El asesino, bautizado como el "Monstruo
de Florencia" actuaba en noches de verano en las que jóvenes parejas
buscaban intimidad dentro de un vehículo, lejos de miradas indiscretas.
Cuando empezaban a quitarse la ropa, él salía inesperadamente y en
silencio les disparaba, apuñalaba y mutilaba los órganos sexuales de la
mujer. Luego, se llevaba su vagina y su seno izquierdo como sendos
trofeos, sin dejar testigos o alguna pista que hicieran posible su
captura.
Fueron 16 crímenes a lo largo de 18
años. Crímenes sin móvil aparente, todos cometidos en noches sin luna,
poco antes de medianoche. Aterrorizó no sólo esa provincia, sino a toda
Italia entre los años 1968 y 1985.
Desde principio de los años ochenta
varios expertos trataron de realizar un perfil psicológico del asesino,
unas veces por solicitud de las autoridades que trabajaban en el caso, y
otras por cuenta propia. Uno de estos retratos, sin lugar a duda el más
completo, lo llevó a cabo el grupo de criminólogos de la Universidad de
Módena, Francesco De Fazio, Salvatore Luberto e Ivan Galliani. Estos
hombres elaboraron un extenso informe de 150 páginas, en ellas tratan de
responder a algunas de las preguntas que todos se habían estado
haciendo, así como rasgos del Monstruo, tales como: su físico, edad,
origen y nivel cultural, el modus operandi y la psicopatología del
sujeto; después de realizar un estudio basado en los testimonios de los
familiares y los policías, la necropsia de las víctimas, las fotos y
reconstrucciones del delito y de haber examinado personalmente los
lugares donde el Monstruo asesinó.
La conclusión del grupo fue: el asesino
es un narcisista obsesivo con delirio de grandeza, que guarda dentro de
sí un odio extremo hacia el amor físico, pero su locura es en cierto
modo lúcida. Tiene una inteligencia extraordinaria, capaz de organizar y
planear al detalle cada crimen, un conocimiento profundo de las zonas
donde ataca y una mano precisa para llevar a cabo el delito sin
vacilaciones. Cuando dispara siempre lo hace con un tiro certero a uno
de los puntos vitales del cuerpo de la víctima, mostrando su destreza en
el uso de las armas de fuego, y cuando mutila los órganos sexuales al
cadáver lo hace con una precisión fuera de lo común.
Creen se trata de un varón de
aproximadamente un metro ochenta, entre 35 y 40 años, con algún
trastorno sexual, todos sus delitos tienen naturaleza sexual, como
demuestra el aumento de componentes fetichistas y sádicos, lo que indica
que tiene una sexualidad desarrollada sólo a nivel de la fantasía y que
pudo haber llegado al crimen después de unas fases previas de
vouyerismo y fetichismo. Por la precisión de los cortes, la amputación
del pecho izquierdo de sus víctimas, su finalidad es de conservación; en
ningún cadáver hay muestras de una sádica búsqueda de placer
suplementaria obtenida por hacer sufrir a la víctima. Son incisiones muy
estudiadas para no dañar la piel de los alrededores.
Nunca actuó en el mismo lugar y siempre
utilizaba la misma arma, -una Beretta calibre 22, modelo Long Rifle-. En
total ha disparado 66 proyectiles, todos de la marca Winchester y ha
asesinado a 16 personas, pero de él apenas se sabe poco o nada a pesar
de los numerosos perfiles psicológicos que han pretendido deducir su
personalidad. La única certeza es que a pesar de los esfuerzos de la
magistratura florentina, y tal vez a causa de varias pistas que durante
varios años han sido ocultadas a la Policía, el Monstruo de Florencia ha
quedado impune.
La investigación duró ocho años, durante
los cuales fueron interrogados más de 100,000 sospechosos, con la
esperanza de que alguno de ellos fuese el asesino. Durante el año 1990,
la atención se enfocó en un granjero de 68 años llamado Pietro Pacciani,
conocido en la localidad de Mercatale por su afición a la caza y a
disecar las piezas capturadas. Lo que provocó que se le considerase el
principal sospechoso de los asesinatos.
Pacciani
había sido detenido en el año 1951 por el asesinato de un vendedor
ambulante al que había sorprendido durmiendo con su novia. Después de
dispararle y apuñalarlo 19 veces, violó el cadáver de la víctima.
Rápidamente fue sentenciado por el crimen y lo sancionaron a cumplir 13
años de condena firme. Tras salir de la cárcel se casó y trató de formar
una familia, pero fue de nuevo detenido en el año 1987, y hasta 1991,
por malos tratos físicos a su esposa y acoso sexual a sus dos hijas más
jóvenes.
Desde el mismo día en que Pacciani fue
detenido hasta las últimas entrevistas que le fueron realizadas antes de
su muerte, siempre se proclamó "tan inocente como Cristo". Finalmente
el fallo se emitió en su contra y le declararon culpable de seis de los
ocho crímenes, a pesar de que no se tenía prueba alguna que demostrase
su participación, tan sólo algunos cartuchos de calibre 22 que la
policía halló en su domicilio.
Pacciani
estuvo cumpliendo condena hasta el 13 de febrero de 1996 en que fue
absuelto por un tribunal de apelación cuando contaba con 71 años,
después de que llegasen a la determinación que no había pruebas que le
inculpasen directamente como autor de los terribles crímenes del
Monstruo.
El mismo día que el Tribunal de Justicia
de Florencia absuelve de cada acusación a Pacciani, son detenidos por
la supuesta implicación en los crímenes dos personas: Mario Vanni y
Giancarlo Lotti. Determinan que los crímenes han sido cosa de la
estrecha colaboración de Pietro Pacciani, Mario Vanni, Giancarlo Lotti y
Giovanni Faggi. Todo esto sucedió de una manera tan rápida e imprevista
que muchos ciudadanos italianos creían firmemente que los
investigadores sólo estaban echando culpas para ganar tiempo ante un
caso que no eran capaces de resolver.
Para complicarlo todo todavía más, la
Corte Suprema Italiana revocó la decisión de libertad de Pacciani el 12
de diciembre de 1996, después de que Lotti confesase que él junto con
Pacciani cometieron los crímenes. El 21 de mayo de 1997, Mario Vanni y
Giancarlo Lotti fueron enjuiciados por su implicación en cinco de los
dobles crímenes. Los dos fueron sentenciados a 26 años de prisión.
Pacciani nunca cumpliría esta condena
porque el 23 de febrero de 1998 le encontraron muerto en extrañas
circunstancias en el suelo de su casa con los pantalones bajados y su
camisa alrededor del cuello. Como su cara aparecía azulada y
desfigurada, la opinión inicial de la Policía es que había muerto de un
paro cardÍaco, pero tras unos exámenes post mortem, se determinó que se
había suicidado ingiriendo una gran cantidad de medicamentos, aunque
desde el primer momento la misma Policía sospechó que lo habían
asesinado lentamente suministrándole medicamentos erróneos para su
diabetes y sus problemas cardiacos. Así, tras la muerte del principal
sospechoso, los investigadores decidieron cerrar el caso del Monstruo de
Florencia, no sin antes asegurarse que Vanni y Lotti estaban encerrados
detrás de los barrotes de la prisión, a pesar de la gran cantidad de
preguntas sin respuesta y de los puntos oscuros que rodean el caso.
En agosto de 2001 algunos investigadores
retoman de nuevo el caso del Monstruo sin querer dar demasiadas
explicaciones. Sólo dicen que tienen nuevas pistas que les conducen a
pensar que el Monstruo de Florencia puede tratarse de un grupo de unas
diez o doce personas adineradas, miembros de una secta religiosa, que
ordenaban y pagaban los "trabajos" a los tres campesinos.
Entre las personas que presuntamente
integrarían el grupo "satánico" se encontrarían un conocido médico
italiano y un pintor suizo para quien habría trabajado Pacciani como
jardinero y en cuya casa se hallaron algunos recortes de prensa del
juicio y varios dibujos de mujeres mutiladas, que según los
investigadores, representaban a las víctimas del Monstruo. Hasta que la
investigación esté completa, los detectives se niegan a facilitar datos
sobre el Monstruo de Florencia. Dicen haber descubierto también algo muy
significativo, y es que una persona habría estado pagando a Pacciani un
total de 33,000 libras depositadas en varios plazos a lo largo de los
años en los que fueron cometidos los crímenes, y que posteriormente le
recetó unos medicamentos que en vez de curarle, le llevaron a la tumba
porque sabía demasiado.
Un mes más tarde, en septiembre de 2001,
varios investigadores invadían con una orden judicial las casas y
oficinas de Aurelio Mattei, un psicólogo del Servicio Secreto Civil
italiano (SISDE), y Francesco Bruno, un conocido criminólogo experto en
psicopatología criminal de la Universidad de Roma, quien en 1985 realizó
un perfil del asesino analizando su pulsión fetichista y religiosa, que
nunca llegó a manos de la policía. Durante el registro les fueron
confiscados varios disquetes, cuadernos y notas sobre los crimenes,
fueron llevados a la comisaría para ser interrogados durante nueve horas
seguidas sobre los homicidios, y luego puestos en libertad. Desde
entonces no han sido detenidos formalmente, pero la policía ha dicho que
estas dos personas podían haber ocultado y destruido pruebas,
retrasando seriamente la investigación oficial. Indiferentemente a estos
hechos, Vanni y Lotti permanecían encarcelados.
Desde estas últimas actuaciones
policiales realizadas durante 2001 no se había vuelto a hablar del caso,
hasta que el día 6 de julio de 2002 varios diarios italianos
mencionaban unas mutilaciones sospechosas en unos tanatorios de
Florencia. Al parecer, los empleados del complejo funerario Cappelle del
Commiato se encontraron con que cinco de los cadáveres que estaban
siendo velados mostraban unas extrañas incisiones en la cara.
Cuando sucedió el primer caso de
mutilación en el cadáver de una anciana, creyeron que había sido
desfigurada por algún animal, un perro tal vez, que habría entrado en el
recinto, pero pronto desestimaron esa hipótesis por el tipo de cortes
demasiado precisos. Un día después se percataron de que los cuerpos de
otros dos cadáveres aparecían en un estado similar, y una inspección más
detallada reveló que las mutilaciones habían implicado el retiro
cuidadoso de algunos trozos de piel. Esto hizo que el Monstruo de
Florencia volviera a ponerse en boca de todo el mundo y en el tanatorio
se incrementaron las medidas de seguridad con más vigilancia nocturna
dentro y fuera del edificio, pero la persona que realizó las curiosas
incisiones parecía conocer perfectamente el recinto y burló todos los
dispositivos, no dejándose capturar ni por las cámaras recién
instaladas.
La Policía ha comenzado a investigar
estas mutilaciones, y algunos agentes han llegado a declarar
abiertamente la relación de este fenómeno con el misterioso asesino en
serie. Mientras tanto, el caso del Monstruo de Florencia sigue sin
resolverse.
Víctimas
- Antonio Lo Bianco y Bárbara Locci, 21 de agosto de 1968
- Pasquale Gentilcore y Stefania Pettini, 14 de septiembre de 1974.
- Giovanni Foggi y Carmela Di Nuccio, 6 de junio de 1981.
- Stefano Baldi y Susanna Cambi, 22 de noviembre de 1981.
- Paolo Mainardi y Antonella Migliorini, 19 de junio de 1982.
- Horst Meyer y Uwe Rush, 9 de septiembre de 1983.
- Claudio Stefanacci y Pia Rontini, 29 de julio de 1984.
- Nadine Mauriot y Jean Michel Kravechvilj, 8 de septiembre de 1985
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