Un asesino en serie suele exagerar el
número de sus víctimas, o confesar actos que no cometió. En el caso de
Shawcross, éste fingía canibalismo y necrofilia con el fin de poder
alegar locura, lo cual le haría irresponsable de sus actos. Encarna de
modo perfecto el talento de manipulación propio de los asesinos en
serie, y también las fallas del sistema, pues fue liberado por la
justicia después del asesinato de dos niños en 1972.
Afirmó haber sido víctima de abusos
sexuales durante su adolescencia, que sufría psicosis heredadas por las
atrocidades que había vivido en la guerra de Vietnam, y que esta
psicosis adquirida le obligaba a cometer actos criminales; contó a los
psiquiatras en una entrevista cómo había matado a una mujer y a una
adolescente vietnamitas:
"En un valle no lejos de Kontum, yo veo a
una mujer y le disparo. No quedó muerta del todo y la até a un árbol.
De una de las chozas sale una muchacha y la llevo para atarla con la
otra. Son el enemigo, por lo que le corto el cuello a la primera. Como
los vietnamitas son supersticiosos, clavo su cabeza en un poste, para
que no vengan más. Luego corté la carne de la pierna de aquella mujer
por el muslo hasta la rodilla, como un jamón, y lo asé en el fuego. No
olía muy bien, pero cuando estuvo bien asada me puse a comerla..."
Como Jack el Destripador, atacaba a
prostitutas a las que mataba sin remordimientos, haciendo reinar el
terror en la ciudad de Rochester y sus alrededores. Shawcross
estrangulaba a sus víctimas y dejaba sus cuerpos a orillas del río
Genesse, o escondidas entre los matorrales.
En
dos ocasiones hizo dudar a la policía si se trataba de un único asesino
o dos, puesto que en dos ocasiones, las víctimas no correspondían con
el perfil de las demás desafortunadas.
La falta de indicios da lugar a los rumores más singulares en un tema que no abandona las primeras páginas de los periódicos.
Según algunos, trata de vengarse después
de que una prostituta le hubiese transmitido el virus del sida. Otros
creen que se trata de un policía que patrulla por las zonas de
prostitución, y otros que simplemente mata a mujeres que le recuerdan
algún trauma con alguna mujer o su propia madre. Otros, que pertenece a
una secta de tipo protestante y quiere condenar a esas mujeres de la
calle.
Las prostitutas empiezan incluso a colaborar con la policía para tratar de atrapar al asesino, pero ninguna pista da resultado.
Finalmente las autoridades locales
recurren al FBI, quienes establecen el perfil psicológico del asesino, y
envían a un agente especial llamado Gregg McCrary, quien ordena
investigar en profundidad los lugares en dónde se han hallado los
cadáveres y los alrededores al río Genesse, intuyendo que el criminal
podría volver allí para revivir la excitación de sus crímenes.
Por fin el, miércoles 3 de enero de
1998, una patrulla en helicóptero divisa a un hombre de unos cuarenta
años de pie en un puente del lago Salmon, en Rochester. Bajo ese puente
se veía también el cadáver de una mujer.
En seguida dos agentes motorizados son
enviados para atrapar al hombre. Se trataba de Arthur Shawcross, nacido
el 6 de junio de 1945.
Estos le piden su identificación, y les
muestra un carnet de conducir caducado, alegando que no ha tenido tiempo
de renovarlo, pues acaba de salir de una larga estancia en prisión. Al
comprobar su identidad, se enteran de que no miente, que está en
libertad provisional tras haber estado quince años en la cárcel por el
asesinato de dos niños en Watertown, su ciudad natal, uno de diez y otro
de ocho años. Los agentes no creen que su presencia a pocos metros del
cuerpo sin vida de una mujer sea fruto de una coincidencia, y lo
detienen.
Cuando le juzgan, Shawcross trata de
hacerse pasar por caníbal, de ser un demente víctima de abusos sexuales
muy graves en su infancia. Dice que su madre lo sodomizó con el mango de
la escoba rasgándole la pared anal, aunque no existen pruebas médicas
que demuestren tal agresión. Culpa a la sociedad diciendo que le
enseñaron a ser un criminal enviándolo a Vietnam, y que aprendió a matar
y a mutilar mujeres en la guerra.
A
las autoridades la actitud del asesino les parece extraña. Tranquilo,
moderado, silencioso, no le interesa el saber por qué se le acusa.
Explica tranquilamente su presencia en el puente por el deseo de orinar,
pero nadie se lo cree, piensan que lo que Shawcross hacía en realidad
era revivir la excitación del crimen contemplando su "obra" desde el
puente y tal vez masturbarse.
Pero una serie de pruebas en su contra
sirvieron para acusarlo: una prostituta declaró en su contra, dijo
haberlo visto acompañado de una de sus amigas de profesión unas horas
antes de que la policía encontrara su cadáver, objetos de las víctimas
en el interior de su automóvil, y huellas de los neumáticos en los
lugares del crimen.
Cuando fue condenado con anterioridad a
veinticinco años de cárcel por el crimen de los dos niños, se había
prometido a los padres de las víctimas que no saldría de prisión antes
de haber cumplido toda su condena, pues aseguraron que la comisión
encargada de dictaminar sobre la libertad condicional nunca dejaría
volver a salir de la cárcel a un criminal como él, ya que estaba en la
calle bajo libertad vigilada por un delito anterior.
Estas son algunas respuestas que dio durante los diversos interrogatorios a los que fue sometido durante su último juicio:
¿Te turba haber matado a Dorothy Keller?
- No, en absoluto.
- No, en absoluto.
¿Sientes remordimientos?
- No.
- No.
¿Por qué no enterraste el cuerpo de June Scott?
- Me habría gustado encontrar un gran hoyo y meter en él todos los cuerpos, para que estuvieran todas juntas.
- Me habría gustado encontrar un gran hoyo y meter en él todos los cuerpos, para que estuvieran todas juntas.
¿Cómo hiciste para matarlas tan fácilmente?
-La mayor parte de las veces ni yo sabía que iba a matarlas. Además, me conocían y no esperaban eso de mí. Las atacaba rápidamente y las dejaba paralizadas.
-La mayor parte de las veces ni yo sabía que iba a matarlas. Además, me conocían y no esperaban eso de mí. Las atacaba rápidamente y las dejaba paralizadas.
¿Tuviste contacto con la policía durante las investigaciones?
- Siempre iba a comer a un sitio dónde iban a menudo policías. Hablaba con ellos para saber cómo avanzaba la investigación.
- Siempre iba a comer a un sitio dónde iban a menudo policías. Hablaba con ellos para saber cómo avanzaba la investigación.
¿Te dabas cuenta de lo que hacías en el momento en que matabas a las chicas?
- Si, pero me daba igual. La rutina...
- Si, pero me daba igual. La rutina...
Mataste a mucha gente, Arthur, ¿nunca tuviste miedo de que te descubrieran?
- Nunca pensé verdaderamente en eso.
- Nunca pensé verdaderamente en eso.
¿Crees que lo que has hecho es terrible?
- Sí.
- Sí.
¿Qué debería hacer la policía con alguien como tú?
- Meterme en la cárcel toda la vida. Si me sueltan volveré a hacerlo.
- Meterme en la cárcel toda la vida. Si me sueltan volveré a hacerlo.
A pesar de que su abogado pretendía que
el acusado sufre desórdenes psiquiátricos y complejos ataques de
naturaleza epiléptica responsables de sus crisis de locura asesina, y
que el mismo Shawcross juró y perjuró que estaba poseído por Ariemes,
-un demonio caníbal del siglo dieciocho sediento de sangre- que se había
encarnado en él, al término del juicio, Arthur Shawcross fue condenado a
doscientos cincuenta años, culpable de homicidio en segundo grado por
el asesinato de diez mujeres. El fiscal que presentó las pruebas, expuso
sus reflexiones sobre el caso diciendo públicamente:
"El asunto de Shawcross, que mató a
mujeres con toda impunidad durante 21 meses, afectó a toda la comunidad.
Los habitantes de Rochester se convirtieron de modo indirecto en
víctimas de estos crímenes, porque no se atrevían a salir al saber que
un asesino en serie actuaba en la zona. Hubo restaurantes, salas de
espectáculos y bares que tuvieron que cerrar por falta de clientes. Se
anularon congresos y reuniones, y eso sin olvidar el costo fenomenal de
la investigación y proceso de Shawcross, que se calcula en más de millón
y medio de dólares.
No estaba legalmente loco, pero tampoco
era normal. ¿Qué le motivaba? Adoraba matar. Se alimentaba con
violencia. Este caso puso de relieve ciertos defectos del aparato
judicial. Nunca debió permitirse que saliera de la cárcel".
En muchas ocasiones se ha hablado del
síndrome de Vietnam, que afecta a veteranos de esta guerra que no han
podido superar las frustraciones de su readaptación a la vida civil.
Muchos de ellos han recibido un entrenamiento especial para matar de
diversas formas, y algunos incluso, se han retirado a zonas apartadas
del país y viven completamente aislados conscientes del peligro que
representan para sus conciudadanos.
Uno de los primeros casos de los que se
tiene noticia de los afectados de este "síndrome" es anterior a la
guerra de Vietnam. Se trata de Howard Unruth, veterano de la Segunda
Guerra Mundial, asesinó a trece personas en Nueva Jersey, porque creía
que "sus vecinos se reían de él".
Aunque la paranoia suele ser el factor
desencadenante de estos crímenes, en algunos casos los medios de
comunicación o la influencia de algunas personas pueden llevar a cometer
actos criminales. Es lo que se conoce en criminología como "aprendizaje
social", un proceso de observación e imitación. Este es el caso de
Michael Ryan, un joven de 27 años profundo admirador de Rambo, que en
1987 salió a la calle ataviado al estilo militar y mató a tiros a trece
personas.
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