CAPITULO 5 : AMON-RA
El almuerzo
en la cafetería del hotel estaba siendo de lo más ameno. Estuvieron charlando
de todo un poco, y decidieron ir a conocer algo de la ciudad, ya que solamente
Dalmaut la había visitado antes.
Salieron los cinco a la calle, y estuvieron
visitando lo más importante de Parí,s por lo que acabaron un poco cansados de
tanto andar. Más tarde, entraron en un restaurante español, y pidieron paella y
tortilla de patata. Alejandro y Claudia comentaban tras acabar la comida, que
no tenía ni comparación con esa misma comida en España.
El resto de la tarde lo aprovecharon para
seguir visitando la ciudad, y comprar unas cosillas que les gustaron.
En esos momentos, no muy lejos de allí,
llegaban al aeropuerto de París los dos
sicarios de la Hermandad, y tras acceder a la zona de salidas, un hombre alto y
uniformado los esperaba para llevarlos a un piso donde serían alojados.
Estaba ya a
punto de anochecer, cuando el grupo llegaba de nuevo al hotel. Primero fueron a
por algo de beber y de comer, para más tarde juntarse todos en una habitación,
con la intención de preparar el plan para conseguir la inscripción de la vasija
del Museo.
En el tiempo
que habían estado visitando París, Dalmaut había comprado en una tienda, un ordenador
portátil, para seguir con las investigaciones, y poder hacer reservas en hoteles
y museos por vía online.
Una vez desembalado, lo conecto, y gracias a
que el Hotel poseía una conexión de wifi, pudo empezar a navegar por Internet. Lo primero que busco, fue información sobre la
sala donde se exponía la vasija, y he ahí su sorpresa, que se encontró con que
debido a una remodelación del museo, se había agrandado la exposición ocupando
30 salas, a lo que Dalmaut, con una sonrisa grotesca les dijo al resto que se iban
a empapar de ver cultura egipcia.
Dalmaut imagino que la vasija, se encontraría
en la sala número 15, ya que en esa sala se exhibían los restos encontrados en
excavaciones con la leyenda escrita de Dios de Dioses, que así era como se
denominaba a Amón-Ra. Después hizo cinco reservas para visitar el museo a la mañana siguiente.
Tras
realizar esto, todos empezaron a hablar de cómo debería ser el plan para conseguir
la secuencia de símbolos. Hubo planes de
todo tipo, incluso Dalmaut, recordó su anécdota con Robert, y llegó a insinuar,
pero siempre en bromas, robar la vasija, a los que todos se negaron, ya que no
debían de quebrantar la ley aparte del
consiguiente riesgo de buscarse serios problemas.
Daniel y
Jack se miraron y se empezaron a reír ya que ellos alguna vez habían conocido
gente que había utilizado ese método.
Fue
entonces, cuando Claudia habló de un plan que se la había ocurrido, y todos
parecieron ponerse de acuerdo.
Era un plan
de lo más simple, siempre que funcionara según lo que ella había pensado y
siempre que los sistemas de seguridad fueran eficaces. Participarían todos, pero sobre todo dos
serían los más activos en su participación, y los otros tres harían bulto y
estaría pendientes ante posibles complicaciones. El plan consistiría en que cuando hubieran pasado ya por delante
de la vasija, cuatro estarían en la parte delantera del grupo y uno se quedaría
detrás. Según estuvieran ya a punto de salir de allí, uno del grupo simularía un desmayo, y si todo salía como pensaba
Claudia, la gente haría un corrillo y se produciría un poco de tumulto y , que
dejarían tiempo suficiente para que el que se había quedado atrás del todo,
pudiera girar la vasija y apuntar los símbolos. Sí todo seguía el curso
esperado, conseguirían los símbolos de la forma más fácil posible.
Alejandro,
rápidamente, se ofreció a fingir el
desmayo, ya que según explicó a todos, lo había hecho más de una vez, cuando
querían bromear él y sus amigos a la gente que paseaba por la calle. Jack por su parte, dijo que él podría ir el último
y así copiar los símbolos. En ese momento, Dalmaut opino, que sería mejor que
el encargado de esa tarea fueran Daniel, ya que él era el experto en simbología
y le sería más fácil y más rápido poder copiar los símbolos de la vasija. El
resto del grupo coincidió con la idea, cosa que a Jack no le hizo mucha gracia, pero él también
acepto este hecho, debido a que era la opinión de la mayoría del grupo.
Una vez
ultimado todos los detalles del plan, continuaron hablando de otra serie de
cosas, con la intención de amenizar la velada.
Al poco
rato, Claudia se despidió de todos, y se dispuso a marcharse a su habitación,
ya que el día había estado lleno de emociones fuertes, y el cansancio se había
apoderado de forma muy elevada de ella. Daniel y Jack, decidieron también
seguir el mismo plan de Claudia, y se encaminaron en dirección a su habitación.
Dalmaut y Alejandro continuaron un rato más hablando, pero el cansancio se
había apoderado de todos, y tampoco tardaron mucho en irse a descansar e
intentar dormir algo.
Minutos
después, en otra habitación del hotel, Jack, tumbado en la cama, intentaba
contener su rabia acumulada durante la reunión con el resto. Se había ofrecido
a copiar los símbolos, con doble intención, ya que su verdadero propósito no
era el de ayudar, sino que su verdadera intención era la de copiar mal los
símbolos, y así, si fuera una pista real, no dar pie a poder descubrir más
pistas sobre el secreto de la hermandad. Incluso hubiese sido capaz hasta de
romper la vasija, con el único fin de servir a su Maestre.
Pero aunque
tuviera un fuerte temperamento, Jack sabía que debía acatar las decisiones de
los demás, ya que si no podría ser descubierto, y lo último que buscaba era
poner en riesgo la misión que se le había encomendado. Lo mejor sería, seguir
pendiente de todos los nuevos descubrimientos, y así ir informando en todo
momento al Maestre.
Tras un rato
más de reflexión, y una vez tranquilizado, Jack, consiguió quedarse dormido, y
así pudo descansar y estar despejado para el día siguiente, ya que tendría que
estar con los ojos bien abiertos, para no perder detalle de nada.
PARIS - 07:30 Horas:
Amanecía un
nuevo día, en la expedición del grupo de soñadores. La mañana parecía soleada,
y la temperatura, aunque fría, debido a las horas que eran, prometía que iba a
ser buena.
Cada uno
desayuno en su habitación, y tras asearse y arreglarse, fueron saliendo de sus
habitaciones con dirección al hall, ya que allí habían quedado todos.
Los primeros en llegar fueron Alejandro y
Dalmaut, donde un poco más tarde se les unió Claudia y finalmente Jack y
Daniel. Una vez ya todos juntos,
hablaron un poco de cómo habían pasado la noche en lo que esperaban el taxi,
que les llevaría al Museo del Louvre. Minutos más tarde el recepcionista del
hotel les informaba, que su taxi ya les esperaba en la puerta.
El viaje no
duró mucho, ya que el museo no se encontraba muy lejos de allí. Una vez llegados a su destino, Dalmaut se
dirigió a las taquillas, para recoger las entradas que la noche anterior había
reservado.
La primera visita no empezaría hasta media
hora después, por lo que se pusieron a guardar cola con la intención de entrar en
el primer grupo de visitas. Pasados 10
minutos las puertas se abrieron, y la poca cola que aguardaba en la entrada fue
avanzando. Cada grupo constaba de 30
personas, y consiguieron entrar en el primero de ellos. Allí dentro tuvieron que esperar otro ratillo,
el cual dedicaron para ir mirando planos en imágenes de las galerías del Museo.
Poco después
una azafata llamaba la atención de todos los presentes, con la intención de
agruparlos y poder comenzar con las presentaciones. Se trataba de una mujer muy
alta, de tipo delgado, morena y bastante atractiva. Se comenzó a presentar en
francés, para seguidamente hacerlo en inglés y en español. Su nombre era
Juliette Bragh y sería la encargada de guiarles, en esta visita por la
increíble civilización Egipcia.
Todos los comentarios y explicaciones los
haría en los tres idiomas en los que había saludado a los presentes, por lo que
Alejandro y Claudia parecieron respirar tranquilos, ya que su inglés y su
francés no eran muy fluidos que dijéramos. De hecho Claudia dominaba un poco el
inglés, pero lo que es Alejandro nada de nada.
La visita constaría de dos partes, las cuales
Juliette comenzó a explicar a todos los asistentes. La primera parte se basaría en el antiguo
Egipto y sus descubrimientos más carismáticos. La segunda trataría de la mezcla entre Egipto,
lo pagano y la heterodoxia.
Una vez que
comenzó la visita, todos intentaron ponerse lo más adelante posible, mientras
que Daniel, se fue quedando atrás hasta llegar a ser el último de todo el
grupo.
La primera
parte de la exposición resultó ser de lo más entretenida para todos, ya que
fueron muchas las reliquias que pudieron observar. Desde objetos descubiertos
de las dinastías faraónicas, hasta objetos personales de faraones como, Tutankamón,
Ramsés II,y Seti I entre otros.
También
pudieron apreciar antiguos manuscritos de sacerdotes como, Imhottep, Amenofis y
Teti.
Pero sin
duda alguna, la segunda parte era la que más expectación levantaba. Muchas eran
las personas que se fascinaban al escuchar juntas las palabras Egipto y
heterodoxia. Antes de empezar la segunda parte de la visita, hicieron un
descanso de 10 minutos, que aprovecharon para tomar algo en la cafetería del
Museo. Daniel siguiendo con el plan establecido, se quedó al margen del resto
del grupo, como si no los conociera.
Juliette
entro en cafetería, y pidió a toda la gente que por favor, fueran acercándose
al hall para comenzar con la segunda parte de la visita.
Comenzaron
accediendo a una sala que estaba dedicada íntegramente al gran faraón pagano
Akenatón, llena de objetos, escritos y leyendas suyas. Más tarde pudieron
contemplar más objetos, y más simbología pagana. De pronto entraron en una sala,
que según Juliette, era la de más riqueza de todo el Museo. Allí se encontraban varios tesoros de mucha
antigüedad, y entre ellos un pequeño objeto en forma de vasija. Esa pieza era la más cotizada para los
aventureros, ya que sus símbolos ocultos podrían dar alguna nueva pista que les
ayudará.
Todo el
grupo se entretuvo en ver todo lo expuesto en esa sala, sin prestar casi nadie
interés por la vasija, ya que era de los objetos menos llamativo de la sala.
Daniel
observaba todo un poco alejado del resto, esperando a que Alejandro comenzara
con su farsa. Estuvieron algo más de en
5 minutos, contemplando toda la sala, y en el momento en el que la guía empezó
a prepararles para pasar a la siguiente sala, Alejandro se giró guiñando el ojo
a Daniel. Esa era la señal de que el
plan iba a comenzar.
Comenzaron a
salir de la sala, cuando de pronto Alejandro, empezó a quejarse del pecho, y
cayó desplomado al suelo, ante la incrédula mirada de los asistentes allí
presentes. Según habían planeado, todo
el mundo enseguida se apresuró a rodear a Alejandro, e intentar ayudarlo, sin saber
que en realidad, todo estaba siendo parte de un plan de distracción. Fue justo
en ese instante cuando Daniel, aprovecho para acercarse a la vasija, sin darse
cuenta de que una de las cámaras de vigilancia, lo estaba apuntando en ese
instante. Giro la vasija y ante el,
aparecieron los símbolos que Robert le había contado.
Con mucha
rapidez comenzó a copiarlos en su mano, y justo en el momento que iba a copiar
el último, unas manos se apoyaron es sus hombros, y escuchó decir algo en
francés. Tres vigilantes del Museo se
encontraban junto a él, con cara de pocos amigos y tras volverle a decir algo
en francés, le hicieron señas para que lo siguiera.
En ese
momento Jack miró hacia Daniel, y al verlo con los tres vigilantes, echó a
correr y se lanzó sobre ellos. Jack
noqueó rápidamente a uno de los vigilantes, enfrentándose seguidamente con otro
de ellos. Ni el otro vigilante ni Daniel pudieron separar a Jack, que se había
vuelto loco, con una agresividad nunca antes vista por el propio Daniel. Solamente
la llegada de otros cuatro vigilantes más, consiguieron reducir la rabia de
Jack. Le pusieron una especie de esposas,
y lo condujeron hacia las oficinas del museo, con la intención de llamar a la
policía francesa para que se ocuparan de él.
Dos de los
vigilantes se quedaron esperando al servicio médico, ya que les habían avisado
para que atendieran a sus compañeros heridos. Por su parte el revuelo que se
había creado con el desmayo de Alejandro, había quedado en un segundo plano. De
hecho el propio Alejandro, en cuanto había oído el bullicio, se había
apresurado a levantarse. Los servicios
médicos una vez atendidos los vigilantes, se acercaron a Alejandro, para
intentarlo ayudar, a lo que éste, le siguió la corriente, para no delatarse.
Mientras tanto,
en otra zona del museo, los vigilantes llegaban a las oficinas e introducían a
Jack en una sala con poca luz. Cerraron la puerta y lo dejaron a él solo en esa
habitación. Jack empezó a mirar para todos los lados, con la intención de poder
encontrar una salida de ese habitáculo.
Pero esa
idea fue en vano, ya que solo tenía una salida y esa estaba cerrada con llave.
Ya solo podía pensar en que debido a su agresividad, podía haber estropeado los
planes del grupo. Tan solo le alegraba que al menos Daniel, había conseguido
salvarse de tener que acompañar a los miembros de seguridad. Pero esa idea se vino pronto abajo, ya que la
puerta se abrió de nuevo y otro vigilante le indicaba a Daniel que entrara en
la habitación donde esperaba Jack.
Mientras
tanto, en la otra punta del museo, el resto del equipo llegaban al fin de su
visita, y se disponían a salir del museo, con dirección a la calle. Una hora más tarde, y después de hablar entre
ellos, Dalmaut, Alejandro y Claudia decidieron volver al hotel, y esperar allí
las noticias, o incluso la llegada, de Daniel y Jack.
Dentro del
museo, Jack no hacía más que pedir perdón a Daniel por su comportamiento, y por
haber puesto en peligro el plan. Aun así Daniel le comento a Jack, que gracias
a su intervención, había podido terminar de copiar todos los símbolos de la
vasija. Justo, en ese momento, la puerta se abrió y dos vigilantes indicaban a
Daniel que los acompañará. Tras unos minutos de interrogatorio, y debido a que
no había pasado nada lo dejaron irse.
Jack era
todo un manojo de nervios, ya que hacía más de hora y media que se habían
llevado a Daniel de la sala, y no había vuelto a saber nada más ni de él ni de
los vigilantes. Un ratito después, la puerta se volvió a abrir por fin y
nuevamente, los mismos vigilantes que antes se habían llevado a Daniel, le
hacían señas para que los siguiera. Tras
un largo y oscuro pasillo, llegaron hasta un cuarto donde solo había una
puerta. Una vez allí, los dos vigilantes
abrieron esa puerta y le hicieron nuevamente señas para que pasara dentro.
Mientras
tanto, no muy lejos de allí, Daniel llegaba al hotel, y tras entrar en la
habitación y explicarle al resto lo ocurrido, empezó a crear la secuencia de
símbolos que había conseguido copiar, de la vasija del Museo. El trabajo para descubrir el significado de
los símbolos sería duro y complicado, aunque Daniel debido a los programas que
Dalmaut había instalado en el ordenador, confiaba en lograrlo. Era una frecuencia de símbolos nunca vista por
ninguno de los presentes, y aunque era muy parecida a la egipcia, tenía algunas
diferencias. Era como una especie de
mezcla de escritura egipcia y Maya. Tras
un rato de intentar averiguar algo, el ordenador gracias a uno de los programas
diseñados por Dalmaut, empezaba a descifrar los símbolos. Si todo seguía su curso, en unos 20 minutos se
sabría el significado, de los símbolos de la vasija.
Mientras
tanto en el Museo, Jack permanencia en este nueva sala, esperando el desenlace
de su captura. La puerta comenzó a
abrirse, y entró en la sala una mujer cuya cara le era conocida. Se trataba de
Juliette, la guía de la visita del museo, que tras sentarse enfrente de él, les
comento a los vigilantes que se podían marchar. El silencio se apoderó de la estancia, hasta
que Juliette se levantó, y acercándose a Jack, le comentó que estuviera
tranquilo, ya que en muy poco tiempo podría seguir adelante con la causa.
Jack se
quedó atónito, ya que no esperaba esa reacción por parte de la mujer. Mientras,
ella marcaba un número en su móvil, y tras dialogar unas palabras en francés,
le paso el teléfono a Jack. Al ponerse
el teléfono en la oreja, una sonrisa salió de la cara de Jack, ya que una voz
muy familiar le pedía que tuviera calma. Se trataba del Maestre O'Donnell, que
tras explicarle que Juliette era otra hermana de la causa, le ofrecería toda la
ayuda que necesitara. Tras terminar la conversación con el maestre, la misma
Juliette ordenó a los agentes que dejaran libre a Jack, ya que todo se había
aclarado y tan solo quedaría en un pequeño altercado.
En otra
parte de la ciudad, no muy lejos del museo, en una habitación de hotel, el
resto del grupo seguía intentando descifrar, alguna pista lógica, sobre la secuencia
de símbolos de la vasija. Lo que en un
principio había parecido cosa hecha, se había complicado. Tras más de una hora sin resultados, unos
golpes en la puerta sorprendían a todos.
Al abrir las
puertas comprobaron con alegría, que el
que llamaba era Jack. Jack pidió perdón
a todos, y les conto todo lo que había sucedido en el museo, pero a su manera. Tras las explicaciones de lo sucedido en las
dependencias del museo, Alejandro y Claudia se miraron con gesto contrariado. Algo no encajaba en esas explicaciones, un
altercado como el que había protagonizado Jack, en un museo tan importante, no
podía quedar en un simple tirón de orejas. De todas formas tuvieron que olvidarse del
tema, ya que el ordenador por fin parecía dar una pista.
Unos
símbolos, prácticamente idénticos, se hallaban en unos papiros pertenecientes a
uno de los más conflictivos arqueólogos. Se trataba de un canadiense llamado,
Paul Salvatore, y los estudios de esos papiros, por parte de Paul, relacionaban los símbolos con un artefacto que
podría crear realidades alternativas.
Daniel, veía
similitudes entre lo que contaba Dalmaut de este hombre, con él, ya que ambos
eran defensores de teorías conflictivas.
Al ser la
única pista de la que disponían, decidieron buscar más información acerca de
Paul. Tras un largo tiempo de búsqueda no consiguieron nada, a lo que Dalmaut, mirándoles
con una pícara sonrisa, les pidió que no buscaran más. Cogió su teléfono, y
tras llamar a un número que tenía en su agenda, todos los allí presentes se
quedaron sorprendidos, al ver como Dalmaut, preguntaba a su interlocutor por
Paul Salvatore.
Estuvieron
hablando mas de media hora, siempre en una buena armonía, y al colgar el
teléfono, todos se quedaron mirando a Dalmaut esperando explicaciones. El al
verlos de esta manera, volvió a sonreír, y se dispuso a salir a la pequeña terracilla
del hotel con la intención de fumarse un cigarrillo, dejando a todo el grupo
con la intriga.
Tras unos
minutos, Dalmaut acabo su cigarrillo y al entrar de nuevo a la habitación, les
dijo a todos que era hora de irse a descansar, ya que el día había sido muy
duro y cargado de fuertes emociones. Al día siguiente les daría todas las
explicaciones de su conversación, y seguirían preparando su búsqueda.
Antes de
marcharse a sus habitaciones, a descansar, Claudia y Alejandro se quedaron un
rato hablando un poco sobre las explicaciones de Jack, y su altercado en el
museo. Los dos llegaban a la misma conclusión, de que era muy ilógico todo lo
que había contado, y aparte empezaban a desconfiar de Jack. Había algo en ese
hombre, que no les convencía a ninguno de los dos, y la intuición era igual en
ambos. De todas maneras, no quisieron levantar sospechas, y los dos jóvenes
decidieron irse a descansar.
Transcurridas
un par de horas, casi todos dormían ya plácidamente, aunque Jack, no conseguía
conciliar el sueño. Su estado de nerviosismo era muy alto, ya que aunque
estuviera cumpliendo la orden, que su hermandad le había encomendado, estaba
traicionando a un grupo de personas buenas que lo único que querían era buscar
explicación a sus problemas.
Jack sabía
perfectamente, que el Maestre haría todo lo que estuviera en su mano, para
mantener el secreto de Amon-Ra a salvo, y el grupo comenzaba a encontrar
pistas, por lo que empezaban, sin ellos saberlo, a correr peligro.
Una lucha
interna, se empezaba a apoderar en el interior de Jack, ya que por una parte,
era consciente de que debía de informar acerca del resultado de las
investigaciones, acerca de los símbolos, pero también sabia perfectamente, que
haciéndolo, ponía en peligro al resto del grupo.
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