Nos situamos en el año 1954, el día comenzó como otro cualquiera para los agentes de aduanas en un aeropuerto japonés. Los aviones de otras naciones llegaban con sus pasajeros a la terminal de llegadas internacionales, quienes recién llegados esperaban en la cola para las inspecciones de sus pasaportes y visados. Eran unos tiempos en el que Tokio iba poco a poco regresando a la normalidad, 9 años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero lo que comenzó como un día aparentemente normal pronto degeneró en perplejidad y asombro, cuando uno de los recién llegados que habían volado desde Europa presentó su pasaporte. El documento de viaje provenía de un país completamente desconocido, incluso los funcionarios de aduanas de más alto rango desconocían el origen del pasaporte que, en todo lo demás, parecía ser auténtico.
Según el pasaporte, el hombre era de un país llamado Taured. Debido a la extrañeza del caso, los funcionarios escoltaron al misterioso pasajero a una sala de interrogatorios para realizarle una entrevista mientras se llevaban a cabo una verificación de sus antecedentes y comprobar la autenticidad del pasaporte. El hombre misterioso dijo que su país estaba en Europa, incluso llevaba la moneda legal de varios países europeos en una billetera de gran tamaño.
Mientras los funcionarios de aduanas estaban confundidos, el tema pasó de desconcierto a cierta hostilidad por parte del hombre misterioso. Afirmó que estaba en Japón por negocios, el tercero en los que iba de año. Dijo que llevaba cinco años viajando a Japón y que su empresa era una filial de un conglomerado internacional. Aquí es donde empieza a complicarse la historia ya que los sellos en el pasaporte parecían estar correctos y todo aprecia concordar con la versión del misterioso pasajero.
Entonces los funcionarios contactaron con la compañía que aseguró que debía reunirse, pero esta dijo que nunca habían oído hablar de él, ni de la empresa que él representaba. Igualmente desconcertante eran otros documentos que portaba, una licencia de conducir emitida por su país, Taured. Él también tenía una licencia de conducir internacional, que era completamente válida, además de un talonario para una cuenta de un banco desconocido. Además el hotel en el cual tenía hecha una reserva no tenía constancia alguna de él.
Los funcionarios de la aduana, inmigración y la policía de Tokio, prepararon una intensa búsqueda para poder encontrar el misterioso viajero, pero después de varios días finalmente se dieron por vencidos. El hombre del país desconocido no existió oficialmente y no se le volvió a ver.
En 1905, fue detenido un joven en París por robar comida. Según dijeron las autoridades, el joven hablaba un idioma desconocido, y después de un extenso interrogatorio, el misterioso joven dijo que era de un lugar llamado Lizbia. Las autoridades pensando que quería decir Lisboa, por lo que le mostraron un mapa de Portugal, y solicitaron la presencia de un intérprete portugués para que hablara con el joven delincuente. Cuando el intérprete comenzó a hablar con el joven pronto se dio cuenta de no era de Lisboa. Además según explicó el intérprete, el lenguaje del joven no era un balbuceo inventado ya que tenía todas las reglas sintácticas consistentes de un lenguaje similar al Esperanto. Con el tiempo, el hombre de habla extraña fue liberado, y nunca se volvió a saber de él.
El conocido investigador de lo inexplicable, Charles Fort comentó una vez sobre los visitantes de otros planetas: “Si ha habido alguna vez casos de teleportaciones de seres humanos desde otro lugar de la Tierra, una investigación de las enfermerías y asilos podría dar lugar a algunas revelaciones maravillosas. A principios del año 1928, un hombre apareció en Nueva Jersey, diciendo que había venido desde el planeta Marte. Dondequiera que hubiese venido, todo el mundo sabe a dónde fue después de decir eso”.
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