Conocido como el manuscrito más misterioso del mundo, el libro obtiene su nombre del coleccionista y bibliófilo, Wilfrid Voynich, quien en 1912 lo descubriera en Villa Mondragone, cerca de Roma. En aquel tiempo, dijo que el libro había pertenecido al emperador Rodolfo II de Habsburgo del siglo XVI.
Los análisis y dataciones llevados a cabo sobre algunas de sus páginas, revelaron el manuscrito pertenecía al siglo XV.
El libro contiene un estimado de 250.000 caracteres escritos en un idioma desconocido, el cual está acompañado de intrigantes ilustraciones: plantas no identificadas, símbolos astrológicos, elaboradas redes de tuberías y damas desnudas bailando o bañándose en un extraño líquido verde.
Los eruditos contemporáneos han dividido el manuscrito en cinco secciones: herbal, astrológica, biológica, farmacológica y recetas.“A pesar de su aspecto de codex medieval, su origen, propósito y contenidos permanecen en el más profundo de los misterios”, dice Marcelo Montemurro, físico teórico de la Universidad de Manchester, Reino Unido, quien junto con Damián Zanette, del Grupo Estadístico de Física del Centro Atómico en Bariloche, Río Negro, Argentina, presentaron los resultados de los análisis efectuados sobre el Voynich en la revista científica Plos One.
“Desde el siglo XVII, existieron numerosos intentos por descifrar el manuscrito que llevaron a unas pocas proclamaciones de éxito, pero nada que sea convincente”, agregó Montemurro.
Las especulaciones van desde el trabajo secreto de una secta religiosa, el único documento que queda de un lenguaje desconocido, un código secreto altamente encriptado, hasta la receta para el elixir de la vida.
Los físicos utilizaron un sistema estadístico computarizado como método para analizar el texto a gran escala. Enfocándose en los patrones de cómo las palabras estaban ordenadas, el estudios extrajo “grupos” de palabras crípticas como shedy, cthy, chor, gotedy y qokeey.
La identificación de estas palabras es algo crucial para el análisis efectuado. La idea principal consiste en el uso heterogéneo de palabras en cualquier texto, con ciertas palabras que son usadas con mayor frecuencia cuando un tópico específico es tratado.
“A nivel estadístico esto significa que estas palabras que definen un tópico determinado, terminan siendo usadas en patrones agrupados. Por el contrario, palabras que no están relacionadas con un tema en especial, como por ejemplo conectores como “o”, “y”, tienen una utilización más uniforme y constante”, dice Montemurro.
De acuerdo al investigador, si las palabras del texto Voynich están encriptadas, entonces este método estadístico proveerá pistas sobre cuáles palabras tienen más relación con los temas del libro.
Se notó que el manuscrito presenta una organización compleja en la distribución de palabras que es compatible con aquella encontrada en oraciones de un idioma conocido.
El análisis también puso al descubierto la relación entre porciones de texto que son consistentes con las imágenes que las acompañan. “Por ejemplo, al nivel de lenguaje, las secciones herbales y farmacéuticas del texto tienen una mayor relación entre sí. Lo cuál es interesante considerando que estas secciones son en las que se observan las espléndidas ilustraciones de plantas”, aclara Montemurro.
En el pasado algunos escépticos han declarado que el manuscrito es en realidad un fraude deliberado, posiblemente perpetrado por John Dee, un matemático y astrólogo inglés en la corte de Rodolfo.
En 2003, el doctor en informática Gordon Rugg proclamó que el texto del manuscrito Voynich no sería más que un conjunto de palabras sin sentido creadas a partir de la “rejilla de Cardano“, un sistema criptográfico diseñado por el matemático italiano Gerolamo Cardano con el cual es factible reproducir el sistema trisilábico del voynichés (partícula inicial+media+final) así como otras peculiaridades estadísticas del mismo.
Pero de acuerdo a Montemurro, ninguno de los métodos de falsificación propuestos por los escépticos son capaces de reproducir a nivel estadístico la estructura de los textos del Voynich.
“La rejilla de Cardano y el método propuesto por Gordon Rugg como el utilizado para la falsificación, fue dado a conocer cerca del año 1.550. Sin embargo, la datación del manuscrito Voynich indica claramente una fecha entre 1.404 y 1.438. Este hecho debilita gravemente la hipótesis del fraude, ya que implicaría que el papiro en el que está escrito permaneció un siglo sin ser utilizado, hasta que la rejilla y la tabla para falsificar los textos estuvieron disponibles”, refuta el científico.
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