Jeffrey Dahmer es un asesino en serie
cuyo perfil psicológico es el prototipo del hombre carente de todo
aquello que hace tolerable la vida. Su actitud negativa le impidió tener
amigos, relaciones, trabajo, intereses, ocupaciones, dinero, esperanzas
o simplemente un lugar donde vivir. Nunca llegó a socializase y su
interior emocional se fue degradando mientras llenaba su enorme vacío
con fantasmas.
Nació el 21 de mayo de 1960 en el hogar
de un matrimonio problemático, compuesto por un investigador químico y
una neurótica emotiva y autocompasiva. Era un niño tímido y solitario
que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado.
El
joven Jeffrey no hacía más que gritar pidiendo atención desde temprana
edad pero esos gritos nunca fueron oídos ya que sus padres estaban
demasiado absortos en sus propias guerras personales que los llevaron a
un amargo divorcio en 1978.
Su familia cambió de vivienda seis veces
antes de establecerse en 1968 en Ohio. La mayor parte de su infancia la
pasó escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos
en frascos y conservándolos en formol. Pronto se interesó por la
anatomía animal. Sentía gran curiosidad por saber qué tenían por dentro y
llenó el sótano de su casa con huesos de conejos, pollos y otros
animales. Luego pasó a las ardillas, mapaches y otras piezas más
grandes, transportaba los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba
pudrirse, luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear
los huesos.
Su madre tras una temporada en el
hospital, como consecuencia de la ingestión de grandes cantidades de
tranquilizantes y otras drogas, tuvo que guardar cama por el resto de
sus días, hecho que conduciría a Jeffrey a un aislamiento
inquebrantable.
A los once años ya hablaba de manera
monocorde. Se convirtió en un solitario, balando como una oveja en el
aula de clase y comportándose como un retrasado en las tiendas para
llamar la atención de sus compañeros. También comenzó a beber y a
masturbarse compulsivamente utilizando revistas para homosexuales o
mirando las entrañas de los animales que cazaba. A los dieciséis años
solía ir borracho a clase, donde tenía un solo amigo que era proveedor
de marihuana y con quien se drogaba a diario. El joven se refería al
alcohol como su "medicina", un tónico autorecetado con la intención de
calmar sus momentos de angustia. Y ese alcohol a su vez, alimentaba su
inclinación hacia la excentricidad.
A
los diecisiete años, tras observar un joven que a diario pasaba
haciendo ejercicio delante de su casa, sintió un deseo desenfrenado de
poseerlo; como no se atrevía a abordarlo para entablar una conversación,
optó por coger un bate de béisbol y se dispuso a esperarlo con la idea
de atacarlo cuando pasara pero afortunadamente el joven dejó de ir a
correr por esa zona, salvándose así de ser la primera víctima del
atormentado Jeffrey Dahmer.
Un año después, su padre abandonó el
hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, el chico toma venganza
recogiendo en la carretera a un muchacho a quien llevó a su casa y
asesinó, luego metió el cuerpo en un saco de basura y lo arrojó por un
barranco.
Después de esto, entró en una crisis
depresiva y renunció a seguir viviendo, pero su padre lo envió a la
universidad. Allí también fue rechazado por su continuo estado de
embriaguez, y en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el
ejército pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a
vivir con su abuela, donde muestra una posible reinserción social, pues
comienza a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduce su dosis
de alcohol y encuentra trabajo en una fábrica.
Pero poco duró este cambio. Al poco
tiempo comenzó de nuevo a masturbarse insistentemente e incluso robó un
maniquí de una tienda, que hacía las veces de compañero sexual. También
empezó a frecuentar las saunas de Milwaukee, lugar donde se daban cita
algunos homosexuales con el fin de tener relaciones anónimas e
impersonales, pero le resultaba difícil conseguir la erección mientras
sus parejas estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con
somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto,
ninguno de sus amantes cuando volvían en sí, querían volver a saber nada
de él, por lo que creyó más oportuno buscar un cadáver para satisfacer
sus instintos sexuales.
Una noche tras asistir al funeral de un
joven de dieciocho años, fue a desenterrarlo al cementerio, pero no lo
consiguió porque el suelo estaba congelado debido a las bajas
temperaturas. En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo
indecente, hecho que lo llevó a su primer análisis psicológico, siendo
diagnosticada una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez.
En esta ocasión se trataba de un joven negro al que ofreció una bebida
dopada. Dahmer se despertó al día siguiente encima del cuerpo
ensangrentado, pero afirma no recordar nada de lo que pasó aquella
noche. Lo que sí recuerda es cómo tras levantarse, mete el cadáver en el
armario y sale a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a
casa de su abuela. Allí cuenta que lo guardó en el sótano y lo
desmembró, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una
estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo.
Después de eso, Dahmer comienza a matar
siempre que se le presenta la ocasión. Seguía el mismo modus operandi:
primero, el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les
ofrecía una bebida con somnífero y, finalmente, los estrangulaba.
Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el cadáver, pensando
en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la
habitación adornando con los huesos.
Dahmer seguía la predecible pauta de los
asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente asustado por sus
crímenes. Luego el ritmo aumenta y se convirtió en una máquina de matar
más efectiva. Está demostrado que estos asesinos con el tiempo se
vuelven arrogantes y despreocupados convencidos de que no pueden ser
apresados por ningún mortal, creyendo tener máximo poder y autoridad
sobre los demás.
Dahmer
mostraba muchas características de asesino organizado: acechaba a sus
víctimas, les engañaba para llevárselos a su departamento con la promesa
de dinero y favores y, después de la muerte ocultaba las pruebas de los
crímenes, pero también daba muestras de ser un criminal desorganizado:
realizaba actos sexuales con sus víctimas después de la muerte, consumía
su carne y sangre, las mutilaba y conservaba algunas partes como
recuerdos.
En una ocasión una de sus víctimas logró
marcharse antes de que las drogas surtiesen su efecto, y la policía
efectuó un registro de la casa, pero afirmaron no haber hallado nada.
El 30 de enero de 1989 fue declarado
culpable de atentado contra el pudor en segundo grado, por seducir a un
menor de 13 años con propósitos indecentes, y antes de comenzar a
cumplir la condena de un año de cárcel, mató a otro joven, guardó el
cuerpo en el cuarto de baño y para su mayor satisfacción sexual lo
mutiló y le pintó el cráneo con aerosol.
En marzo de 1990 se trasladó a vivir a
un deteriorado piso; adquirió una larga mesa y dos grifos de plástico
para extender los cuerpos de sus víctimas. Allí tomaba fotos con una
cámara Polaroid de sus amantes una vez muertos. Luego, congelaba los
órganos, comía parte de la carne y hervía el resto en una enorme olla
antes de echarlos en un gran contenedor de basura preparado con ácido.
El juicio comenzó el 27 de enero de
1992. Desde el principio quedó claro que le impulsaba un trastorno
mental, a pesar de que él hacía todo lo posible por disimularlo.
Dahmer se mostró tan sincero y
cooperador como muchos otros asesinos en serie, sin embargo, ni él mismo
podía entender cómo había sido capaz de cometer todas aquellas
atrocidades. Todos los presentes pudieron darse cuenta de hasta qué
punto sus compulsiones y fantasías se habían apoderado de su mente,
empujándole a seguir asesinato tras asesinato.
Después del veredicto habló por primera
vez al tribunal, dijo: "Señor juez, todo ha terminado, me siento muy mal
por lo que hice a esas pobres familias y comprendo su merecido odio.
Asumo toda la culpa por lo que hice. He hecho daño a mi madre, a mi
padre y a mi madrastra, pero les quiero mucho".
El carnicero de Milwaukee fue
sentenciado a un mínimo de 900 años, pero murió en la cárcel en 1994,
asesinado a golpes por un recluso. Tras la noticia, los padres de Dahmer
se pelearon por la posesión de su cerebro, llegando incluso a
enfrentarse ante los tribunales. La madre deseaba venderlo a un hospital
de investigación mental, mientras que el padre sólo deseaba enterrarlo
lejos de todo el mundo y de su memoria.
También los parientes de sus víctimas,
representados por un abogado, consiguieron hacer negocio con los
utensilios utilizados por el asesino para trocear y desangrar. Su
refrigerador se subastó públicamente, al igual que todo tipo de
cuchillos, sierras, picadoras y taladros.
Un grupo de ciudadanos de Milwaukee
compró el lote completo con intención de montar un "museo de los
horrores" para la atracción de los turistas, pero al final no se
atrevieron a llevar a cabo el proyecto y destruyeron el maca
http://ns2.pasarmiedo.com/asesinos-seriales/