Su tesis central afirma que existe una correlación entre el emplazamiento de las 3 pirámides de la meseta de Giza y la ubicación de las tres estrellas centrales del cinturón de Orión, y que esta correlación fue deliberadamente buscada por los constructores de las pirámides, al considerar que estas enormes construcciones orientadas hacia las estrellas (dioses) facilitaban el paso de los faraones a una vida después de la muerte, de acuerdo a la religión del Antiguo Egipto.

[[Archivo:Figuras de Sepdet (Sirius) y Sah (mitología egipcia) (Cinturón de Orion) representados in la tumba de Senenmut en Tebas. XVIII Dinastia. 1550 a. C. aprox..gif|thumb|Figuras de Sepdet (Sirius) y Sah (Cinturón de Orión) representado con tres estrellas en la tumba de Senenmut en Tebas. XVIII Dinastia. 1550 a. C. aprox.]]
El astrónomo Ed Krupp, del observatorio Griffith de los Los Angeles señaló que Bauval y Gilbert no revelaron en su libro que el mapa de las pirámides se había invertido para acomodar los resultados a la teoría. Sin embargo y dado que la correlación se produce mirando desde el norte de las pirámides de Giza hacia el sur, Archie Roy, profesor emérito de Astronomía de la Universidad de Glasgow, y Percy Seymour, astrónomo y astrofísico de la Universidad de Plymouth rechazaron públicamente el argumento de Krupp, incluyendo la acusación de que Bauval y Gilbert habrían invertido a propósito el plano de las pirámides.
Entre quienes apoyan la teoría también se encuentran la Dra. Mary Bruck y el Dr. Giulio Magli del Departamento de Matemáticas del Politécnico de Milán y experto en arqueoastrología.
Los autores afirman que lo que esta teoría propone va más allá de ser una simple coincidencia astroarqueológica. Dicen que las tres pirámides de Guiza (pertenecientes a los faraones Keops, Kefrén y Micerinos de la IV Dinastía) están alineadas con gran exactitud, pese a su monumentalidad, con el cinturón de Orión, es decir, forman una imagen de sus estrellas en la tierra. En la actualidad esto no es exacto: las tres estrellas de Orión forman un ángulo que difiere por unos pocos grados con el que forman las pirámides. Pero, si se calculan los cambios precesionales del cinturón de Orión a lo largo de los siglos, se comprueba que hubo un momento en que estas tres estrellas estuvieron alineadas exactamente igual en relación a la Vía Láctea que las pirámides en relación al río Nilo: hacia el 10.500 a. C. Robert Bauval realizó estos cálculos, que muestra en su libro "El misterio de Orión", y especula con la posibilidad de que sea en esta época en la que se concibió el proyecto maestro de las pirámides de Gizeh, aunque estas fueran construidas posteriormente en época histórica. Van más allá incluso, planteando que: no sólo estas últimas están dentro de la correlación de Orión, sino que también el resto de pirámides (construidas la mayoría en dinastías posteriores) tienen su imagen en el cielo; estas pirámides son las de Dahshur, Abusir, Zawyet el-Aryan y Abu Roash.

Uno de los mayores críticos con la teoría de la correlación, el español Juan Antonio Belmonte, astrofísico y uno de los mayores expertos mundiales en arqueoastronomía del mundo afirma: Las suposiciones que fundamentan tamaño disparate no tienen desperdicio y además invalidan otras de sus hipótesis.

Las configuraciones estelares de la constelación de Leo y Virgo son también de origen mesopotámico, conocidas en Egipto durante la dinastía ptolemaica, miles de años después.
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