Una de las leyendas relacionadas con La Llorona dice que se trataba de una mujer llamada “María”, nacida en el seno de una familia de campesinos en un pueblo humilde. Su asombrosa belleza llamó la atención tanto de los ricos como de los pobres de la zona. Se dice que ella pasaba los días en un entorno humilde, pero por las noches, ella se ponía su mejor vestido de color blanco seduciendo a los hombres que la admiraban en los bailes locales. Los jóvenes esperaban ansiosamente su llegada deleitándose con la atención que recibían. Sin embargo, María tenía dos hijos pequeños que le hacían difícil el hecho de poder salir por las noches, y con frecuencia, los dejaba solos mientras ella gozaba con los caballeros durante las noches. Pero un trágico día, los hijos de María aparecieron ahogados misteriosamente en el río. Algunos dijeron que se ahogó por su propia negligencia, pero otros tenían la creencia que habían muerto a manos de María.
Otra leyenda dice que La Llorona era una mujer cariñosa llena de vida y de amor, que se casó con un hombre rico que la trataba como a una reina. Sin embargo, después de que el matrimonio tuviera dos hijos la situación comenzó a cambiar, su marido se convirtió en un mujeriego y alcohólico, abandonando el hogar en muchas ocasiones durante meses. Él aparentemente ya no se preocupaba por la hermosa María, incluso comentaba entre su círculo más intimo que deseaba casarse con una mujer de su propia clase. Un día cuando volvió a casa sólo para visitar a sus hijos y María, él empezó a sentir un fuerte resentimiento hacia los chicos. Una tarde, mientras María paseaba con sus dos hijos por un camino cerca del río, su marido aprecio en un carro con una señora elegante a su lado. Se detuvo y habló con sus hijos, pero ignoró a María, y luego condujo el carro por el camino sin mirar atrás.
Después de esta situación, María entró en cólera, poniéndose en contra de sus hijos, llevándolos a través del camino y ahogándolos en el río. Cuando los pequeños desaparecieron río abajo, ella se dio cuenta de lo que había hecho y salió corriendo para salvarlos, pero ya era demasiado tarde. Debido al dolor que le había producido la situación, María corrió por las calles gritando y llorando. La hermosa María fue apodada como “La Llorona”, ya que lloraba día y noche. Durante todo ese tiempo, ella no quería comer, solo quería caminar a lo largo del río con su vestido blanco en busca de sus hijos, con la esperanza de que volverían de nuevo. Lloraba sin parar mientras vagaba por las orillas de los ríos con su vestido blanco, pero con el paso del tiempo el bonito vestido blanco de María se volvió sucio y roto. Ella se negaba a comer, adelgazando de tal manera que parecía un esqueleto andante. Al final, la mujer joven y hermosa finalmente murió en la orilla del río a la espera de que sus hijos regresaran. Poco después de su muerte, su espíritu inquieto hizo aparición en las oscura noches, caminando por las orillas del río Su llanto y sus gemidos se convirtieron en una maldición y la gente empezó a tener miedo de salir por la noche.
Muchas personas afirman haber visto el espíritu de La Llorona entre los árboles a lo largo de la costa o flotando en la corriente con su largo vestido blanco sobre las aguas. En muchos pueblos afirman que en las noches más oscuras aparece su espíritu caminando a lo largo de la orilla del río y llorando por sus hijos. Con el paso del tiempo, los aldeanos de los pueblos que habían sido testigos de la aparición del espíritu ya no hablaban de ella como María, sino más bien como “La Llorona”. En muchos lugares, se advierte a los niños de que no salgan en las oscuras noches, porque La Llorona puede arrastrarlos al río para ahogarlos.
A pesar de que las leyendas varían de una cultura a la otra, se dice que la aparición actúa sin vacilación ni misericordia. En muchos casos se afirma que ella mata indiscriminadamente, tanto hombres como a mujeres o niños. Otros dicen que sólo mata a los niños, arrastrándolos hasta la tumba de agua. Hay casos como el de Patricio Lugan, quien afirma que él y su familia fueron testigos de la aparición fantasmal de La Llorona en un arroyo entre Mora y Guadalupita, en Nuevo México. Según explicó, la familia estaba sentada en el porche de su casa cuando vieron a una mujer alta y delgada caminando a lo largo del arroyo. Cuando se fijaron más detenidamente, observaron que flotaba sobre el agua, empezó a subir la montaña y desapareció. Sin embargo, poco después volvió a aparecer mucho más cerca de donde se encontraban ellos y luego volvió a desaparecer. La familia buscó huellas, pero no encontraron absolutamente nada, no tenía ninguna duda de que la mujer que habían visto era “La Llorona”.
En otro caso documentado, fue el de Epifanio García, que en ocasiones discutía con su madre y su padre. Después de una acalorada discusión, Epifanio junto con sus hermanos Carlos y Agustín decidieron abandonar su rancho en Santa Fe. Sin embargo, cuando se encontraban cerca del río observaron a una mujer alta, que lleva un velo negro sobre su cara. Dos de los chicos viajaban en la parte delantera de la camioneta afirmaron que el espíritu apareció en el asiento entre ellos. Ella guardó silencio y siguió sentada allí hasta que Epifanio y sus hermanos finalmente decidieron regresar a su casa. Pero existen muchos más casos registrados, en Santa Fe el llanto del espíritu de La Llorona ha sido escuchado por los propios funcionarios del gobierno en un terreno que una vez fue un antiguo cementerio indio-español, y que por supuesto, está cerca del río de Santa Fe. Los testigos afirman oír gritos que resuenan por los pasillos, además de sentir unas manos invisibles empujándolos en las escaleras.
La Llorona se ha escuchado en las noches más oscuras llorando junto a los ríos. Sus avistamientos han sido localizados por todo el suroeste y el norte hasta Montana, a orillas del río Yellowstone, a parte de otras partes del mundo. Los más creyentes creen que el espíritu de “la mujer que llora” siempre estará presente en el mundo de los vivos, y por esta razón, muchos de ellos temen a la oscuridad, pasando la leyenda de generación en generación.
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