, aunque ya se había hecho tarde para poder escapar de allí.
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