A finales de marzo de 1953, el nuevo 
inquilino del número diez de Rillington Place, proseguía con las 
reformas que necesitaba su nuevo piso, ya que se encontraba sucio y 
destartalado. Agujereó la pared de la cocina, y al hacer esto se percató
 de que no había pared, sino un hueco que estaba empapelado. Arrancó el 
resto del papel para poder comprobar el interior. Al enfocar con su 
linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una 
sabana. Detrás de este se hallaban dos cadáveres más. Las tres mujeres 
habían sido estranguladas y el anterior inquilino había abandonado 
Rillington Place tres días antes: su nombre era John Reginald 
Christie...
En un registro posterior se hallaron, a 
parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados 
en el jardín y el cadáver de la señora Christie sepultado bajo las 
tablas del suelo de la habitación principal.
A los 17 años es sorprendido robando 
dinero mientras trabajaba como oficinista en la Policía local. A raíz de
 esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la 
Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió 
posteriormente recibir una pensión por incapacidad. En Mayo de 1920 se 
casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias 
ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. 
Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.
Christie se dedica a malvivir y 
vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide 
escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él
 hasta su muerte.
En 1938, a la edad de 40 años, John y su
 mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place. A partir de 1939 
consigue, gracias a su relación con el ejército, un trabajo como policía
 especial.
Es en Agosto de 1943, mientras 
investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, 
Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está 
ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té 
la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.
A finales de ese año deja la Policía y 
comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí 
hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años. Ésta le comenta que sufre un 
catarro y Christie le habla de los conocimientos médicos que adquirió en
 la guerra; Muriel acude al nº 10 de Rillington Place Esta vez Christie 
se perfecciona y planea el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro 
de cristal con tapadera metálica, dicha tapa tenía dos agujeros de los 
que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el 
otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba. 
Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar. 
Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló y
 abusó de ella. Después enterró el cuerpo en el jardín. Pasarían cinco 
años hasta que Christie volviera a actuar.
En Marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans 
se trasladan al nº 10 de Rillington Place, junto a su hija Geraldine de 
poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y 
su mujer, quien estaba encantada con la niña. En 1949 Beryl queda 
embarazada; no desea tener el hijo ya que los ingresos de Timothy eran 
muy escasos. Preocupados, comentan el problema a los Christie; 
posteriormente John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndoles de 
que se puede realizar sin salir de casa.
Aunque el joven se marcha de la ciudad, 
no puede olvidar el trágico suceso; así, se presenta en comisaría y 
confiesa haber matado a su esposa. Hicieron falta dos registros de la 
casa para poder encontrar lo que buscaban; el cadáver de Beryl Evans se 
encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y 
ocultado por unos troncos. Se hallaba vestida y con una corbata en el 
cuello, había sido estrangulada; la pequeña Geraldine se encontraba, 
también estrangulada, junto a su madre. Evans es trasladado a Londres el
 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su mujer e hija. 
Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único 
responsable del aborto fallido.
En el juicio se comprobó que Christie 
sirvió a su país en la primera Guerra Mundial y que había trabajado como
 policía especial; con esto se ganó la compasión del jurado. Mientras 
declaraba como testigo negó su participación en el aborto y comentó las 
continuas peleas entre el joven matrimonio así como los malos tratos que
 sufría Beryl ( todo falso ). En menos de 40 minutos el jurado encontró a
 Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.
El joven no dejó de insistir en que 
Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el mismo día de su muerte, 
pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.
John Christie había estado cerca de ser 
atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y
 nadie se había fijado en el hueso de Muriel Eady que sobresalía en la 
tierra del jardín.
El 14 de Diciembre de 1952 su mujer 
Ethel le despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos; Christie 
decide estrangularla como "un acto de compasión", por no poder acabar 
con sus dolores de otra forma. Conserva su cadáver varios días en la 
cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo.
Prácticamente arruinado, vende todos los
 muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de 
viaje. Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se 
deteriora y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, 
atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas.
Kathleen Maloney, una prostituta de 26 
años que conoció a Christie en un pub de Londres. Muere gaseada y 
estrangulada en Enero de 1953. El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita
 Nelson, otra prostituta de 25 años. El 6 de Marzo conoce en un café a 
la que sería su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años; Christie 
le ofrece alojamiento y, una vez en casa, le da muerte como a las demás.
 Los tres cadáveres son escondidos en un hueco en la pared de la cocina,
 que posteriormente sería cubierto con papel.
El 21 de Marzo abandona Rillington Place
 y empieza a vagabundear por la ciudad, alternando en albergues y 
transitando por los parques. El 31 de ese mismo mes es arrestado junto 
al puente Putney. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que 
tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.
Christie admitió haber cometido siete 
crímenes entre 1943 y 1953, aunque nunca confesó el asesinato de la 
pequeña Geraldine. Al cuarto día de juicio el jurado se retira a 
deliberar; una hora y veinte minutos después tenían el veredicto, 
culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca.
El 15 de Julio de 1953 es ahorcado. 16 años después de ser ahorcado Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.
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