
Hubo un tiempo en que la humanidad creyó en la existencia
de dragones con tanta certeza como la que hoy tenemos de que hay tiburones. El
dragón era monstruo fabuloso en forma de reptil, de las leyendas y la mitología
orientales, parecido al cocodrilo y al que se representa con alas, garras
grandes, cola de serpiente y aliento de fuego. En el antiguo Oriente Próximo, el
dragón simbolizaba el mal y la destrucción. Esta idea se encuentra, por ejemplo,
en Enuma Elisha, epopeya mesopotámica escrita hacia 2000 a.C. Uno de los
protagonistas de la leyenda es la diosa Tiamat, dragón que personifica los
océanos y comanda las hordas del caos y cuya destrucción era condición previa
para crear un universo ordenado. Según los egipcios, Apohis, dragón de la
oscuridad, era expulsado cada mañana por Ra, el dios sol.

En las sagradas escrituras hebreas, el dragón representa la muerte y el mal.
Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón que aparece en la principal
literatura terrorífica de la Biblia, sobre todo en el Apocalipsis, y en otras
tradiciones posteriores. En el arte cristiano, el dragón simboliza el pecado y
como tal aparece aplastado bajo el pie de santos y mártires simbolizando el
triunfo de los cristianos sobre el pecado y, por lo tanto, sobre el paganismo.
La leyenda de san Jorge y el dragón ilustra claramente este significado.
En la mitología clásica, se asocia el dragón con un guardián. El de Ladon
protege las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides, papel que reaparece
en los romances medievales, donde los dragones custodian, con frecuencia,
doncellas cautivas. Los griegos y los romanos creían que eran capaces de
entender, y transmitir a los mortales, los misterios del mundo.
Ambos aspectos del dragón, tanto el favorable como el que inspira terror, se
entremezclan en el folclore de las tribus paganas del norte de Europa. En el
Cantar de los Nibelungos, Sigfrido mata a un dragón y se hace invulnerable al
untarse su sangre por el cuerpo. Uno de los principales episodios de Beowulf
también narra el combate con un dragón. Los antiguos escandinavos adornaban la
proa de sus naves esculpiéndolas en forma de dragón. Entre los conquistadores
celtas de Bretaña era un emblema heráldico, símbolo de la soberanía, y durante
la ocupación romana del siglo I a.C. se convirtió en un estandarte militar.
También aparece en los escudos de las tribus teutonas que más tarde invadieron
Bretaña y, hasta el siglo XVI, se veía en los estandartes de batalla de los
reyes ingleses. Forma parte del escudo de armas de muchas casas nobiliarias
europeas.
El dragón en la mitología oriental

En la mitología de varios países orientales, sobre todo en China y Japón, el
dragón representa el poder espiritual supremo y es el símbolo más antiguo y más
ubicuo del arte oriental. Los dragones representan el poder terrenal y
celestial, el conocimiento y la fuerza. Viven en el agua y proporcionan salud y
buena suerte y, según la creencia china, traen la lluvia para las cosechas. El
dragón de los tradicionales desfiles chinos de Año Nuevo repele los malos
espíritus que podrían echar a perder el año que se inicia. El dragón de cinco
garras se convirtió en el emblema imperial chino; el de cuatro es el dragón
normal, y el japonés tiene tres garras.
En la mitología hindú, Indra, dios del cielo y de la lluvia, mata a Vitra,
dragón de las aguas, para liberar a la lluvia.
San Jorge y el dragón

De las muchas leyendas que circularon por todo el orbe cristiano sobre san
Jorge, la que obtuvo mayor favor del público es la que relata su contienda con
el dragón. Una ciudad pagana de Libia era acosada por este animal, al que los
habitantes habían intentado en un principio aplacar ofreciéndole dos ovejas
diarias, y cuando todo el ganado ovino fue sacrificado, pasaron a entregarle dos
jóvenes elegidas por sorteo. Un día la suerte recayó en la hija del rey. Cuando
la joven estaba a punto de ser devorada, apareció san Jorge a caballo y ensartó
con su lanza a la bestia. Según su hagiografía, el santo había anudado el
cinturón de la princesa alrededor del cuello del monstruo y, una vez recuperado
de la herida, comenzó a seguirla a todas partes como si de un perrillo faldero
se tratase.
Salvo que el héroe no se casó con la princesa, todo lo
demás está tomado de los relatos míticos y caballerescos. Los antiguos griegos
creían que Andrómeda fue rescatada de forma semejante por el héroe Perseo de un
horrible monstruo que amenazaba devastar la Tierra, si no ofrecían a esta
princesa de Etiopía como víctima del sacrificio. La doncella fue encadenada a
una roca a orillas del mar, pero la rescató Perseo, quien mató al monstruo y
reclamó la mano de Andrómeda como recompensa.
Perseo es, a su vez, la versión griega del dios egipcio Horus, a quien se
representa atravesando con su lanza al cocodrilo Sobek. Por tanto, san Jorge
sería la réplica cristiana de Horus, vencedor de las fuerzas oscuras.
El dragón parece haber sido en su origen una personificación del mar y del
guardián de las fuentes. Es por eso que san Jorge, al igual que Apolo, Hércules
y Perseo lo matan a orillas del mar o de un río.
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